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» Diario Cordoba
Fecha: 12/09/2024 13:58
Casi nunca escribo de abogados en esta columna. No lo hago porque el mundo de los abogados se desarrolla violentamente en sus cabezas, pero desde fuera se ve a lo sumo a una persona muy pendiente de releer una línea o teclear durante horas. Es más entretenido vernos en los juicios, pero también parece en ocasiones que todos repetimos lo mil veces dicho. No es el material de las columnas más vibrantes. Pero lo que escribo hoy puede aplicarse a casi todo: hay que saber en la vida cuándo hay cliente y cuándo no hay cliente, cuándo tu pareja sabe bailar y cuándo no. Sigue maravillándome la capacidad de gente con serios problemas para vivir como si nada, e incluso olvidar citas y fechas de juicio. Es esta una relación de bastante confianza, en la que no viene bien pisarse. Puede alguien insistir una semana con gran urgencia, y luego sumirse en el silencio durante años, porque se le ha pedido un nombre o un papel. Me gusta defender a la gente, pero a veces parece que un amigo te ha avisado porque tiene que pegarse con unos, y tú vas a ayudarlo, y te encuentras en la pelea con los otros y sin tu amigo, y dices: pero para qué van a pegarme hoy a mí. Los pleitos los deciden las estrellas, sí, pero en esa incertidumbre se va ganando probabilidad de que fallen a favor con estudio, pericia, buena fortuna, preparación y, naturalmente, que haya cliente. El cliente tiene que estar. Muchos no quieren estar en su propio juicio, ni física ni espiritualmente. Suena la música y el abogado, entonces, se abraza al aire, defendiendo su arte, al menos, con dignidad. *Abogado Suscríbete para seguir leyendo
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