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  • STREAMING. ¿Por qué Nicole Kidman sigue repitiéndose?

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 08/09/2024 16:23

    ¿Qué más se podría decir de la profusión de brillantes thrillers domésticos que surgido después de Big Little Lies (“Pequeñas mentiras”)? Ya se sabe de qué tipo: una familia adinerada. Una protagonista femenina. Un material de referencia de gran éxito. Un telón de fondo pintoresco, filmado con una elegancia que refleja el prestigio. Un creador o director de renombre. Un reparto de actores famosos haciendo escenas grandes y emotivas. Un asesinato, una agresión sexual o una persona desaparecida. Cada personaje tiene un secreto o cinco, lo que significa que casi todos son sospechosos. “La pareja perfecta”, que ahora se transmite en Netflix, se adhiere tan de cerca a este resumen (y es tan descaradamente superficial) que la única sorpresa es cuánta diversión extrae de una historia saturada de culebrón y tropos. Susanne Bier (la cineasta danesa que ahora es mejor conocida por la tonta continuación de “Pequeñas mentiras de HBO, “La ruina”, dirige la adaptación de la novela de la eminencia de la lectura playera Elin Hilderbrand. El elenco repleto incluye al ícono del cine francés Isabelle Adjani. Su nombre más famoso es también el menos sorprendente: Nicole Kidman. La actriz australiana se ha vuelto omnipresente en un tipo particular de papel en este tipo particular de proyectos. A estas alturas, la forma muy específica de sobreexposición de la estrella constituye un misterio más fascinante que cualquier novela policíaca en la que aparezca. Entre premios y tormentos No todos estos títulos son thrillers. Y estos no son los únicos proyectos en los que Kidman ha participado recientemente; desde que se emitió la segunda temporada de “Pequeñas mentiras” en 2019, también interpretó a Lucille Ball en “Todo sobre los Ricardos”, apareció en su segunda película de “Aquaman” y volvió a formar equipo con Alexander Skarsgard, para la épica vikinga “El hombre del norte”, entre otros papeles. Lo curioso es que una actriz tan solicitada se tome tiempo para tanto trabajo similar en la pantalla chica, hasta el punto de que cada, pocos meses, parece volver a nuestros televisores interpretando a otra madre rica al borde de un ataque de nervios. Después de todo, se trata de la mujer que ganó un Oscar por su interpretación de una Virginia Woolf inquieta e inteligente en “Las horas” y que recibió nominaciones por todo tipo de películas, desde el musical maximalista “Amor en Rojo” hasta Lion (“Un camino a casa”), un drama emocional de adopción intercontinental. En el cine de autor internacional, Kidman encarnaba a mujeres llevadas hasta sus límites psicológicos. Ofreció su matrimonio con Tom Cruise para que lo diseccionaran en “Ojos bien cerrados” de Stanley Kubrick. Encarnó una especie de chivo expiatorio exclusivamente estadounidense en la desgarradora “Dogville”. Pero, aunque está bien en “La pareja perfecta”, sus personajes de madres atormentadas parecen más pastiches de las actuaciones singulares que daba hace unas décadas. En las entrevistas, Kidman cita constantemente dos criterios para elegir proyectos. Desde una perspectiva artística, se siente atraída por personajes psicológicamente desafiantes. “Me he metido en situaciones en las que no me siento cómoda”, ha dicho, para explicar su atracción por la heroína de “La ruina”, una terapeuta de Manhattan que niega profundamente la verdadera naturaleza de su encantador marido (Hugh Grant). “Me interesa la filosofía y la psique humana. Me interesa el estoicismo”. Es una respuesta reflexiva y un objetivo noble, pero no necesariamente una novedad. Los personajes recientes de Kidman pueden ser complicados y multifacéticos, pero sus personalidades, problemas y estilos de vida son a menudo tan similares que son en su mayoría intercambiables. El arte o la industria En una industria en la que muchos de sus colegas hablan de “inclusión” pero siguen trabajando con los mismos hombres blancos establecidos, ella ha sido una defensora intrépida y firme de los nuevos talentos. A veces, esa misión produce un trabajo tan audaz como las películas que la hicieron famosa. Kidman encendió el Festival de Cine de Venecia el mes pasado con la sexualmente explícita “Babygirl”, que la presenta como una ejecutiva tecnológica atrapada entre su devoto esposo (Antonio Banderas) y un joven pasante (Harris Dickinson) ansioso por complacer sus fantasías. Otras veces, su capacidad para presentar una voz nueva de una manera que sea atractiva para un estudio o un servicio de transmisión puede tener prioridad sobre ciertas consideraciones artísticas. Hay que ser muy esnob para resistirse a los placeres que vacían el cerebro de “La pareja perfecta”. No todos los programas tienen que ser obras maestras para pasar un buen rato, ni ser un gran actor requiere una genuflexión durante toda su carrera en el altar del cine (pero gracias, Daniel Day-Lewis, por tu servicio). A veces lo que es saludable para la industria no es lo mismo que hace que el arte sea grandioso. Aun así, puede ser un fastidio ver a una intérprete capaz como Kidman repetirse tantas veces.

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