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  • Deja correr el agua corriente: así funciona la ETAP que da servicio al norte de Córdoba

    » Diario Cordoba

    Fecha: 08/09/2024 04:41

    El grifo permanece abierto 24 horas al día, todos los días del año. El surco de agua brota permanentemente y está prohibido -un cartel lo advierte- cerrarlo bajo ningún concepto. En una región con escasez de agua como es el norte de la provincia de Córdoba, un grifo abierto de forma perenne puede parecer un derroche, casi un delito. Pero no lo es. Esa espita, en realidad, forma parte de uno de los últimos y numerosos controles del agua que se realizan en la Estación de Tratamiento y Potabilización de Aguas de Sierra Boyera, al pie del pantano del mismo nombre. Vigila la turbidez del agua, un parámetro estético que no afecta a la calidad de lo que sale por los grifos domésticos, pero nadie quiere beber agua que no sea transparente. Para que funcione bien, el agua tiene que correr siempre; abrir y cerrar las llaves cada vez que se va a hacer una medición afectaría a su aspecto. Ese agua sale ya con una calidad excelente, y es la misma que beben los 15 trabajadores de la planta a diario. Para llegar a este punto, el agua que sale por ese surtidor eterno habrá tenido que pasar por diferentes procesos de limpieza y filtrado. Son cuatro horas las que pasan desde que un litro entra por las tomas del pantano de Sierra Boyera hasta que sale camino de las conducciones en alta y los depósitos municipales del norte cordobés. Entre medias, el proceso es lento y costoso, pero no hay otra manera de hacerlo para conseguir que el agua sea potable. Lo que hay en los pantanos y reservorios (depósitos, aljibes, tubería...) no puede beberse así tal cual. Así funciona la planta potabilizadora de Sierra Boyera / Manuel Murillo La ETAP, gestionada por la empresa de la Diputación Emproacsa, que da servicio a casi todos los pueblos del norte cordobés (unos 80.000 habitantes) tiene capacidad para tratar 20.000 metros cúbicos de agua cada día, una cantidad más que suficiente para las necesidades de la región. Para hacerse una idea, ese volumen es prácticamente el mismo que albergará el colosal tanque de tormentas que Emacsa -empresa ‘hermana’ de Emproacsa pero en la capital- está levantando en el Balcón del Guadalquivir. Un plan innovador Gabriel Benítez, jefe de servicio de Producción de Emproacsa, explica cómo funciona el tratamiento del agua y la ampliación de una planta que se ha llevado a cabo por la vía de urgencia, ante la posibilidad de que en primavera toda la zona siguiera sin agua potable. Al final las lluvias de marzo arreglaron el asunto en parte -el embalse de Sierra Boyera presenta un buen aspecto ahora mismo-, pero la Diputación siguió adelante con el plan para que la planta esté preparada para el futuro. A comienzos de agosto ya estaban todos los nuevos sistemas en marcha y en fase de pruebas, tal como confirma Benítez. Control de turbidez en un grifo abierto. / MANUEL MURILLO Nada más entrar el agua en la ETAP de Sierra Boyera se le añaden oxidantes químicos -permanganato y dióxido de cloro- que se unirán a la materia orgánica siempre presente en un líquido que procede de un pantano al aire libre. Después, explica Benítez, comienzan los procesos de filtración. El primero de ellos es de nueva construcción y consiste en volver a añadir un compuesto al agua, en este caso sulfato de aluminio, junto con aire a presión; juntos generan un efecto coagulante. Como resultado, el agua tendrá un aspecto viscoso, nada apetecible. Es parecido a una sopa verde, pero ese es el objetivo buscado: la suciedad flotará en la superficie y resultará más sencillo eliminarla. Es la «clarificación por flotación», apunta el jefe de servicio de Emproacsa. Es como desengrasar un cocido gigante. Al terminar el procedimiento, el agua saldrá mucho más limpia, pero aún no potable. Decantación Si en el primer paso se limpia el agua en la superficie, en el siguiente se hará lo mismo en el fondo, si fuera necesario. Eso se consigue en unos tanques de decantación en los que por efecto de la gravedad la suciedad que aún quede se depositará en el fondo de los recipientes. Hasta ahora, estas piscinas estaban al aire libre, pero ahora están cubiertas para impedir que reciban la luz del sol. Con ello se impide la proliferación de algas microscópicas, uno de los problemas que presenta el agua del embalse de La Colada. Panorámica de las instalaciones de la ETAP. / MANUEL MURILLO Benítez aclara que el agua de este último pantano no se está usando para el abastecimiento, puesto que está disponible la de Sierra Boyera. En cualquier caso, «el agua de los pantanos no se mezcla nunca, ya que entra directamente a la planta potabilizadora y no al embalse de Sierra Boyera». Emproacsa ha instalado novedosos sistemas tanto en la ETAP como en unos depósitos intermedios y en el propio embalse de La Colada. En conjunto, la actuación -valorada en cuatro millones de euros- ha colocado a la planta de Sierra Boyera a la cabeza de la innovación en el tratamiento de agua para consumo humano. «La necesidad nos obliga. Ninguna planta en España tiene estos sistemas. Son innovadores», declara Benítez. Pero volvamos a la planta, donde aún quedan los últimos pasos antes de terminar de limpiar el agua. Se realizan en grandes piscinas que, en un primer momento, filtran el agua con arena silícea y posteriormente con carbón activo. El mineral limpia las impurezas en unos tanques cubiertos hasta 70 centímetros con el carbón, que dejan apenas dos palmos de agua. Es un sistema similar al que tienen las depuradoras domésticas, pero a gran escala. «De aquí ya sale el agua apta para el consumo», señaa Benítez. No obstante, el proceso se culmina con el añadido de otros productos como el dióxido de cloro, esencial para acabar con las bacterias y que se produce en la cantidad exacta en la propia planta. Muestra de agua con Sierra Boyera al fondo. / MANUEL MURILLO Elementos Ninguno de todos esos productos químicos -cloro, aluminio, carbón, permanganato...- que han participado en el proceso estará presente en cantidades significativas en el agua que llega a las viviendas del Norte de la provincias. Para ello, Emproacsa realiza análisis de laboratorio en la propia ETAP cada dos horas, para comprobar que todo funciona como debe. Si algún elemento está presente en exceso, es que algo está fallando. El proceso de limpieza del agua termina aquí, pero no el trabajo de Emproacsa, que tendrá que transportarla hasta los municipios de Los Pedroches y el Guadiato a través de una extensa red de más de 300 kilómetros de tuberías. Sólo para llevarla hasta Venta del Charco (Cardeña), el punto más alejado, hay que bombear el agua a través de 105 kilómetros. Con una calidad, asegura el responsable técnico, que nada tiene que envidiar al agua embotellada. Suscríbete para seguir leyendo

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