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  • Las obras del santuario de Linares de Córdoba sacan a la luz restos de época romana

    » Diario Cordoba

    Fecha: 08/09/2024 04:12

    Dicen que es el primer santuario que hubo en Córdoba tras la Reconquista, y el más antiguo de toda la provincia. En la torre, que era una torre vigía musulmana, se construyó la primera capilla extramuros de la ciudad. En plena sierra cordobesa se levanta entre olivos, y según los documentos oficiales data del siglo XIII, aunque en los últimos años han salido a la luz restos de época romana que no estaban documentados hasta ahora. Es el santuario de Nuestra Señora de Linares, que se está sometiendo a unas obras de ampliación, recuperación y conservación que, aunque se han dilatado en el tiempo, casi están por llegar a su fin. Antes de someterse a estos trabajos, la empresa Arqueobética, con los arqueólogos Sofía Moreno y Raimundo Ortiz, fue la encargada de elaborar un informe preliminar para situar la ermita y todo su conjunto en una cronología del tiempo. Así, el informe asegura que la historia de la construcción del santuario de Nuestra Señora de Linares se remonta a la Edad Media, pero desde entonces ha sufrido una gran cantidad de reformas y pequeñas variaciones en su morfología, reformas que escondían entre sus muros otros secretos. Los arqueólogos han analizado documentación antigua, tanto histórica como fotográfica, y también se han analizado cada uno de los alzados que forman el santuario, la composición de los mismos y las relaciones establecidas entre ellos. Con todo ello, los arqueólogos pudieron reconstruir, de manera preliminar, la secuencia cronológica del conjunto. Como conclusión de todo este trabajo, pudieron documentar cuatro períodos culturales (islámico, bajomedieval, moderno y contemporáneo) divididos en 12 fases constructivas que engloban la historia del levantamiento de la ermita de Nuestra Señora de Linares. Historia que brota de paredes Sin embargo, los trabajos que se llevan a cabo actualmente -y desde 2018- en el conjunto también requirieron, lógicamente, catas arqueológicas. En ellas se fueron descubriendo algunos elementos interesantes que no habían salido a la luz hasta hoy. Arcos, como el que ahora decora la entrada del santuario, pinturas en algunas paredes del salón de la hermandad, y sillares romanos, que, según explican los arquitectos Francisco Javier Vázquez Teja y José María Vázquez Teja a este periódico, parecen indicar que hubo en el lugar un asentimiento romano que sirvió, posiblemente, como control de paso hacia la ciudad. José María y Francisco Javier Vázquez Teja muestran un sillar romano hallado en lo que ahora será un almacén. / Manuel Murillo La historia siempre brota en Córdoba cuando se decide usar el pico y la pala. Los arcos fueron apareciendo a medida que se iban picando las paredes. Así como restos de pinturas que no se han podido determinar hasta ahora, pero que parecen de diferentes épocas. En una de ellas hay un cáliz dibujado, por ejemplo. Todo ello, incluidos los revestimientos primitivos, se ha recuperado y se ha ido incluyendo en el paisaje de la obra. Uno de los sillares romanos, que conserva un quicio, se puede ver claramente en una pequeña habitación ubicada al lado de la cocina, que servirá ahora como almacén. Se ha recuperado y se ha dejado al descubierto y los arquitectos afirman que la piedra ayuda, además, a combatir la humedad. Que en el lugar existiera un asentamiento romano tiene sentido, porque, tal y como recuerdan los arquitectos, por la zona cercana transcurre parte de la vía romana Corduba-Emerita. Según la Universidad de Córdoba, esta vía parte de Córdoba a altura del arroyo de Pedroches y sube hasta Cerro Muriano por la actual cañada real atravesando la zona de la Loma de los Escalones. Sin embargo, desde Cerro Muriano es más difícil rastrear su trazado, aun cuando una buena parte del mismo puede seguirse entre el Castillo del Vacar y el pantano de Puente Nuevo. A partir de la Sierra de la Estrella, en Espiel, la vía baja buscando retirarse de las colas del margen izquierdo del río Guadiato. Un buen tramo de la vía puede verse a la altura del km. 218 de la antigua carretera N-432A. Fachada actual del santuario. / Manuel Murillo El edificio se perdió en un 40% El espacio actual es un complejo arquitectónico basado en un núcleo preexistente, la torre vigía, a la que se fueron adosando una serie de construcciones. Todos estos elementos están ensamblados, conformando un único edificio. El templo es de cruz latina y se compone de atrio con coro alto, una nave, capillas laterales, presbiterio y ábside. Desde el lado derecho se accede a la sacristía. También anexa al muro derecho se ubica la casa del santero, con dos plantas. En la parte izquierda se encuentra parte de la antigua hospedería. Pero del edificio se perdió el 40% a mediados del siglo pasado y era necesaria una intervención para rehabilitarlo y, además, intentar recuperar parte de lo destruido, que quedó en ruinas. Ese volumen perdido fue el que se utilizaba antes de los 80 como hospedería y para el que el Cabildo-Catedral pidió recuperar su uso anterior. El trabajo para ello, sin embargo, fue complicado, sobre todo en temas de documentación -porque no hay planimetría del espacio perdido, ni datos concretos de la distribución interior-, de buscar imágenes de la época -y en buen estado- que pudieran dar luz a los arquitectos sobre cómo era aquella estructura, cómo quedó y cómo se podía ahora recuperar. Se usó para ello, entre otra documentación, una foto aérea de 1956. Los arquitectos de la obra muestran la imagen aérea de 1956 en la que se basaron para reconstruir la primera planta. / Manuel Murillo Recuperan la estancia superior para hospedería Ahora los albañiles se encuentran dándole forma a lo que será la nueva hospedería, que servirá para peregrinos del Camino Mozárabe, retiros espirituales o actividades que organice el Cabildo Catedral de Córdoba, que quiere darle una nueva vida al lugar. El objetivo es, de hecho, que la ermita se pueda usar durante todo el año y no solo cuando ocurre la romería de la Virgen de Linares, cada mes de mayo. Por ahora reciben grupos de escolares. Se ha recuperado ya volumétrica, estética y compositivamente la imagen primitiva del monumento, en especial en su contemplación de la fachada principal desde el acceso al santuario, así como esa primera planta que se había perdido. Los trabajos se centran ahora en la hospedería, tras haber avanzado el núcleo de escalera y ascensor para el acceso a la planta alta -que ya está instalado-, donde los albañiles encargados construyen ya las habitaciones, cuatro dormitorios, amplios y con baños individuales. En la parte inferior están ya rehabilitadas la cocina, una gran sala de hermandad -con un nuevo distribuidor- y los nuevos aseos para uso de los visitantes. Los arquitectos admiten que las reformas anteriores que se habían hecho en el lugar eran muy deficientes, con material de mala calidad y se requería ahora una intervención integral, que empezó hace ya seis años. Ya se ha llevado a cabo la restauración de la torre Atalaya, que pertenece a la arquitectura militar islámica del siglo IX y a la que, al menos por ahora, no podrán acceder los visitantes pues la escalera es muy estrecha y no está en condiciones. De hecho, aún quedan por hacer algunos trabajos de recuperación en su interior. Aspecto de la parte posterior, con la torre rehabilitada y el volumen que se había perdido. / Manuel Murillo También se ha llevado a cabo la intervención sobre el sistema de calefacción en la iglesia mediante la utilización de las instalaciones de aerotermia, con red de distribución de tuberías de cobre bajo el pavimento y radiadores de fundición modelo clásico. Se han construido nuevos aseos -uno de ellos adaptados- que servirán para los peregrinos y los asistentes a la romería. Se ha construido una pequeña vivienda en unas dependencias que no tenían uso alguno hasta ahora, en la parte alta de lo que era la vivienda del santero. Asimismo, se recuperó la sacristía antigua, se cambió el tejado y se arregló la fachada del camarín de la iglesia. Para los arquitectos, este tipo de obras son de las que se disfrutan y llenan de satisfacción al poder ordenar sobre una edificación con tanta historia, y que no deja de sorprender. La obra ha supuesto un gran esfuerzo económico del Cabildo -unos 399.957 euros según el proyecto inicial- y un plazo de ejecución de diez meses, que se ha dilatado en el tiempo. Los trabajos previos comenzaron por allá en 2016 y la obra se ha extendido hasta ahora. Los arquitectos esperan, si los plazos se cumplen, que la podamos ver restaurada en su totalidad para finales del próximo año 2025. Suscríbete para seguir leyendo

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