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  • Lázaro Blanco, el chasqui milagrero

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 07/09/2024 23:53

    La historia cuenta de muchos chasquis cuyos nombres, por una u otra razón, quedaron en la memoria de la gente del pueblo. En Entre Ríos, la figura de Lázaro Blanco es recordada año a año. Los hechos que hacen que su nombre se recuerde se produjeron el 7 de septiembre de 1886. Hace ya 138 años. “Chalo” lo apodaban a aquél chasqui de San José de Feliciano, aunque su nombre era Lázaro Blanco. Con su compañera, Isabel López, formaron una familia que trajo al mundo cuatro hijos. Lo curioso es que éstos no llevaban el apellido de Lázaro, porque en aquél entonces no había Registro Civil y tampoco Parroquia, que oficiaban de Registro ante la ausencia de la mencionada institución oficial. Lázaro, joven aún, se había ganado la confianza de los habitantes del pueblo. Era eficiente y honesto, dos cualidades que le eran reconocidas. Además era hábil en las tareas rurales y conocedor como muy pocos de los vericuetos, senderos, virtudes y peligros de la selva de Montiel. El 7 de septiembre de 1886, el chasqui fue convocado por Hereñú, jefe de la Policía local. Algunos dicen que el chasqui se ofreció voluntariamente ante la negativa de otros. Lo cierto es que tenía ante sí una tarea de mucha responsabilidad. El jefe policial, como todos, confiaba en el muchacho, a quien encomendó que viaje a La Paz a buscar el dinero para pagar sueldos a los agentes policiales a su cargo. Los caminos eran malísimos y en muchos casos casi inexistentes. Pero además, en ese momento se avecinaba una tormenta que fue el motivo por el cual nadie se animara a realizar el viaje. Lázaro se animó. La Paz era la ciudad cabecera de distrito y había que recorrer algo menos de 100 kilómetros desde Feliciano. Se cuenta que el chasqui desayunó en el domicilio del Alcalde y emprendió el viaje. Había recorrido 15 kilómetros cuando se desató el temporal con agua, viento y descargas eléctricas. Fue por eso que decidió guarecerse bajo un inmenso algarrobo, pero esa actitud le costó la vida. Un rayo cayó sobre el árbol y mató a Lázaro y a su caballo. Tres días después su cuerpo fue hallado por el comisario Demetrio Verón, quien decidió dar sepultura a los restos del valiente chasqui en el cementerio de Feliciano. El tiempo pasó y casi nadie lo recordaba, hasta que una inmensa sequía asoló la región. El pésimo clima hizo que Ciriaco Benítez, productor rural, viera de qué manera desaparecía su cosecha y moría su ganado por falta de agua. Pero un día, mientras dormía bajo un árbol, tuvo un sueño. En él, un joven desconocido le dijo que su cosecha y sus animales se salvarían, y le indicó un lugar en el que debía visitarlo. Benítez fue al lugar y halló la cruz que recordaba a Lázaro Blanco. Era el lugar donde el chasqui había perdido la vida. Al día siguiente comenzó a llover. La noticia corrió rápidamente por los vecinos del pueblo y la región. Los pedidos al chasqui se multiplicaron y sus restos fueron trasladados al nuevo cementerio. Aseguran que cuando abrieron su tumba vieron que el esqueleto estaba perfectamente conservado si bien el entierro se había realizado sin féretro. Cuando nacía el siglo XX se construyó un pequeño templete en el lugar en el que estaba la cruz de madera. Hasta el día de hoy, mucha gente devota del chasqui concurre al lugar a pedir y a agradecer.

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