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  • Historias entre 1852 y 1880

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 07/09/2024 19:24

    El Primer Ciclo Liberal - Cuando el 11 de septiembre de 1852 estalla en Buenos Aires la revolución contraria a Urquiza, el gobierno liberal de Juan Pujol no oculta sus simpatías por la causa porteña. Esto ocurre 4 años antes de ser fundado el Partido Liberal en Corrientes, pese a que los hombres que actuaban desde hace muchos años, siempre tuvieron en sus alforjas la ideal de La Libertad. La alineación adoptada por Corrientes sería decisiva, ya que su apoyo a cualquiera de los dos bandos podría determinar quién obtendría la victoria. Tanto Urquiza como Buenos Aires enviaron comisionados a Corrientes para lograr una alianza, pero ninguno de los dos logró una definición rotunda del gobernador Juan Pujol. Si bien ideológicamente el gobierno de Corrientes sentía grandes simpatías por la revolución porteña, era demasiado riesgoso apostar todas las cartas a una provincia cuyo rumbo político todavía no estaba definido. Por otra parte, el gobernador entrerriano había respetado al gobierno liberal de Juan Pujol, incluso después que este había derrocado a su amigo y correligionario Benjamín Virasoro. Pujol también era consciente de que sus fuerzas, infinitamente inferiores a las de Urquiza, no podrían enfrentarlo, y no quería que se repitiesen en su sufrida Corrientes los amargos sucesos de Pago Largo o Vences. No obstante, ofreció a Buenos Aires su apoyo moral y material, si este fuera necesario. Incluso llegó a concentrar sus tropas en las fronteras con Entre Ríos para disuadir a Urquiza de un ataque sorpresivo a Buenos Aires. El militarismo derivado de las guerras civiles era un mal que mantenía a Corrientes -como al resto de las provincias- en un estado de penosa postración. Los hábitos políticos estaban impregnados de ese militarismo que de una manera u otra significaba la participación de vastos sectores de la población en la política provincial. La guerra movilizaba a miles de hombres de todas las capas sociales. El enfrentamiento militar entre sectores opuestos se había convertido en estilo corriente de lucha política. La nueva clase dirigente correntina, consciente de ello, consideraba que era la principal causa del atraso y de todos los males que padecía la provincia. Erradicar esos hábitos y erradicar a Juan Manuel de Rosas de la tiranía que imponía en nuestro país, era la condición ineludible para hacer progresar a la provincia por el cauce de las instituciones republicanas. Como primera medida, Juan Pujol entendió que había que terminar con todos los caudillos locales con fuerzas militares propias. Sin embargo, este hombre combinaba estas convicciones con una singular atracción personal que lo condujo a convertirse en lo que pretendía combatir con tanto ahínco: un caudillo. Pujol consideraba que en las condiciones reinantes era impensable la instalación de un régimen republicano puro. Había que restringir la participación política de esos vastos sectores participantes en las guerras. Luego, habla que imponer el orden para regularizar todas las actividades de la provincia, y para ello solo quedaba un recurso: un gobierno fuerte y autoritario durante varios años, que consolidaría el poder político del nuevo horizonte liberal de Corrientes. De este pensamiento participaba toda la nueva clase dirigente, pero esta no estaba dispuesta a someterse a un dictador, como aparentemente pretendía ser Juan Pujol en nombre de las "necesidades políticas" del momento. No obstante, todos estaban de acuerdo en una serie de ideas fundadas en el liberalismo doctrinario, aunque las ambiciones de poder a veces pesaran más que ellas. La empobrecida economía provincial sólo podría recuperarse por el trabajo regular de una peonada alejada de las actividades militares. Se impusieron normas estrictas para suprimir la vagancia, y se estableció un reglamento de conchabo de peones, además de una policía en cada población. También, aunque de una manera muy limitada por las circunstancias económicas reinantes, se mostró interés en la educación popular. Constitución de la Confederación Argentina - El proyecto de desarrollo provincial requería también la construcción de obras públicas, indispensables para el desarrollo económico y social. Había que mejorar las comunicaciones, haciendo caminos, estableciendo empresas de navegación, canalizando ríos y habilitando nuevos puertos, Pero eran impensables resultados más o menos rápidos en un marco social como el que presentaba Corrientes. Los primeros planes de colonización se realizaron en 1853. Se procuró traer familias de agricultores franceses para establecer centros agrícolas en las costas de los ríos Paraná y Uruguay. Los primeros contingentes arribaron en los primeros meses de 1855. Pero los planes de colonización no tuvieron éxito. Sin el suficiente apoyo del Estado, padecieron permanentes necesidades. Sin mercados para la colocación de su producción, los colonos no pudieron constituir una clase media agrícola, que era lo pretendido por la nueva élite liberal. Las obras públicas tampoco fueron suficientes, y muchas zonas quedaron estancadas. La situación financiera era misérrima. Las guerras devastaban al fisco provincial. Durante varias décadas la única fuente de divisas rápida y efectiva fue la venta de tierras fiscales. Con ello se podían financiar las indispensables obras públicas. Pero lo más importante era dotar a la provincia de una estructura institucional orgánica, capaz de fundar un régimen político estable. Corrientes tenía desde 1824 una Constitución pero, por obra de las circunstancias antes mencionadas, pocos de sus contenidos pudieron ponerse en práctica. Urgía pues reformar la Constitución Provincial, verdadero pilar del nuevo régimen político. La promulgación de la Constitución Nacional en 1853 fue el gran impulso para acelerar la elaboración de la constitución provincial, la cual fue establecida finalmente, en 1856. Pujol utilizó todos los recursos del poder para ejercerlo en la mayor plenitud y tiempo. Como su poder había emanado de una revolución, en principio sólo le correspondió terminar el mandato de Virasoro que concluyó en 1853. Reelección -Ese mismo año fue elegido gobernador propietario. Una vez en el poder, trató de postergar la reforma a la Constitución de 1824, de manera de asegurarse la reelección. En efecto, como la nueva constitución se promulgó en 1856, no hubo impedimentos legales para que fuera reelegido para un tercer mandato. Pero la élite, que se consideraba "la parte sana y decente" de la población, advertía sus maniobras y ello le quitó gran prestigio. Los liberales, en su gran mayoría, se escindieron y Pujol no tuvo inconveniente en fundar un partido oficial de incondicionales. El gobernador trató de monopolizar la prensa, e intimidar a la creciente oposición a través de persecuciones políticas. La protesta del 15 de diciembre de 1856 y el Partido Liberal La creación de un partido oficial independiente fue la primera escisión seria que sufrió el Club Constitucional, futuro Partido Liberal. Cuando en 1856 el gobierno estableció una serie de exacciones ilegales, los máximos dirigentes del Club Ciudadano, inminente Partido Liberal, redactaron un documento de protesta que es considerado el fundamento doctrinario de esta agrupación. Cumplido su mandato en 1859, Pujol no tuvo más remedio que buscar un sucesor, pues la constitución establecía la no reelección de los gobernadores. El partido oficialista postuló al que fuera Ministro General de Pujol y un partidario incondicional del gobernador, el canónigo José María Rolón, quien triunfó fácilmente. Pujol pasó a ser Senador Nacional y luego Ministro del Interior de la Confederación, proyectándose en el orden nacional. El nuevo mandatario siguió los lineamientos de su antecesor, separándose todavía más del Partido Liberal. Pujol ejerció sobre Rolón una suerte de protección, que agitó nuevamente los ánimos de la oposición liberal. Ésta, paralelamente fundó comités en todos los pueblos y ciudades, para incentivar la acción política del partido en toda la provincia. Si en principio ello fue tolerado por el gobierno, finalmente inició una campaña de represión que acabó con todos los comités, con el periódico partidario y controló severamente las acciones políticas. Se creó a tales efectos un pasaporte interno y se prohibió la portación de armas de fuego. Los liberales criticaron todavía más al gobernador por ser clérigo. Las ideas iluministas de sus dirigentes eran en muchos casos ciertamente anticlericales, lo cual complicaba las relaciones entre ambos y radicalizaba el lenguaje de ambas partes para calificar al oponente. La tensión aumentó cuando Buenos Aires derrotó a Justo José de Urquiza en Pavón (1861). Este hecho sirvió de factor desencadenante de una revolución liberal que depuso al gobernador Rolón. Así concluía la experiencia política del nuevo Partido Liberal que consagró a su primer Gobernador José Pampín, de los 18 primeros mandatarios que obtuvo hasta nuestros días.

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