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    » El litoral Corrientes

    Fecha: 07/09/2024 19:22

    Qué haríamos sin la prensa ventilando todo como por un tubo. Lo que alarma. Lo que asusta. La que vomita lo malo y lo bueno, si algo quedara en la cámara de deshechos que pueda salvarse. Sin duda que la proliferación que han abierto las redes sinfín de comunicaciones, no ha dejado nada en pie que podamos rescatar. Es un poco el espejo que nuestra actitud refractaria. Basta un poco mirarnos tal como somos, sin filtros. Así que no asustarnos de nuestras propias macanas. Lo malo como todo acto dinámico, que no se detiene, va mutando en otras noticias-a veces mucho peores- Es una necesidad urgente que lo morbo toma la calle, se expande y hasta conmueve reinos con la gravedad que rebatir muchas veces, induce a inventar respuestas “traídas de los pelos” que deforman la historia general. Pero, lo bueno, que gana estado público, denuncia y hasta casi persigue con la firme evidencia de la verdad. Lo malo es no tomarse el periodismo como jueces, cuando su misión solamente llega a fiscales. Viene a ser un poco, como vaticinaba el lema del mítico diario argentino “Crítica” de Natalio Botana: “Dios me puso sobre nuestra ciudad como un tábano sobre un noble caballo, para picarlo y mantenerlo despierto.” Expoliar constantemente, en su lucha y afán por mejorar la sociedad, con verdades aunque dolorosas, pero ciertas. Estamos viviendo una suerte de obra interminable, una guerra impiadosa, en que la prensa se la juega arriesgando en el límite mismo de lo permitido. Una lucha que obliga a comportarse como debieran y debiéramos. Tanto es así, que un exabrupto de la Vice Presidenta, Victoria Villarruel, tendiente a parar la mano, ha sido clarita tratando de situar a cada cual en su sitio, y no por ello se privó de decirlo con repercusión en todos los medios. “Al periodismo pautero y mala leche, le digo que deje de buscar titulares.” A buen entendedor, pocas palabras. Pero, ojo, el libreto lo escriben ellos mismos con sus actitudes poco claras, ya que la gestión se caracteriza de idas y contramarchas. Votos que ellos emiten en su propia contra creando caos y desconcierto. La objetividad, es imprescindible. Cuando se pierde la objetividad, no se la recupera nunca más. En periodismo, quien miente, pierde. Siempre la discordia como clima natural, en que la pelea es la naturaleza de las cosas. Un “emboyeré” cuya traducción interpreta cuando la sinrazón despierta vorazmente, y todo se hace desordenado lanzado por los aires. Esto me hace acordar, un viejo cantito basado en la obra del británico George Orwell, “Rebelión en la Granja” (“Animal Farm”), publicado en 1948 inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, que en base a él, en sorna lo entonábamos de chicos cada vez que se armaba “la gorda”, decía irónicamente: “Hay una bronca en el gallinero, hay. Pollos, patos y gallinas van, perseguidos bárbaramente por su patrón.” De un tiempo a esta parte, como único trámite la discordia se emplea como vía para cualquier cosa, cuando la calma se impone más que nunca. Porque no creo que los resultados adversos obtenidos y fabricados por ellos mismos, los enorgullezca. El verdadero poder no viene por ese lado, sino con la probidad que evalúa su excelencia. Gestión inteligente. Mesura para poder pensar y actuar como corresponde a un supuesto Gobierno trabajando en serio, no repitiendo los mismos errores. El autoritarismo como bandera, es mala consejera. El periodismo es la consecuencia de las noticias que se permiten, a la poca discreción, al poco recato de la investidura, dándole trascendencia a cosas sin importancia. Correspondería tomar en cuenta, la frase de Menem presidente: “Ramal que no anda. Ramal que se levanta.” Políticos y funcionarios que no andan, se levantan, se los borran. Se los suple por personas capaces e inteligentes. Hay que tener en cuenta, es decir tener cara para no tomar en serio, que detrás de cada acontecimiento está la gente. Hay una sociedad toda con el ajuste diciéndoles que el hambre es la consecuencia, de suplir urgencias por la vanidad de quien grita más fuerte, en un Congreso con visos de cancha de fútbol. Convengamos que con Loan, los medios invadieron Corrientes. Estuvieron los objetivos. Y de los otros, que potenciaron suposiciones lanzando sus propias versiones complicando aún más en lugar de aclarar. Ante el hermetismo de la causa, construyendo las propias sin evidencia alguna, se afianzaron expectativas, derivando, “encarajinando”, embarrando la cancha, cada cual con la suya. Claro, que es mucho mejor lograr la trascendencia del hecho para que los culpables muestren el rostro y pueda dilucidarse con la voluntad indeclinable de encontrar a Loan, que es el fin primero de un hecho aberrante. Otrora, con la fiel intervención de la prensa, ajustándose a la realidad que al final descubrió la trama, lo hizo persistentemente Telefé con Fanny Mandelbaum, periodista destacada en Jujuy para dilucidar el caso “María Soledad Morales.” Los medios hoy día y siempre, han sido una caja de resonancia incapaz de callar, que presiona con fuerza, cuyos embates repercuten felizmente en las fortísimas columnas del ostracismo. Quien calla, otorga. Repito siempre que hablo de medios, porque de sus enseñanzas aprendemos, las palabras de Dante Panzeri son verdades que no callan: “La palabra no ha sido inventada para no decir lo que pensamos. Para callar y ocultar, se inventó antes el silencio.” La objetividad, es imprescindible. Cuando se pierde la credibilidad, no se la recupera nunca más. En periodismo, quién miente, pierde.

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