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  • La Normal abre la espita del talento en Córdoba con Guillermo Weickert

    » Diario Cordoba

    Fecha: 03/09/2024 05:16

    Guillermo Weickert lleva más de media vida poniendo cuerpo y mente al servicio de la creación artística. Andaluz de nacimiento y de corazón, ha trabajado como coreógrafo, director de escena e intérprete de la mano de grandes profesionales de los que ha sabido absorber la sabiduría que le transmitían para crear su propia forma de comunicarse con el público a través de la danza contemporánea. Ahora que está a punto de cumplir los 50 años, embarcado en una emocionante aventura con una compañía de danza francesa, es él quien no duda en entregarse a proyectos como el de La Normal y los talleres La Rampa en Córdoba para compartir con los creadores del futuro su visión del arte y la creación. Veinte estudiantes de los últimos cursos de los Conservatorios de Danza de Andalucía participan desde ayer en el primero de los cursos que se impartirán en el Conservatorio de Danza Luis del Río (la sede de la Normal está en proceso de adaptación hasta final de año). Becados por el nuevo Centro Coreográfico de Córdoba, tendrán la posibilidad de trabajar, sudar y aprender con tres grandes profesionales (Guillermo Weickert, Pau Arán y Renate Graziadei) de aquí al 13 de septiembre. Alumnado de La Rampa, durante la primera sesión de trabajo. / Manuel Murillo Según Verónica Garzón, coordinadora de los talleres La Rampa, 40 alumnos presentaron sus propuestas para las becas de La Normal, de los que seleccionaron a veinte. "Dejamos fuera a personas que no tenían el nivel suficiente y podían verse frustrados en una formación de este tipo y a los que tienen un nivel demasiado alto y pueden aspirar a otro tipo de trabajo", explicó. Los elegidos debían tener un nivel técnico mínimo para seguir las instrucciones de los profesionales y estar motivados para este tipo de experiencia, "por eso hemos estudiado las ideas y planteamientos que tiene cada uno sobre la danza". Garzón recuerda que La Normal no es un centro de formación como tal, se trata de un centro coreográfico. El objetivo de La Rampa es fomentar y apoyar el talento emergente con estos talleres cada año en un entorno seguro, ponerles en contacto con jóvenes de otros conservatorios y generar así sinergias, al tiempo que conocen de cerca el trabajo de distintos profesionales. La asistencia es obligatoria todos los días de taller. La primera sesión no dejó indiferente a nadie, tampoco al profesor, que confesó haber encontrado un nivel muy alto y una muy buena disposición entre los participantes, la mayoría mujeres, que aunque comparten el sueño de la danza, trabajarán durante estas dos semanas juntos por primera vez. «En estos talleres trabajo el momento en que interseccionan el proceso educativo y creativo, ese camino que aun siendo individual se trabaja en grupo», explica Weickert, «he llamado el taller El juego invisible porque quiero abordar esas partes de la interpretación que no tiene tanto que ver con la técnica coreográfica, eso que no te enseñan en los conservatorios, sino que aprendes en el día a día». Asistentes a la clase de Guillermo Weicker en el Conservatorio de Danza Luis del Río. / Manuel Murillo El día de "hacer hueco" El primer día es el «de hacer hueco», así lo define el bailarín. «En este trabajo, somos mucho de acción, llegamos y nos ponemos a enseñar lo que sabemos hacer enseguida... así que para empezar propongo desacelerar, no hacer tanto sino desaprender de algún modo para que cuando volvamos a trabajar no estemos tan seguros en lo que hacemos y haya más predisposición a probar con otras prácticas que generen resultados nuevos y nos ayuden a transformarnos». En su opinión, «aunque todos estamos muy aburridos de nosotros mismos, al final siempre nos escudamos en lo que sabemos hacer». Para ello, se vale de la metáfora y lanza desafíos a los alumnos. «En el contact, propongo algo que vale para la vida real, no dar más peso al otro del que tú puedes soportar», explica, «repasamos principios básicos de la danza usando la metáfora para llevarla a otros terrenos». Poco amigo de dar consejos, sobre todo, porque «un día ellos pueden ser mis jefes», les anima a huir de la copia y del virtuosismo y que persigan y busquen dentro de ellos lo auténtico que puedan ofrecer al mundo. Del coreógrafo portugués Rui Horta aprendió que «no hay que tener miedo a decir que somos artistas, no es una cuestión de ego ni un estatus sino un compromiso social que nos exige trabajo». Guillermo Weicker, en el centro, durante la primera sesión de su curso, que se prolongará hasta el viernes. / Manuel Murillo En el alumnado, muy buenas impresiones. La cordobesa Eli Campos, admiradora de Antonio Ruz, se presentó para seguir formándose y está encantada. «Este día ha sido brutal, me ha gustado la forma sutil en que nos ha hecho tomar conciencia de cosas que hacemos sin apenas darnos cuenta», comentó. Marte Vela, jiennense estudiante de 5º del Conservatorio de Danza de Granada, está entusiasmada por asistir en primera persona a las clases de Weickert. «Me interesa especialmente cómo da cariño al espacio que debe provocar lo grotesco, lo feo, lo orgánico, lo visceral, cómo integra desde la sutileza para que se vea bonito en la danza». Todos tienen claro que es probable que el aprendizaje les lleve inevitablemente fuera de Andalucía, pero tienen claro que experiencias como esta son «muy valiosas» y que «hay que aprovecharlas». La espita del talento ya está abierta, que fluya. Suscríbete para seguir leyendo

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