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  • La batalla de los hemisferios

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    Fecha: 27/08/2024 11:51

    En los días del inicio de la Federación Mundial de Neurología y establecimiento del Día del Cerebro, hace casi setenta años, el profesor canadiense Herbert Marshall McLuhan enseñaba literatura inglesa. Poco después comenzaría a escribir sus libros más exitosos, a divulgar sus disruptivos pensamientos, trascendería el mundo académico y se encumbraría como uno de los gurúes mundiales de la comunicación. ¿Por qué conectar ambos hechos? La observación cotidiana del comportamiento de sus jóvenes estudiantes inspiró en McLuhan las primeras ideas sobre el cambio cultural que se avecinaba. Y uno de los factores que señalaba era el modo en que se distribuían las tareas según las características de nuestros hemisferios cerebrales. Teniendo en cuenta que el estudio del cerebro tuvo sus impulsos fundamentales en los años ´90, podemos afirmar una vez más que McLuhan fue uno de los grandes visionarios del siglo XX. The Global Village, obra póstuma del autor, representa el corolario de sus estudios sobre las transformaciones culturales acarreadas por los nuevos (hoy ya viejos o actuales) medios de comunicación. Esto no les gusta a los autoritarios El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad. Hoy más que nunca Suscribite Hay fenómenos actuales que sintetizan la cultura del presente: apenas retenemos el 25 por ciento de lo que escuchamos" McLuhan estaba convencido de que el desarrollo de la tecnología era el punto de partida para comprender la relación del hombre con el mundo. “Somos las herramientas que usamos”, decía. El punto de partida de sus ideas sobre el modo de uso del cerebro son las propiedades de los hemisferios que lo constituyen. El hemisferio derecho percibe la realidad espacialmente, es lugar de desarrollo de la creatividad y las emociones. El izquierdo procesa la información de forma lógica y secuencial, el tipo de contenido que debe completarse para ser entendido. No pienses, ¡para eso estoy yo! Por tanto, es admisible sostener que la cultura audiovisual promueve más el uso del hemisferio derecho, la simultaneidad visual -allí también encajan perfectamente textos como los que circulan en la red “X”, demasiado breves para profundizar en las ideas-. McLuhan pensaba que la estimulación de un hemisferio más que otro y la no armonización entre ellos podía provocar colisiones que afectarían la cultura y el equilibrio de la sociedad, nada menos. McLuhan estaba convencido de que el desarrollo de la tecnología era el punto de partida para comprender la relación del hombre con el mundo. “Somos las herramientas que usamos”, decía" Reducir la comprensión de la realidad a una imagen o un texto simplificados estimula más las emociones que el raciocinio. De tal manera, genera una distancia entre el mundo real y eso otro que no es más que una representación de la realidad. De tal modo, y siguiendo a McLuhan, en medio de esos estímulos la inmadurez cultural aumenta y se desactiva nuestra predisposición al pensamiento complejo. Leemos en la superficie y disfrutamos de esos resultados inmediatos. El mundo real desalienta, incumple las expectativas placenteras cultivadas en el cerebro mágico y entorpece el camino a la felicidad" Hay fenómenos actuales que sintetizan la cultura del presente: apenas retenemos el 25 por ciento de lo que escuchamos. En la escuela no se enseña a escuchar ni a dialogar, así como tampoco a hablar, leer y escribir. Pareciera que el hombre de hoy teme a los códigos de la comunicación acústica. Evidentemente, los modelos clásicos de lectura lineal y comprensión definidos por el funcionamiento del hemisferio izquierdo no resuelven la experiencia de encuentro con el lenguaje audiovisual. Lecciones del estoicismo para la generación Alfa La formación de los jóvenes en colegios y universidades sigue centrando el conocimiento en la lectura de textos -aun sabiendo que la batalla con los tutoriales de YouTube se pierde a diario-. Porque si el realismo de la “realidad virtual” no es parecerse a la cosa sino a los atributos de la cosa, es posible que solo funcione lo pseudocientífico o pseudorreal más que los hechos concretos y complejos; lo factual, el mundo “que se toca”, desalienta, incumple las expectativas placenteras cultivadas en el cerebro mágico y entorpece el camino a la felicidad. * Director del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de UADE

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