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» Clarin
Fecha: 25/08/2024 09:33
Qué cosa rara es la muerte. Toda la vida de una persona, condensada en un puñado de cenizas, entra en un cajoncito más chico que la caja de zapatos de un nene de 5 años. Y ahí estamos, ateridos y llorosos, en un mediodía helado, viendo cómo las cenizas de esa mujer que fue, rubia, alta, delgada e imponente, se funden con las de tantos otros, en el cinerario de una hermosa y emblemática iglesia de Belgrano, en este mediodía gris y helado de nuestro agosto porteño. Mientras el sacerdote las vuelca y murmura unas palabras de despedida, deseando que se reencuentre con sus seres queridos allí donde sea que esté ahora, imagino que cada uno de nosotros, testigos de la ceremonia, vamos deshilvanando nuestras propias memorias. Las conversaciones que tuvimos, sus muletillas, la entonación con la que decía “pero chiquiiiiita”, acentuando la segunda sílaba; los brindis compartidos, las “comiditas”, los cumpleaños, las recomendaciones de libros y películas, las novedades de amigos en común, esa cultura del goce y el disfrute que llevó adelante con uñas y dientes hasta que la enfermedad, a la que se le plantó con toda fiereza hasta el final, pudo más que ella.
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