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  • Sobre la educación, los salarios docentes y el Plan Masacre

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 25/08/2024 08:00

    Un buen sistema educativo, que mejore el desarrollo de las personas y sus capacidades, es una parte esencial del nuevo mundo que debemos construir entre todos, antes que este orden social genocida y biocida como es el capitalismo, termine con la humanidad. Por eso no son casuales las agresiones de todo orden que sufre la educación, analizó para AIM el impulsor de la cátedra abierta por un Mundo Nuevo, Luis Lafferriere. En nuestro país, la educación fue históricamente un vehículo importante para la igualación de las oportunidades sociales, en la formación para mejorar las condiciones de vida de las personas, no solo para quienes transitaban por el sistema, sino para la totalidad de la sociedad que recibe sus beneficios de forma indirecta. También nuestro sistema educativo fue en el siglo XX un ejemplo para el resto de América Latina y en todo el mundo, por la calidad del servicio brindado, por la cobertura del mismo en todo el territorio, y por su aporte a la mejora de todo el sistema social. Pero en las últimas cinco décadas se fue deteriorando progresivamente, en especial desde la infame década del 90 del siglo pasado, donde se aceleró su degradación en paralelo al despliegue de un nuevo modelo de país, neocolonial, extractivista depredador, de saqueo y corrupción, que sufrimos todos los argentinos. Desde entonces, y a pesar de los cambios de gobierno, no hubo modificaciones sustanciales en las cuestiones básicas que determinan el desarrollo intelectual de quienes transitan por las aulas en los distintos niveles educativos. La educación en general fue afectada por diferentes motivos: tanto porque los educandos provienen en un porcentaje significativo de un contexto con hogares carecientes de condiciones adecuadas para la satisfacción de las necesidades básicas (mala alimentación, abandono, viviendas precarias, etc.); como por los déficits de formación de los docentes en general, por los insuficientes presupuestos para la prestación del servicio, y por las pésimas condiciones salariales que recibe el personal a cargo. En este marco, el actual gobierno nacional (con el apoyo de la mayoría de los gobiernos provinciales), viene impulsando el Plan Masacre, siguiendo al pie de la letra las órdenes del poder económico y financiero mundial, de avanzar rápidamente en su objetivo de multiplicar la pobreza e indigencia como contracara del saqueo y la concentración. Para ello, y entre otras cosas, han puesto al Estado al comando de ese plan, que busca con sus políticas disminuir al máximo el consumo interno de la población y eliminar lo que queda de la clase media, para dejar más recursos para exportar y ampliar el saqueo material y dinerario del que es víctima toda la sociedad. Y el Estado busca bajar al máximo los gastos sociales o que beneficien a los sectores mayoritarios, para tener más ingresos disponibles para subsidiar a las grandes corporaciones y pagar a los usureros el tributo de una deuda externa fraudulenta, que nunca recibió el pueblo argentino, que ya se la hicieron pagar con su sacrificio más de diez veces, y que cada vez pagamos más y debemos más. Los salarios docentes están dentro del panorama general que viven los argentinos y el resto de los entrerrianos, afectados por un modelo económico social muy injusto, desigual, concentrador de las riquezas en un polo minoritario, y productor de pobreza e indigencia para la gran mayoría de la población. Para ese poder sin escrúpulos, que considera a nuestro país y toda América Latina como territorio de sacrificio, la gente sobra, los recursos son de ellos (estén donde estén en el mundo), y la educación es un gasto superfluo que debe suprimirse o achicarse al máximo. Y encontraron en este gobierno al mejor representante de sus criminales objetivos, que no vaciló en potenciar la inflación para empobrecer más aún a las grandes mayorías y en desfinanciar a las provincias quitando fondos que les pertenecen legítimamente. La brutal agresión a las universidades nacionales es una muestra clara hacia dónde nos quiere conducir este gobierno cruel e inhumano, donde los salarios del personal docente y no docente han perdido más de la mitad de su poder adquisitivo en unos pocos meses. Está claro que al imperio que toma las decisiones a través de su lacayo, lo que menos le interesa es la formación profesional de nuestros jóvenes. Para tener a una población empobrecida y viviendo en la miseria, no hay que educarla. Hay que sojuzgarla y reprimirla. Por eso, para educación no hay plata… para represión sí hay fondos infinitos. El gobierno provincial, fiel aliado del gobierno nacional, no sólo viene apoyando esas políticas, sino también aceptando sumisamente la pérdida de fondos en perjuicio de todos los entrerrianos, y no ofrece condiciones de mantenimiento en el poder adquisitivo de los docentes, a quienes no solo les quita parte de sus salarios reales sino también de sus derechos a reclamar legítimamente por sus ingresos deteriorados. En este marco hay que analizar la realidad de la educación en nuestra provincia y el actual reclamo docente, con el conflicto recién pospuesto (pero no resuelto) por una decisión de la justicia, que ha venido a lo largo de este siglo apoyando eficazmente las peticiones de los distintos gobiernos provinciales en contra de los reclamos populares. Es cierto que un porcentaje importante de padres de alumnos cursantes ven con alivio que se eviten e impidan las medidas de fuerza, muchos preocupados por no saber dónde dejar sus hijos en los días de paro, considerando que la escuela es una guardería para los menores. Pero ellos, y la sociedad toda, deben entender que lo que está en juego es mucho más importante: la formación de calidad de sus hijos y su futuro, que requiere entre otras cosas ingresos dignos para los responsables de su formación. Y también los docentes deben seguir peleando por sus derechos legítimos, a la vez que sumar su lucha a la del conjunto de la sociedad para lograr un cambio drástico del rumbo que llevamos hacia el abismo. Pero además, es un deber de los docentes trabajar por brindar en sus lugares de trabajo todo el esfuerzo necesario para que el sistema educativo mejore y contribuya a la formación de un pueblo consciente, comprometido con el cambio y con valores solidarios que se sumen a la lucha por un mundo nuevo. Así como todos debemos apoyar los reclamos legítimos de los docentes, y reclamar por urgentes mejoras en todo el sistema educativo (presupuestos adecuados, planes de estudio en función del imprescindible cambio social, una formación de maestros y profesores de calidad, etc), los docentes, como responsables de la formación integral de todos los argentinos, deben comprometerse a poner cada día todo su esfuerzo y empeño para que quienes transitan por el sistema educativo reciban la mejor educación posible. Para quienes soñamos con un Mundo Nuevo, la educación juega un rol esencial en su construcción. Y debe merecer el apoyo incondicional y la participación de toda la sociedad para su transformación en ese camino. Luis Lafferriere – Profesor universitario – Promotor de la Cátedra abierta Por un Mundo Nuevo.

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