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  • CUANDO LAS VÍCTIMAS DESAPARECEN. A siete años de la desaparición de un empresario

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 25/08/2024 06:35

    Domingos anteriores, abordamos casos de homicidios en los que, hasta el momento no se pudo encontrar a los responsables. Citamos cuatro tremendos hechos que terminaron con la vida de otras tantas personas. Cuatro se produjeron en nuestra ciudad, pero hubo otros en el resto de la provincia, como el homicidio de Gisela López, en Santa Elena, y del locutor Gabriel Insaurralde, en Paraná. Hasta el momento y pasados varios años, nunca se pudo determinar quiénes fueron las personas a las cuales señalar con toda certeza, como responsables de esos hechos. Hoy haremos referencia a casos en los que quienes parecen haberse volatilizado en el aire son las víctimas: la adolescente Fernanda Aguirre, en Paraná; la familia Gil, en Crucecita Séptima, departamento Nogoyá, y un empresario que frenó su camioneta en una ruta entre Gualeguay y Gobernador Mansilla, descendió y atravesó el camino a pie y nunca más se supo nada de él. Al menos es lo que pudieron determinar las pericias. El 27 de octubre se cumplirán siete años desde la última vez que se vio al empresario Omar Héctor Horacio Benvenuto. Era el titular de una empresa ubicada en Gualeguay, aunque vivía en Pilar, provincia de Buenos Aires. El hombre tenía 66 años, y era dueño de la firma de cilindros Inprosil SA, ubicada en calle presidente Illia, de Gualeguay. El viernes 27 de octubre de 2017, aproximadamente a las 19:00Hs. salió del lugar y se dirigió a su casa materna, donde solía pernoctar cuando llegaba a la ciudad, porque residía en Pilar, provincia de Buenos Aires. A las 19:50Hs. se lo vio salir de la propiedad, vestido con camisa y pantalón claros y saco azul. Subió a su camioneta Toyota Hilux gris y su regreso no está registrado en las cámaras de seguridad. Se supo que se dirigía hacia Gobernador Mansilla, una localidad ubicada a 70km de Gualeguay. Las cámaras captan el paso de su vehículo hacia el norte, hasta tomar la ruta 12. El rodado fue hallado después, estacionado en la banquina con las puertas cerradas, la llave puesta y su celular dentro. Peritos de rastros de la Policía de la provincia, descubrieron un giro de huellas en U, sobre ambas banquinas que retroceden unos metros hasta el lugar donde fue abandonado el vehículo. Perros expertos, magistrados despistados Uno de los perros rastreadores llevados al lugar, marcó que Benvenuto habría cruzado la ruta y habría –se presume–ascendido a otro vehículo. Y de ahí en más, desapareció. A la alarma la dio su hijo, quien lo esperaba en su casa como habían quedado, pero su padre nunca llegó. Se supo que habría mantenido una reunión con tres políticos entrerrianos por la venta de un terreno, y se los comenzó a investigar, sobre la base de un cruce de llamadas que luego fue desestimada ya que se había tratado de un error de los investigadores. Esta situación habría llevado a la renuncia del fiscal interviniente. Un mes después, también se apartó del caso la jueza, ya que surgió una pista que vinculaba el hecho con un secuestro extorsivo. Cuando se estaban por cumplir dos meses de la búsqueda, la familia recibió un llamado de una persona que se expresaba con un marcado acento colombiano. La voz exigía una determinada suma de dinero a cambio de liberar Benvenuto. Ante la posibilidad de que se estuviera ante un caso de secuestro extorsivo, la causa pasó a la esfera de la Justicia Federal, con sede en la ciudad de Paraná. Hipótesis que no se corroboraron La investigación siguió su curso con distintas líneas, una de ellas involucraba a una mujer paraguaya con la que el empresario habría tenido una relación sentimental, la que había terminado un tiempo antes de la desaparición del hombre. Pero esta pista tampoco prosperó. Entonces, se volvió a la hipótesis del secuestro exprés, que tampoco pudo corroborarse. Pasado el tiempo, sin datos sobre el paradero del empresario o el destino que habría sufrido, sin que en ninguno de los llamados de los presuntos secuestradores se diera una prueba de vida y sin datos fehacientes de su deceso, el Poder Judicial optó por emplazar formalmente para que se presentara si se hubiere alejado de su familia y negocios por propia voluntad. Así el Juzgado Civil y Comercial de Gualeguay publicó un edicto en el que se citaba a Omar Héctor Horacio Benvenuto a comparecer bajo apercibimiento, pues de no presentarse –se advertía– se declarará la presunción de su fallecimiento, en el marco del juicio de Declaración de Ausencia iniciado en ese juzgado. Ofrecen una recompensa En enero de 2024, el Ministerio de Seguridad de la Nación, por medio del programa de recompensas, decidió ampliar la recompensa a quién ofreciera datos certeros sobre la desaparición del empresario entrerriano. Así se dio a conocer que desde principio de este año se ofrecen 3 millones de pesos a quienes aporten datos que ayuden a localizar a Benvenuto. La denuncia puede realizar en forma anónima a la línea de teléfono gratuita N° 134. Un misterio para la sociedad Hasta este momento en que el tiempo avanza sin que se hayan producido mayores novedades, la asusencia prolongada del hombre de negocios sigue siendo un enigma. Incluso los llamados de los presuntos secuestradores, que daban, aparentemente, las únicas señas más o menos verosímiles de lo que podría haber pasado con Benvenuto, despertaron sospechas. Por algunos indicios, los llamados que llegaban a un teléfono de los que poseía la empresa, sembraron dudas sobre su autenticidad. A siete años de que el empresario frenó su vehículo en la banquina de la ruta 12 y bajó de la misma, dejando dentro hasta su celular, su destino sigue siendo un misterio para su familia y la sociedad. Y una deuda pendiente de la Justicia. Sin embargo, debe haber alguien que sí sabe qué fue lo que pasó con el empresario entrerriano, con quién se fue, quién se lo llevó, cómo y por qué. Lo más terrible, es que sus familiares no tienen ninguna respuesta a estas incógnitas. Ya no pueden escuchar su voz, ni contar con su presencia. No tiene siquiera un cuerpo en una tumba para llorarlo. No tiene un solo indicio de que esté vivo. Pero tampoco de que ha muerto.

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