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  • Cádiz: julio, 1936

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/08/2024 04:48

    Dado el arrollador avance de la secularización en los países del Occidente europeo, la casualidad se ve reemplazada a pasos agigantados en los estudios históricos por la causalidad. Así, la vieja aspiración de hacer de la Historia una disciplina científica o, al menos, de contextura muy racional, desaparece a ojos vistas en el panorama intelectual del presente. El deseo encendido en el mundo de los profesionales de Clío de explicar o interpretar los acontecimientos del pasado conforme a causas identificables a través de diferentes testimonios orales o escritos pierde terreno en el mundo historiográfico, ante la mirada dolorida y asombrada de los servidores de la muy noble y hermosa musa, guardiana fiel de las claves del comportamiento de nuestros antepasados, lejanos e inmediatos. El fenómeno mencionado no respeta las facetas o sucesos más relevantes del ayer. Un ejemplo español lo encontramos en el análisis siempre apasionante y nunca concluido acerca de los orígenes del desdichado drama de 1936. Resultado de un largo proceso de toxicidad y violencia política e ideológica, los elementos coyunturales e incluso circunstanciales que se dieron cita en su estallido se ven hodierno peraltados, muy peraltados, por numerosos de sus historiadores. De ahí que el anciano cronista, emborronador de muchas páginas acerca de la tragedia, se haya interesado por el testimonio aportado en punto a su desencadenamiento en la bahía gaditana en el verano de 1936 por un testigo en extremo interesante: el del jefe de Correos y Telégrafos de Cádiz en la susodicha fecha. Bien conocida es al respecto la importancia tenida por la ciudad de Hércules en las primeras horas de la contienda. El garantizarse una base sólida en torno al Estrecho de Gibraltar implicaba la mayor trascendencia para el bando rebelde a fin de asegurar, entre otros objetivos de primer orden, el tránsito a la Península del Ejército de África, levantado sin excepción contra el gobierno de Madrid. Muy pocos días antes del estallido de la incivil contienda, el gaditano y laureado coronel José Varela Infantes (1891-1951) se aquistó la connivencia de Luis Rodero -abuelo del amigo y colega del articulista, al que dicho compañero le ha informado del tan mencionado testimonio- para impedir que ninguna noticia favorable a los gubernamentales fuese vehiculada por la oficina comandada por aquel. El desarrollo de los inmediatos acontecimientos demostró la suma y decisiva importancia del protagonismo de L. Rodero en un episodio quizás de imponderable trascendencia en horas cruciales para el curso del terrible verano de 1936, según se comprobará en un siguiente artículo. *Catedrático Suscríbete para seguir leyendo

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