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  • Los misteriosos días del autor de “El Principito” en Entre Ríos

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 03/08/2024 15:20

    Antoine de Saint-Exupéry, aviador y escritor francés, es conocido mundialmente por su obra “El Principito”. Sin embargo, pocos conocen el impacto profundo que tuvo su paso por Concordia, Entre Ríos, en su vida y obra. Este episodio de su vida está lleno de anécdotas y detalles que revelan el carácter y la sensibilidad de este aventurero del aire. En octubre de 1929, Saint-Exupéry llegó a la Argentina como parte de su trabajo para la compañía Aéropostale. Su misión era establecer y mantener rutas de correo aéreo en el continente sudamericano. Era una tarea peligrosa y desafiante que requería un coraje y una habilidad excepcionales. En diciembre de ese mismo año, durante uno de sus vuelos, su avión Latécoère 25 sufrió una avería mientras intentaba aterrizar en Concordia, a orillas del Río Uruguay. Este incidente, que podría haber sido una tragedia, se convirtió en una de las experiencias más significativas de su vida. En las cercanías del lugar del aterrizaje forzoso, Saint-Exupéry fue acogido por una familia francesa que vivía en el Castillo San Carlos, una mansión de estilo Luis XV construida en 1888. Allí conoció a Suzanne y Edda Fuchs Valon, dos jóvenes de 12 y 18 años que vivían en el castillo. Las hermanas, con su frescura y espontaneidad, cautivaron al aviador. Esta conexión no solamente fue emocional, sino que también sirvió como una inspiración profunda para su obra. Las "princesitas argentinas", como las llamó Saint-Exupéry en sus escritos, dejaron una impresión duradera en él. En sus memorias y relatos posteriores, las describió con un cariño y admiración que trascendían lo meramente anecdótico. En un artículo publicado en la revista parisina Marianne, Saint-Exupéry habló de ellas, y también las mencionó en su libro “Tierra de hombres”. Estas referencias sugieren que parte del universo de “El Principito” se gestó en el litoral argentino y no únicamente en la imaginación del autor en Francia. Durante su estancia en el Castillo San Carlos, Saint-Exupéry quedó impresionado por la vida simple pero profunda de las jóvenes. Se maravilló al descubrir que tenían como mascotas a una iguana, una mangosta, un mono, un zorro y varias serpientes– le enseñaron al aviador nuevas maneras de comunicarse con los animales. Algunos de estos animales posteriormente encontrarían su lugar en “El Principito”. Estas experiencias en el campo entrerriano, tan distintas de su vida europea, le proporcionaron una nueva perspectiva y un aprecio por la simplicidad y la pureza de la vida. En grabaciones realizadas en 1941 en Nueva York, destinadas al cineasta Jean Renoir para realizar un film que no llegó a concretarse, Saint-Exupéry reflexionó sobre su tiempo en Concordia y admitió que estaba profundamente cautivado por Suzanne y Edda. En aquellos registros, junto con testimonios y materiales de archivo, proporcionan una visión íntima de su fascinación y el impacto duradero que tuvieron en su obra. La influencia de Suzanne y Edda se hace evidente en varios aspectos de “El Principito”. Su figura, con su inocencia y sabiduría, parece haber sido moldeada en parte por las cualidades que Saint-Exupéry admiraba en las dos jóvenes. El zorro, un personaje clave en el libro, encuentra su origen en las mascotas que tenían las hermanas. Estas conexiones no solamente enriquecen la narrativa del libro, sino que también subrayan la importancia de las experiencias personales del autor en la creación de su obra más famosa. Además del episodio en Concordia, Saint-Exupéry vivió intensamente en Argentina. En Buenos Aires, conoció a Consuelo Suncin, una escritora y artista salvadoreña que se convirtió en su esposa. Su relación, aunque tumultuosa, fue una fuente constante de inspiración para él. Consuelo, con su carácter apasionado y su espíritu libre, inspiró la figura de la rosa en “El Principito”. Esta relación, junto con sus experiencias como aviador, formó la base de muchas de sus reflexiones sobre el amor, la amistad y la responsabilidad. Saint-Exupéry regresó a Francia en febrero de 1931, llevando consigo un tesoro de experiencias y recuerdos de su tiempo en nuestro país. Estos años fueron fundamentales para su desarrollo tanto como aviador como escritor. Aunque su vida fue breve, terminó trágicamente el 31 de julio de 1944, a los 44 años, durante una misión de reconocimiento en la Segunda Guerra Mundial, su legado perdura a través de sus escritos y su influencia en la aviación. "El Principito", publicado en 1943, es uno de los libros más traducidos y leídos en el mundo: se puede conseguir en más de 250 idiomas y se han vendido millones de copias. La obra trasciende las fronteras de la literatura infantil y ofrece lecciones profundas sobre la vida, la amistad y el amor que resuenan tanto en niños como en adultos.

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