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    » La Nacion

    Fecha: 12/07/2024 01:49

    Escuchar Pocos conocen que la ley fundamental que Alemania se dio en 1949 contiene un artículo crucial impulsado por una mujer –abogada y socialista–, que se llamaba Elisabeth Selbert. Hay quienes la consideran “la madre” de la Constitución alemana, que fue revisada en 2012, tras la unificación, pero en 1948 el consejo parlamentario que redactó la ley fundamental estaba integrado por cuatro mujeres (Selbert, entre ellas) y 61 hombres, siguiendo el arbitrario espíritu de su época. Pese a ser una evidente minoría, al ver que los parlamentarios no incluían la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, Selbert y sus colegas Friederike Nadig, Helene Weber y Helene Wessel consiguieron movilizar a muchas otras, a través de la prensa y de la radio, para que la nueva Constitución plasmara esa igualdad negada desde principios de siglo. Con su valiente insistencia, la nueva Constitución incluyó la frase “Frauen und Männer sind gleichberechtigt” (“Los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos”), consagrando la igualdad ante la ley en su artículo tercero. Una frase que hoy naturalizamos costó un gran esfuerzo. Pero la ley fundamental alemana dice más: “El Estado promoverá la implementación efectiva de la igualdad de derechos para mujeres y hombres y tomará medidas para eliminar las desventajas que existen actualmente”. Estas cuatro pioneras no tienen páginas relevantes en la historia. Encontrar sus aportes lleva una minuciosa búsqueda de información. El peso del patriarcado ha sido ferozmente efectivo a lo largo del siglo XX. Aun cuando en los años 60 los movimientos feministas comenzaron a hacer oír sus voces, estas se alzaron en un desierto que preservó un statu quo que recién en el siglo XXI parece empezar a desmontarse. ¿Pero se está desmontando realmente en la Justicia? Como si las largas luchas de las mujeres por la igualdad no hubieran existido, en la Justicia argentina hay un estancamiento preocupante en torno a su participación en las altas cortes del país y particularmente en la Corte Suprema de Justicia la Nación (CSJN), donde el Poder Ejecutivo ha propuesto a dos hombres para ocupar las dos vacantes existentes. En una fundada presentación formal de observación al proceso de candidaturas a la Corte, ante el Ministerio de Justicia de la Nación, la presidente de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina (AMJA) expresó en nombre de la institución y sus representadas una formal oposición a la propuesta de los dos candidatos varones del Poder Ejecutivo, con prescindencia de sus nombres y de sus trayectorias, porque la representación en el máximo tribunal de la Argentina hoy tiene que respetar la paridad de género. Existe normativa abundante, en el nivel local y en el internacional, que propugna en pleno siglo XXI la igualdad de género y de oportunidades. Desde hace más de 160 años, dijo la jueza Susana Medina, en su texto, la CSJN ha estado integrada por jueces varones. Son 109 los magistrados hombres que la han integrado y solo tres mujeres, “representando estas últimas menos del tres por ciento del total. Esta disparidad resalta la crítica subrepresentación femenina en la CSJN”. Se trata de una desigualdad estructural, atribuible a una multiplicidad de causas, sobre todo a una naturalización que la sociedad hace. Pero es preciso enfatizar que hay una incongruencia evidente entre la composición de la sociedad y la participación de las mujeres en las más altas esferas del Poder Judicial. Se aceptan esos “estereotipos culturales discriminatorios” que son incompatibles no solo con la realidad actual, sino con instrumentos normativos internacionales. Si trazáramos un mapa de género en la Justicia argentina, en los 25 distritos del país, solo el 33,8% de los cargos en altos tribunales y cortes supremas están ocupados por mujeres. Partamos de la base de que casi el 53% de la población argentina son mujeres. En el más alto tribunal del país, uno de los tres poderes republicanos, la representación de mujeres hoy es 0%. En su esclarecedora presentación, Susana Medina recuerda que aun la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ha pronunciado sobre la escasa participación de las mujeres en las altas cortes. La normativa sobre la paridad de género es profusa, sobre todo después de la sanción de la ley respectiva, en 2017. Merced a esa norma hoy en el Congreso de la Nación Argentina hay un 43% de mujeres en la Cámara baja y un 24% en el Senado. Cuando las mujeres exigimos igualdad, no hablamos de una igualdad formal, sino concreta, real, sustantiva y sobre todo representativa, y garantizada por el Estado. Y esto viene impuesto desde nuestra Constitución nacional, que en su artículo 16 dispone que “…todos los habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad…”. Y el art. 75 en su inc. 23 (surgido de la reforma constitucional de 1994) subraya que el Congreso debe garantizar “la igualdad real de oportunidades y de trato”. Recientemente, la jueza Teresa Day, de la Suprema Corte de Mendoza, hizo foco en lo que hoy constituye el punto central en el debate de la próxima integración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, durante el coloquio convocado con motivo del proyecto de ley de paridad de género en el máximo tribunal, firmado por las senadoras Alejandra Vigo (Córdoba) y Mónica Silva (Río Negro). La jueza Day puso énfasis en destacar el papel fundamental que las senadoras juegan en la decisión del cuerpo al aprobar o rechazar que la Corte Suprema se integre con dos jueces hombres, además de los cuatro hoy en funciones. El proyecto promovido por la senadora Vigo, al que adhirió su colega Silva, es fundamental para plasmar un equilibrio de género en la Corte Suprema y también en las cortes provinciales, donde la presencia de juezas no tiene sostenibilidad. En la actualidad, solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Santa Cruz, sus respectivos tribunales superiores tienen mayoría femenina. En todos los demás, hay dos mujeres o una, y en otros tribunales provinciales, ninguna. La magistrada mendocina subrayó que es indispensable una ley que sostenga en el tiempo la paridad de género y dé oportunidades en las cortes del país. Del total de 72 miembros que tiene el Senado de la Nación, se necesitan 48 para dar acuerdo a los dos nombres masculinos propuestos por el Poder Ejecutivo. La Cámara alta hoy tiene 39 hombres y 33 mujeres. Esta es la hora en que las senadoras tienen la enorme responsabilidad de representar más que nunca a sus respectivas sociedades integradas mayoritariamente por mujeres (en la Argentina somos más mujeres que hombres, según datos estadísticos), porque mujeres y hombres debemos tener las mismas oportunidades. Hay épocas en que la historia nos interpela a no mirar para el costado y a no dar pasos atrás. Como mujeres no debemos esperar que los hombres cedan espacios, sino luchar nosotras solidariamente por ocuparlos. Como hace 85 años, en una conferencia en Buenos Aires el pensador español José Ortega y Gasset nos instó a los argentinos a poner manos a la obra, hoy hagamos escuchar el mismo clamor: ¡mujeres, a las cosas! Académica de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y presidente del Tribunal Superior de Justicia de CABA

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