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  • ¿Hidroaviones que partieron desde Bariloche frustraron ataque chileno?

    » El cordillerano

    Fecha: 07/07/2024 19:38

    OPERARON EN EL BRAZO CAMPANARIO DEL NAHUEL HUAPI | 07/07/2024 El llamativo acontecimiento tuvo lugar en 1929 y estuvo rodeado de tanto sigilo que prácticamente se desconoce. Dio el aviso el Gobierno alemán. Hidroaviones que operaron desde el brazo Campanario del lago Nahuel Huapi frustraron un ataque que, por sorpresa, iban a llevar a cabo las fuerzas armadas de Chile contra la Argentina. El llamativo suceso tuvo lugar en 1929 y, según versiones, el gobierno de Hipólito Yrigoyen recibió la alerta por parte de Alemania. Tanto sigilo provocó que el acontecimiento prácticamente se desconozca en la actualidad. No obstante, Juan Martín Biedma le dio entidad en su libro “Crónica histórica del lago Nahuel Huapi” (Editorial Caleuche-2003) sin dar curso a sospecha alguna. “En 1929 se produjo un acontecimiento de profunda trascendencia y cuyo epicentro estuvo, precisamente, en San Carlos de Bariloche. Por el sigilo con que fue tratado por las autoridades nacionales no produjo profundas consternaciones e incluso hoy es prácticamente desconocido. Me refiero al intento chileno de ocupar la Patagonia”, destacó en su escrito. Según el historiador “a fines de 1929, el presidente del imperio alemán, mariscal Von Hindenburg hace llegar una información confidencial al presidente Hipólito Yrigoyen. Los servicios de inteligencia germanos poseían pruebas de un plan chileno de invasión de la Patagonia. Como prueba, enviaban una serie de fotografías aéreas”, estableció. Cabe precisar que, por entonces, Alemania estaba en el período de la República de Weimar, aunque mantenía la denominación oficial de Imperio Alemán. La trama que recogió Biedma sostiene que “en las bases militares chilenas de Temuco, Puerto Montt y Aysén se aprestaban columnas de ataque. Una sobre Zapala y Neuquén, para luego caer sobre Bahía Blanca. Una segunda llegaría hasta Comodoro Rivadavia. Se esperaban bombardeos sobre la vía férrea del Neuquén, esta misma ciudad y los yacimientos de Plaza Huincul”. Para el autor, “que Alemania se haya enterado no es nada extraño, dada la numerosa colonia alemana asentada en el sur de Chile y que algún cónsul haya notificado el hecho a sus superiores. Pero, ¿por qué notificar a la Argentina? Quizá por agradecimiento a la neutralidad argentina durante la Primera Guerra Mundial, cuando era, precisamente, presidente Hipólito Yrigoyen”. Hay que añadir que, al Este de la cordillera, también era numerosa la colectividad europea. Según el historiador, “la respuesta argentina, diseñada por el propio presidente y el inspector general del Ejército, general Severo Toranzo, fue rápida, sagaz y eficaz: inspeccionar y fotografiar los pasos cordilleranos para detectar en ellos la presencia de tropas. Para esta delicada misión Yrigoyen en persona designó al alférez de navío de 27 años, Alberto Santu Riestra, avezado piloto naval, jefe de la escuadrilla de los hidroaviones Fairey III”. Años después y en plena Década Infame, el mismo oficial protagonizó un intento de complot contra el gobierno de Agustín Justo, cuando con varios camaradas intentó apoderarse del crucero “25 de Mayo”, aunque sin suerte. Para enfrentar la supuesta amenaza trasandina, “como base de operaciones se eligió el brazo Campanario del lago Nahuel Huapi, frente a Pichi Mahuida, residencia de Horacio Anasagasti y luego asiento de Prefectura Naval”, añade el relato de Biedma “Este brazo fue elegido por sus especiales condiciones para pista de hidroaviones por orientación y protección de los vientos”. Claro que no estaban previamente aquí. “El traslado de los aviones se hizo en el mayor secreto. La hipótesis más verosímil fue en tren hasta Ingeniero Jacobacci y luego por tierra, hasta el lugar del armado”, estimó el autor. Al parecer, no dio con documentación al respecto. Una vez aquí “Santu Riestra elucubró un plan para disponer de tiempo para tomar fotos antes que los cazas chilenos lo persiguieran. Pensó que los primeros que detectarían su presencia serían los carabineros, quienes darían la voz de alarma a los pilotos, quienes correrían de sus dormitorios, que estaban lejos, hasta la pista, calentarían los motores y recién podrían salir a interceptarlo”. Una eternidad. Por las dudas y “como margen extra de seguridad eligió la mañana del domingo, especulando que los oficiales se habrían acostado tarde el sábado”. Una precaución más: “El aviador argentino no regresa a su base de Nahuel Huapi, suponiendo, como sucedió, que los aviones chilenos lo interceptarían allí. Acuatizaba en diferentes lagos escondiendo sus aviones en ensenadas recónditas bajo árboles”. Finalmente, concretó con éxito su misión y “las fotografías evidenciaron la concentración de poderosos contingentes y fueron arma disuasoria eficaz al desarmar la sorpresa, factor clave del operativo”, especuló Biedma. “Nos queda planteado el interrogante de esta intentona”, admite su reconstrucción. “Descontada la tradicional apetencia sobre la Patagonia, cuya pérdida Chile difícilmente aceptaba, se elucubra que en esta oportunidad se unieron intereses de las grandes potencias, alarmadas por el intento de Yrigoyen de nacionalizar el petróleo y realizar acuerdos con la Unión Soviética”. La primera chance puede tener algo de verosimilitud, pero para 1929, hacía cinco años que la ex-URSS había finalizado una desgarradora guerra civil y estaba lejos de ser la potencia geopolítica en la que se convirtió después de la Segunda Guerra Mundial. Biedma citó como fuentes de su relato “Historia del Chubut”, de Clemente Dumrauf y el informe del teniente de Fragata Héctor Maqueira (1993), que facilitó al autor Luis García Bourimborde.

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