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  • “Mi obra es más un movimiento de sacralizar lo profano que de profanar lo sagrado"

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 07/07/2024 00:45

    Por Carlos Lezcano y Fernanda Toccalino Especial para El Litoral Leo Guardianelli abreva en distintas tradiciones diciendo algo nuevo, es un artista que tiende un doble puente que une lo antiguo con lo moderno y la filosofía con el arte. En su camino, un día se encontró con el breve pero iluminador libro de Hans-Georg Gadamer “La actualidad de lo bello” donde el filósofo dice, entre otras cosas, que el arte descubre, des-oculta y a la vez que oculta. Se retira de la interpretación y requiere del otro para completar su sentido. Gadamer pone su mirada en lo simbólico y esta idea donde su pensamiento influye de manera notable en nuestro artista. El filósofo se remonta al origen de la palabra símbolo que es, “en principio, una palabra técnica de la lengua griega y significa tablilla del recuerdo. El dueño de casa le regala a su huésped la llamada tessera hospitalis; rompía una tablilla en dos, conservando una mitad para sí y regalándole la otra al huésped para que, si al cabo de treinta o cincuenta años vuelve a la casa un descendiente de ese huésped, puedan reconocerse juntando los dos pedazos. Algo con lo cual se reconoce a un antiguo conocido”. Pero lo simbólico no sólo remite a algo que trae sino a algo que además, sale a nuestro encuentro, algo que “detenta en sí su significado”. Es decir que la obra de arte no es una alegoría “que nos dice algo para que se piense otra cosa, sino que precisamente en ella misma puede encontrarse lo que ella tenga que decir”. Esto es lo que nos ocurre ante la obra de Leo, nos remite a algo de un tiempo lejano pero porta en sí mismo un sentido nuevo. La belleza es, entonces, la evocación de un orden integro, donde “lo simbólico descansa sobre un insoluble juego de contrarios, de mostración y ocultación” Leo nació en 1995 en General José de San Martín, Chaco. Es licenciado en Artes Combinadas (UNNE), profesor de Dibujo y Pintura (Conservatorio Fracassi), diseñador y artista visual. Desde 2014 muestra su obra en exposiciones individuales y grupales, entre las que se destacan: PLAY, Semana de videoarte (2014 y 2015) en Corrientes; Premio MACSUR de Lanús (2019 y 2020, con mención honorífica en la primera ocasión); XIII Bienal de Arte Sacro Contemporáneo en el Centro Cultural Recoleta (2023); segundo Premio Nacional de Artes Visuales de Chaco en el MUBA René Brusau (2023). En 2023 recibió el premio In Situ a mejor artista individual durante la Feria A362 en Resistencia y obtuvo el Segundo Premio Adquisición de menores de 35 años en el XVI Premio Nacional de Pintura Banco Central en Ciudad de Buenos Aires (2023). Estamos impactados por el trabajo tan cuidadoso, tan minucioso de tus obras. Parecen grabados, estampas antiguas, pero son dibujos hechos con estilógrafo. Contanos un poco sobre la técnica y fundamentalmente, sobre estas imágenes que hablan de tu cotidiano. Me da muchísimo orgullo escuchar eso. Quería decir que estoy muy agradecido porque no es la primera vez que expongo en Corrientes pero sí de forma individual. Tuve el placer de exponer en “Play videoarte” con una animación y también en Santa Ana en La Embajada como invitado y estoy recontento de haber participado en “El Vivero”, la galería que se encuentra en el Espacio Mariño, me parece una iniciativa muy importante para renovar un poco el tipo de propuestas en la ciudad y la región. La muestra se llamó “El jardín secreto”. ¿De qué se trató? Fue justamente un conjunto de dibujos hechos con estilógrafo, una escultura y un montaje de formato instalativo, algo que traté de materializar. Estudié en la facultad la Licenciatura en Artes Combinadas pero, estudiando uno lo ve desde afuera, entiende el concepto de instalación y de los nuevos formatos, pero yo venía del palo del dibujo y de la pintura, mucho más tradicionalista. Me costaba hacer esa conexión, hasta que en un momento empecé a entender que el dibujo también es un objeto finalizado y eso lleva a un montaje que puede tomar un carácter instalativo. Eso me liberó y me dio muchas posibilidades. También probamos montajes con el equipo de la galería, Julián y Ale, y “La Imperfecta” nos dio las plantas que dieron vida al “experimento”. Es decir que en la muestra hubo un montón de dibujos pero también un pequeño ambiente de jardincito que acompañó al espacio como una gran vidriera que permitió ver, no solo mientras uno estaba dentro de la sala, sino desde afuera acompañando otras actividades del patio de “La Mariño”. En esa escenografía de patio sucedió la muestra y tocó algunas ideas que venís trabajando. ¿Cuáles son? Si, traté de tomarlo como una excusa para poder revisitar algunas metáforas que para mí son importantes, y que vengo trabajando desde hace siete años. Se trata de una investigación iconográfica de simbolismos que provienen a veces del arte sacro-religioso, de las religiones como más conocidas, oficiales si se quiere, del catolicismo en particular que es el que más me interesa y más me interpela pero también mucho de simbología esotérica (que también me interesa mucho). Lo que me copa no es justamente la cosa tan misteriosa sino al revés es cómo se conecta con la vida cotidiana, con la vida directa y real de cada uno de nosotros y de lo que estamos experimentando este tiempo, en esta tierra. Es algo que me parece que vale la pena explorar y además, de acercar lo sacro, lo sagrado con lo profano y vincular estos dos mundos. En tu Instagram estas imágenes van siempre acompañadas de un texto que arrancan con un tono muy apocalíptico, muy terrible, como que todo está por explotar, pero siempre terminan con un mensaje esperanzador valorando las pequeñas cosas, lo afectivo, los vínculos, el mate, los amigos, el perro, las plantas, las mascotas. Volver a una cosa más pequeña, más cercana, más barrial. Sí, me metí en ese camino y a esas imágenes sagradas las llevo a otros ámbitos al ponerle un mate, una pavita o algo, un perrito, lo hace más accesible también para quien lo ve y se siente interpelado por esas imágenes. Reactualiza el mito a través de la ritualización en la vida real que uno puede hacerlo a través de la parsimonia propia de los rituales como ir a misa o tener una experiencia de corte religioso pero creo que también los rituales son los cotidianos, los que tenemos día a día, y esto, también está estudiado. Hay muchos artistas que lo trabajan, en mi caso me influyó mucho Blas Aparecido, cuando conocí la obra fue un antes y un después, sobre todo a nivel regional (porque es muy importante saber que hay gente que está produciendo cosas copadas y que está cerca). Fue empezar a tocar eso que decís, ese movimiento entre lo dramático y bajar un cambio. Tiene que ver con lo sagrado y lo profano que en mi caso es más un movimiento de sacralizar lo profano que de profanar lo sagrado, no porque tenga problema con ese tipo de prácticas en sí, sino porque me parecen interesantes. Me interesa tomar lo cotidiano y elevarlo con todo el cariño que pueda y ese cariño quiero que se manifieste a través del trabajo manual y la pericia, que para mí es muy importante. Siento que hay un valor en esa artesanía en esa carga energética que hay en ponerle mucha intención a lo que uno está haciendo y mucho detalle que hace que tome un valor distinto y para mí eso es muy importante porque cada una de las obras toca temas trascendentes. Trato de no tocar temas superfluos, no porque tenga problema nuevamente con eso, sino porque para eso ya tengo otro ámbito en mi vida y en la obra siento que es importante que tenga una problemática que me interpele de verdad. Nos contabas que la gente te pregunta cuánto tardas en hacer una obra. ¿Cuánto tardas? Tardo mucho, pero en realidad, tardo más en pensar el dibujo y en procesarlo, tardo en encontrar la idea. Por ejemplo había una obra que era de una especie de reinterpretación de las “Tentaciones de San Antonio” que tardé un montón en hacerla, como 4 ó 5 meses pero además ya tenía dos años de haberla pensado por primera vez y no podía hacer las cosas rápido y bajar la idea sino que necesité procesarlo y digerirlo. Esa laboriosidad te da ese tiempo para hacerlo, para repensarlo. Podemos pensar en un tiempo compartido que se detiene, a contramano del tiempo veloz contemporáneo, el tiempo de la obra y su proceso, es un tiempo que permite detenerse a disfrutar del jardín. Exactamente en el jardín está la obra, es tratar de favorecer a la aparición de esa experiencia, tratar de facilitar ese tipo de experiencias que para mí son fundamentales porque nosotros vivimos en una sociedad que está con un nivel de atención muy efímero para todas las cosas y esto no tiene por qué ser malo pero tampoco tiene por qué ser todo el tiempo así. Creo que necesitamos también un momento para poder bajar y poder experimentar ese tiempo que es realmente esa experiencia de aprender a detenerse como decía Gadamer y que también está conectado con el tiempo del mito que es un tiempo cíclico que no obedece a las leyes del “aquí y ahora” sino que obedece a algo más profundo que se va desarrollando en otro ritmo. Interesante porque podríamos preguntarnos: ¿qué es la belleza? Me lo sigo preguntando todo el tiempo, creo que es susceptible a malas interpretaciones pero la belleza, creo que es un señuelo. Lo importante de la belleza no es la belleza en sí sino a dónde lleva, es un camino, una atracción que te lleva a un espejo, a un portal que te lleva hacia otra cosa. La importancia de la belleza en la obra es que te atrape y te lleve a una propuesta más profunda. La belleza, lo que hace justamente es poder captar algo. Mi operación se basa justamente en la cosa perceptiva al principio, porque necesito un primer atrape para poder sentir la conexión con las obras. No puedo hablar por los demás pero busco que el espectador pueda sentirse llamado por la obra a través de sus formas para poder entrar en una experiencia de viaje que después lo lleve a otros lugares o a pensar o sentir cosas quizás más profundas que tienen que ver con los arquetipos y la identificación que se pueden sentir con los distintos elementos o con una cantidad de detalles donde puede haber una mística y un misterio que hace que uno se detenga a mirar y a descubrirla por capas donde va entrando y van apareciendo cosas. ¿Cómo un sueño? Totalmente, mi sueño es un montón de sueños. A Homero Simpson le pasa esto en la serie, siempre que dice: mi sueño es tal cosa, March le dice: tu sueño era hacer tal cosa y lo cumpliste el año pasado. Me pasa todo el tiempo pero porque voy cambiando de sueño y ahora estoy jodiendo con que algún día me gustaría ver el “Jardín de las Delicias” del Bosco y que es exactamente ese tipo de experiencia que no se termina, que siempre estás redescubriendo algo. Me encantaría lograr algo así, creo que estas cosas son entrenamientos para algún día poder lograr una especie de mamushka. El soporte de tus dibujos, MDF o papel, es de color ocre. Exacto, hecho sobre papel viejo, que no es blanco, que tiene el color marrón que para mí es una referencia directa al paso del tiempo. Siento eso como inspiración directa de los grabados alquímicos y también de la obra de Durero o la ilustración en general de cuentos de fantasía como una especie del género que está instalado en la cultura popular, que uno ni siquiera necesita conocer la referencia sino que ya se entiende, más o menos, que va por ahí. Facilita conectar con esta otra experiencia del tiempo. Hay un indicio, un puntapié de que esto no está pasando en este tiempo exactamente sino en otro o fuera del tiempo. Esto permite pensar en una temporalidad fuera del tiempo que lo proporciona, por ejemplo la fiesta, el ritual y también el arte. En los últimos años pudimos ver tu obra en diferentes espacios, sobre todo en Resistencia, en el MUBA tuviste una exposición individual y además fuiste seleccionado en el Premio Chaco con la obra “Madre Dolorosa”, una escultura que es un corazón de cemento, con cuchillos clavados. La imagen de la madre no aparece pero presentas al corazón sangrante, colgado de una cadena. No es un corazón blando, es un corazón de piedra. Aparecen nuevos elementos en tu manera de producir. Extrañamente es la obra que más les gusta a los niños, uno no lo calcularía, no lo podría predecir pero pasó así. La muestra fue muy importante, evento canónico, fue como un antes y un después en mi vida a nivel carrera porque se abrieron un par de puertas. Uno va sembrando y sembrando, soy muy taurino en ese sentido, entiendo que mi proceso es sembrar un montón y el día que sale, sale, no trato de ponerme nervioso de que salgan las cosas. Fue una muestra ambiciosa. Sí, porque tenía treinta y pico de piezas y una curaduría compleja con obras que eran distintas a las que venía haciendo, eran estas esculturas. Se aprende exponiendo, así como uno aprende a dibujar dibujando. Esta muestra me sirvió para aprender pequeñas cosas, como por ejemplo el hecho de que es importante que haya distintos tipos de experiencias, que algunas obras sean más pequeñas, otras sean más grandes, otras más dramáticas, otras más leves. Necesitaba como una tridimensionalidad y que no sea de cualquier modo sino que sea de potencia dramática y surgió la idea de Madre Dolorosa. Tenía desde hacía un año dándome vueltas en mi cabeza pero no sabía cómo resolverla, no iba por el lado del dibujo. Tenía la imagen porque fuimos a Paraguay en un viaje de estudios con Cleopatra Barrios, con Ana Belén Cavalieri y con Carlitos Vivas, amigos que estudian la religiosidad popular. Fuimos a visitar un montón de santuarios y al Museo del Barro. Me rompió totalmente la cabeza la cantidad de arte sacro del Paraguay, su particularidad dramática donde hay mucha sangre. Y me quedó la imagen de la Virgen llorando con los cuchillos, en un momento de redescubrir cosas emocionales, y me dije: este es un símbolo que me va a permitir entender cosas de mi vida. La verdad es que estoy recontento de haberlo hecho porque no solo me sirvió para eso sino que me di cuenta de que en esa obra se logró un nivel de síntesis que normalmente no logro. Vi que conecta con gente de muy distinto palo y siento que hasta tiene algo de emoji como de los íconos del WhatsApp porque es simple, es un corazón con unos cuchillos y punto, pero la materialidad también cambia y genera conectar la obra con la muestra a nivel instalativo.

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