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  • 1880 Aprestos revolucionarios en Concordia

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 06/07/2024 16:25

    La provincia de Buenos Aires se había estado preparando para destituir al gobierno de la Nación, formando milicias y adquiriendo gran cantidad de armamento moderno para tal fin. Esta rebelión tenía conexiones en Corrientes y algunos puntos de Entre Ríos, que apoyaba el movimiento Autonomista porteño contra las autoridades nacionales. En Concordia la comandaba el teniente coronel Fernando Méndez, quien se encontraba asilado el Salto oriental desde donde organizaba la revuelta. También se tenían noticias de que el coronel Miguel Guarumba se encontraba acampado en el Ayuí Chico con 400 lanceros, aunque se ignoraba su actitud ante los sucesos. El 21 de junio de 1880 amanecía con la noticia de que el ilustre coronel Aquileo González había sido cobardemente asesinado, siendo el Jefe de Policía, por sus subordinados implicados en la revuelta, en la calle Constitución (ahora B. Mitre), frente a donde hoy está la puerta de los Tribunales, pero en aquellos años eran los corrales de los caballos de la policía. Uno de sus hombres quiso defenderlo, el moreno teniente Romualdo Cardozo, pero también recibió varias puñaladas aplicadas por los sediciosos. Ante tan graves acontecimientos, varios de los vecinos más influyentes, trataban de organizarse para la defensa de la ciudad. Las familias de Concordia temían por su seguridad, no quedándoles otra alternativa que encerrarse en sus casas y armarse con lo que tuvieran a mano. La señora del coronel Aquileo González, que dormía en la casa de su hermano en la calle Córdoba (hoy Hipólito Yrigoyen) detrás de los cuarteles de policía, al preguntar la razón de los tiros y gritos en la Jefatura de Policía y saber del asesinato de su esposo, corrió a la casa del comandante Anderson, compadre del asesinado y amigo personal. Apenas enterado de lo ocurrido, montó en su caballo que había dejado ensillado a la noche en prevención por los rumores que corrían sobre una posible sublevación, de acuerdo a las noticias llegadas de Corrientes y de Buenos Aires. El coronel Aquileo González también estaba enterado de que algo se preparaba en Concordia por los informes que recibía de el Salto oriental, desde donde era informado por su colega don Teófilo Córdova que le hace saber que el 16/6/1880 “que el vapor El Pingo (hoy Club de Pesca) venido hoy, han llegado ochocientos fusiles Remington, quinientas lanzas y quinientos sables, así es mi amigo que no tema a la canalla que nos quiere invadir, si lo llegan a hacer, me preparo para darles una lección muy severa” Mientras tanto en Concordia por su parte, Badaracco y Retolazza llamaron al pueblo a las armas para la defensa y consiguieron reunir unos doscientos hombres, entre los que se mezclaron algunos sublevados con intenciones de promover el levantamiento armado contra el gobierno, pero fueron descubiertos y apresados. Los sublevados tomaron por su cuenta el cuartel de policía liberando a Jaime Pujol, quien se puso al frente de la revuelta junto a Argumedo y el Dr. Spangenberg, el guarda González, un pardo cochero que era sargento en la Guardia Nacional y otros que avanzan sobre la habitación del Jefe coronel González, que dormía en el cuartel de policía en prevención de las noticias que tenía y quien resultó asesinado como señalé antes, ya que alcanzó a ganar la calle y doblar en la esquina, siendo alcanzado frente a los corrales de la policía y ultimado a machetazos. El comandante Anderson ni bien se enteró en forma directa por la esposa de Aquileo González de que este había sido muerto y se encontraba su cadáver en la calle, sin dudar un instante montó a caballo que había tenido la precaución de dejar ensillado, ante los rumores de agitación revolucionaria. Además, el había tomado medidas, dada la forma en la que se había enrarecido el ambiente en Buenos Aires y con buen tino supuso que Corrientes y Entre Ríos participarían. Anderson lo había prevenido al Coronel González sobre su sospecha, pero este le restó importancia contando con la fidelidad de sus hombres y de su autoridad como militar y como Jefe de Policía. Carlos Anderson recogió el cadáver de su amigo que en principio quedó tendido en la calle, ya que nadie atinaba a hacerse cargo, hasta que el señor Marino Dunsford que se desempeñaba como Juez de Paz, recogió los restos de su amigo asesinado y así le informó al comandante Anderson a quien entregó el cuerpo. Otro de los cabecillas el Dr. Spangenberg era secundado por un hombre de cierto nivel cultural llamado Jaime Pujol, español de nacimiento quien se encontraba detenido. Los sucesos en la policía fueron provocados para ponerlo en libertad. De allí partió a todo galope en busca de Guarumba que era su amigo particular Arribó al campamento del Ayuí Chico a las 4 de la mañana, aún sin saber de qué lado estaba el coronel Guarumba y sus hombres. Lo primero que le dijo el comandante Anderson fue “He comprometido mi palabra de honor, asegurando al pueblo de Concordia que Ud. permanece en su tradicional actitud de fidelidad al gobierno, y que, por consiguiente, será su garantía en estos momentos de indecisión y vacilaciones” Guarumba, que a pesar de su falta de instrucción era un hombre pacífico y noble, le dijo “que asegurase para tranquilidad del vecindario todo cuanto fuera preciso, que el estaba dispuesto a cumplirlo, pues jamás había sido traidor” Quedó establecido entonces, que el coronel Guarumba entraría esa misma mañana a Concordia para traer serenidad a los habitantes atemorizados. A las 11 de la mañana desfilaron los 400 lanceros de Guarumba, demostrando un comportamiento digno de todo elogio por su corrección con su jefe a la cabeza en compañía del comandante Carlos Anderson para que no quedaran dudas sobre a quién apoyaban. Cuando en Concepción del Uruguay, que era la Capital de la Provincia y en Buenos Aires tuvieron noticias del amotinamiento de la policía y la muerte del jefe, pensaron que toda la zona hasta Corrientes, estaba en poder de los revolucionarios ya que se combatía en Buenos Aires y en la provincia, en Barracas, Puente Alsina, Los Corrales (actual Parque Patricios) y en Carmen de Areco, con las fuerzas porteñas comandadas por los coroneles José Inocencio Arias y Manuel Campos que respondían a Carlos Tejedor. Pero en Concordia los revolucionarios habían huido, ante la presencia de tropas organizadas y su cabecilla el teniente coronel Fernando G. Méndez ya se hallaba expatriado en el Salto oriental, desde que su casa había sido asaltada por una partida policial con orden de fusilarlo, escapando por milagro cruzando el río. El comandante Carlos Anderson se comunicó telegráficamente con el gobernador coronel José F. Antelo, instalado en Concepción del Uruguay diciéndole que confiara en la tranquilidad de este departamento y también el de Federación y que disponía ya de 1.000 lanceros, en respaldo del presidente Avellaneda y también del gobernador Antelo. El gobernador Antelo contestó el telegrama, nombrando al comandante Anderson como segundo jefe de las fuerzas de Guarumba con el grado de teniente coronel. El general Roca le decía a Anderson “Me felicito de que tu te encuentres ahí. Creo que ya no habrá necesidad de nada, pero debes estar pronto para segunda orden. Dile al coronel Guarumba que tiene la confianza del gobierno, que se le tendrá al corriente de lo que ocurra y que se asesore de ti para proceder” Como se ve, el general Roca tuteaba al comandante Anderson sin conocerlo, pero es que lo confundía con su hermano Juan, con quien había sido condiscípulo y amigo en el Colegio Nacional del Uruguay. De allí arranca, sin embargo, su destacada actuación en la política de Entre Ríos. NOTA: la ciudad de Buenos Aires era la capital de la provincia de Buenos Aires y rechazaba que se instalara allí un presidente de la Nación con autoridad en todo el país, incluso sobre la provincia de Buenos Aires. Esto finalmente se solucionó con la fundación de la ciudad de La Plata, como sede de la gobernación de Buenos Aires. Antes, el presidente de la República era un huésped en la Ciudad de Buenos Aires.

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