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  • El último romántico

    » Perfil

    Fecha: 06/07/2024 13:25

    Escuchar música en vivo es un orgasmo. Estoy buscándo una metáfora más inteligente pero no la encuentro. No hay palabras que expliquen el placer de presenciar cómo se mezclan sofisticación y clasicismo en un blues que por momentos es rock, hasta su deriva en boleros. Maxi Prietto une y reúne. Sin una gota de sobreactuación, maneja la escena con ascetismo y habilita ese austero mecanismo de relojería que es su banda. Una y muchas. Aplomo y profesionalismo sobre un colchón de versos libres y estribillos que se repiten como un mantra. Escuchar a Prietto en vivo es un acto que se pretende pasivo pero que evulle. Oír involucra ese órgano interior que es el oído, aunque también algo de la vista, pero sobre todo esas cajas de resonancia que son el cuerpo entero, el tórax y el cráneo, donde las vibraciones continúan aún después de que la música haya dejado de sonar. Tal vez por eso tarareamos o seguimos cantando al otro día, cuando nos levantamos en ese especial estado de felicidad. Admiro la combinación de orden y descontrol de esa perfecta zapada que se escapa, para luego volver con la calidad de los mejores arreglos al esquema original de la métrica organizada. Todo sucediendo mientra el poema ruega por un orden. “Trae orden a mi vida/ trae orden a mi vida/ orden/ orden”, y los músicos escapan a la realidad cerrando los ojos y nos hacen partícipes de ese des-habitar el mundo. ¿Hay algún tipo de trabajo en la escucha o solo se trata de dejerse ir, desprenderse de todo pensamiento y disfrutar? ¿Puedo no interpretar mientras tanto y sólo recibir? Esto no les gusta a los autoritarios El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad. Hoy más que nunca Suscribite Oír es, de pronto, escuchar. Es hacer algo con los silencios internos, con los saltos entre las canciones o entre las estrofas, con la aparición del violín de Alex Musatov que suena como a gotas de una lluvia que recién comienza. Oír es, de pronto, bailar un tema acústico, es olvidar las voces monstruosas y la muerte de los que amamos, es corear, pedir un tema, querer saber quién es cada uno de todos esos que nos están haciendo bien. Noelia Sinkunas en piano, Felipe Pipe Correa en batería, la fuerza procaz de los graves del contrabajo de Damián Manfredi, y él, Prietto, la voz de una generación de poetas honestos. El último romántico.

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