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  • “Los resultados son sorprendentes”: la insólita conexión entre las finanzas personales y el Alzheimer que registró un estudio

    » La Nacion

    Fecha: 06/07/2024 09:24

    Escuchar NUEVA YORK.- Mucho antes de padecer demencia, las personas suelen empezar a retrasarse en el pago de hipotecas, tarjetas de crédito y otras obligaciones financieras, según revela un nuevo estudio. Un equipo de economistas y expertos médicos del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y de la Universidad de Georgetown combinó los registros de Medicare con los datos de Equifax, la oficina de crédito, para estudiar cómo cambiaba el comportamiento de endeudamiento de las personas en los años anteriores y posteriores al diagnóstico de Alzheimer o un trastorno similar. El resultado fue sorprendente: la puntuación crediticia de quien más tarde desarrolla demencia empieza a caer bruscamente mucho antes de que se identifique su enfermedad. Un año antes del diagnóstico, estas personas tenían un 17,2 por ciento más de probabilidades de ser morosas en los pagos de su hipoteca que antes del inicio de la enfermedad, y un 34,3 por ciento más de ser morosas en las facturas de sus tarjetas de crédito. Los problemas empiezan incluso antes: la investigación muestra que las personas se retrasan en el pago de sus deudas cinco años antes del diagnóstico. “Los resultados son sorprendentes tanto por su claridad como por su coherencia”, dijo Carole Roan Gresenz, economista de la Universidad de Georgetown, quien fue una de las autoras del estudio. Además explicó que las puntuaciones de crédito y la morosidad “empeoran de manera sistemática con el tiempo a medida que se acerca el diagnóstico, por lo que literalmente reflejan los cambios en el deterioro cognitivo que estamos observando”. La investigación se suma a un creciente corpus de trabajos que documentan lo que muchos pacientes de Alzheimer y sus familias ya saben: la toma de decisiones, incluidas las financieras, puede empezar a deteriorarse mucho antes de que se determine o incluso se sospeche un diagnóstico. Quien empieza a experimentar deterioro cognitivo puede dejar de pagar, hacer compras impulsivas o transferir dinero a inversiones arriesgadas que no habría considerado antes de la enfermedad. “No solo nos volvemos olvidadizos, sino que cambia nuestra tolerancia al riesgo”, afirma Lauren Hersch Nicholas, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado, quien ha estudiado el impacto de la demencia en las finanzas de las personas. “De repente puede parecer una buena decisión mover una cartera financiera diversificada hacia acciones que alguien nos haya recomendado”. Fases Las personas en las primeras fases de la enfermedad también son vulnerables a estafas y fraudes, añadió Nicholas, quien no participó en la investigación de la Reserva Federal de Nueva York. En un artículo publicado el año pasado, ella y varios coautores descubrieron que las personas propensas a desarrollar demencia veían disminuir su patrimonio familiar en la década previa al diagnóstico. Es probable que las complicaciones solo aumenten a medida que la población estadounidense envejezca y más personas desarrollen demencia. El estudio de la Reserva Federal de Nueva York calcula que en la próxima década se producirán 600.000 impagos como consecuencia de trastornos de memoria no diagnosticados. Los investigadores sostienen que es probable que esta cifra subestime el impacto. Sus datos solo incluyen los problemas que aparecen en los informes crediticios, como los retrasos en los pagos, y no la gama mucho más amplia de repercusiones financieras que pueden causar estas enfermedades. Wilbert van der Klaauw, economista de la Reserva Federal de Nueva York y otro de los autores del estudio, explica que, cuando a su madre le diagnosticaron Alzheimer, su familia descubrió multas de estacionamiento e infracciones de tráfico que ella había ocultado. “En todo caso, esto es una especie de subestimación del tipo de dificultades financieras que puede experimentar la gente”, dijo. Datos Poco antes de que le diagnosticaran Alzheimer, Jay Reinstein compró un BMW que no podía pagar. “Entré en un concesionario y volví a casa con un BMW”, dijo. “A mi mujer no le hizo ninguna gracia”. Por ese entonces, Reinstein acababa de jubilarse como asistente del alcalde de Fayetteville, Carolina del Norte. Llevaba años notando problemas de memoria, pero los atribuía a su exigente trabajo. Solo después del diagnóstico se enteró de que sus amigos y compañeros también habían notado los cambios, pero no habían dicho nada. Reinstein, de 63 años, es afortunado. Tiene una pensión pública y una esposa que puede vigilar sus gastos. Pero para quienes tienen menos recursos, las decisiones financieras tomadas en los años anteriores al diagnóstico pueden tener graves consecuencias, dejándolos sin dinero en el momento en que más lo necesitan. Los autores del estudio de la Reserva Federal de Nueva York señalaron que los efectos financieros que observaron eran anteriores a la mayoría de los costos asociados a la enfermedad, como la necesidad de cuidados a largo plazo. El estudio amplía las investigaciones anteriores en parte por su gran escala: los investigadores tuvieron acceso a los datos sanitarios y financieros de casi 2,5 millones de estadounidenses mayores con enfermedades crónicas, de los cuales aproximadamente medio millón fueron diagnosticados de Alzheimer o trastornos relacionados. (Los registros estaban anonimizados, lo que permitió a los investigadores combinar los dos conjuntos de datos sin tener acceso a detalles identificativos de los pacientes individuales). La gran cantidad de datos permitió a los investigadores hacer un corte más fino que en estudios anteriores, analizando el impacto de la raza, el sexo, el tamaño del hogar y otras variables. Por ejemplo, las personas afrodescendientes tenían más del doble de probabilidades que las blancas de tener problemas económicos antes del diagnóstico, quizá porque tenían menos recursos para empezar, y también porque a los pacientes afrodescendientes se les suele diagnosticar más tarde en el curso de la enfermedad. Los investigadores esperaban que los datos les permitieran desarrollar con el tiempo un algoritmo predictivo que pudiera identificar a las personas que podrían estar sufriendo problemas en la toma de decisiones financieras asociadas a la enfermedad de Alzheimer, aunque subrayaron que quedaban temas por resolver sobre quién tendría acceso a esa información y cómo se utilizaría. Hasta entonces, según los investigadores, sus hallazgos deberían servir de advertencia a los estadounidenses mayores y a sus familias para que se preparen ante la posibilidad de un diagnóstico de Alzheimer. Eso podría significar tomar medidas como otorgar un poder financiero a una persona de confianza, o prestar atención a los síntomas de que alguien podría estar comportándose de forma inusual. Nicholas está de acuerdo. “Deberíamos pensar en la posibilidad de que surjan dificultades económicas relacionadas con una enfermedad que ni siquiera sabemos que tenemos”, dijo. “Sabiendo eso, la gente debería estar atenta a estos síntomas entre amigos y familiares”. Por Ben Casselman The New York Times The New York Times

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