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  • "Apuestas hubo siempre, pero nunca hubo una maquinaria tan perfecta para generar adictos"

    » La Capital

    Fecha: 05/07/2024 22:55

    La preocupación de docentes, padres y especialistas es cada vez mayor . Servidores de wifi que colapsan en los recreos porque los chicos hacen apuestas online , adolescentes que no pueden dejar de jugar y contraen deudas impagables. Y en un contexto, como advierte el psiquiatra Federico Pavlosky, de una generación de chicos "con más depresión, más autolesiones, angustia, vacío y menos contacto con otros". Fundador y director del Dispositivo Pavlovsky, un espacio de tratamiento para personas con consumos problemáticos y adicciones, Pavlovsky es el coordinador del libro " Apuestas online. La tormenta perfecta " (Noveduc). "Apuestas hubo siempre, pero nunca hubo una maquinaria tan perfecta para generar adictos con este nivel de complejidad", advierte el especialista. Esta semana se conoció que la provincia dispuso el bloqueo de páginas ilegales de apuestas online en 106 escuelas de Rosario . Algoritmos, crianza digital y apuestas online, neurociencia aplicada al juego y el mundo gamer son algunos de los tópicos que aborda el libro. En diálogo con La Capital , el especialista sostiene que estamos asistiendo a un " experimento social " y que, al menos en la Argentina, cobró fuerza desde el Mundial de Qatar 2022. donde los desarrolladores tecnológicos "encontraron un producto perfecto a dos clicks de distancia" que atrae a chicos muy futboleros. Y eso apalancado por una "la campaña publicitaria más importante que tenga memoria, por la dimensión, caudal y volumen de dinero como la que vemos de las casas de apuestas". —Están llegando al consultorio de salud mental pacientes que no existían. No estaba el motivo de consulta “solicito atención para mi hijo porque tiene una deuda económica que contrajo haciendo apuestas online”. No veíamos chicos con adicciones conductuales al juego y eso existe básicamente desde el Mundial (2022), aunque se profundizó en los últimos meses. Los dispositivos de adicciones atienden fundamentalmente a personas un poco más grandes. Cuando están involucradas sustancias las personas que llegan a los tratamientos tienen todo un período de desarrollo de la adicción que requiere tiempo. Entonces llegan tras 5, 8 o 10 años de consumo previo. Por eso estamos habituados a atender personas que entre 30 a 35 años, pero en este tema el promedio es de 18 años. —Y decís que fue desde el Mundial... —No es la pandemia la referencia, sino el Mundial. Y desde la campaña publicitaria más importante que tenga memoria. No recuerdo campaña de la dimensión, caudal y volumen de dinero como la que vemos de las casas de apuestas. Por eso llamamos al libro como tormenta perfecta, porque tenés chicos muy chicos de 7, 8 o 9 años con teléfonos inteligentes, una velocidad de procesamiento de la información muy rápida, acceso irrestricto a todas las plataformas y sistemas de mensajería con escaso o nulo control parental. Los padres no tienen la menor idea de qué están haciendo los chicos. Y encima ganamos el Mundial, por lo que tenés una generación de chicos que estudian fútbol, que ven partidos de Europa y que conocen todos los jugadores. Entonces encontraron un producto perfecto a dos clicks de distancia para apostar, no como el viejo prode analógico del siglo XX, sino que pueden hacerlo en un partido en vivo, con un enganche adictivo y toda la tecnología armada para retener al cliente. El problema es el cliente son adolescentes que no deberían estar apostando con su teléfono. >> Leer más: La provincia bloqueó páginas ilegales de apuestas online en 106 escuelas de Rosario image - 2024-05-14T190955.204.png El legislador planteó que las apuestas online son un flagelo que afectan a la sociedad, y ante todo a los jóvenes. Chicos hiperconectados —De qué manera es posible el control en un contexto de chicos hiperconectados y algoritmos diseñados para llegar a ellos. —Estamos frente a un problema muy complejo, en relación a un nivel de desarrollo tecnológico que avanza a una velocidad que no tiene comparación en la historia humana. Todo se está acelerando de manera exponencial y los desarrolladores de tecnología crean productos pero no tienen la menor idea ni el interés respecto a cuál va a ser la repercusión en la salud mental de las personas que los consumen. Esto se da en una sociedad digital, de manera que no se puede decir “no a las drogas”, como se propiciaba hace 30 o 40 años. Acá no van a poder decir “no a los celulares”, porque esa es una batalla perdida. —¿Y entonces? —Entonces hay un proceso muy complejo en donde vamos a vivir con tecnología y seguramente vamos a tener que aprender a tener una posición menos neutra y más crítica. Entender que detrás de los algoritmos hay personas, intereses, negocios, sesgos. Que esta idea de la tecnología como algo impoluto que refleja una nueva verdad no es tan así. Basta mirar a ciertos desarrolladores de tecnología de vanguardia que tienen casi una posición mesiánica. Estamos en un experimento social en donde la idea es crear productos tecnológicos perfectos y llegar a ese estado de singularidad, en donde las máquinas van a superar a los humanos para crear súper humanos. Digo que esto tiene algo mesiánico en el sentido de llegar a un nivel de desarrollo tecnológico supremo, aunque en el medio está la población, los adolescentes o los jóvenes que utilizan la tecnología, se enredan, se pierden y sufren. Hay una generación de chicos que sufre con Instagram y el manejo de las redes sociales. Esto está bien retratado en el libro “La generación ansiosa”, de Jonathan Haidt. Tenés una generación de chicos con más depresión, más autolesiones, angustia, vacío y menos contacto con otros. Con menos reuniones presenciales, más encierro y una cantidad elevada de horas de pantalla por día. Por eso creo que va a ser muy importante el diálogo con los padres, la concientización y prestar atención a los docentes. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Noveduc Libros (@librosnoveduc) El rol de los docentes —¿Qué me podés decir del rol docente en esta problemática? —Los docentes han estado a la altura de las circunstancias porque han sido los primeros que han denunciado el gran lío que hay en todo el país, con chicos que están apostando en clase o en los recreos. Desde hace años tienen un papel social devaluado, pero acá cumplieron un rol súper importante. Sí creo que tienen que recibir capacitación en todo lo que tiene que ver con el mundo digital, para identificar pautas de alarma y ver cuál es la relación de los chicos con la tecnología. Pero no creo que haya que sobrecargar a los docentes con más cosas. Están haciendo muy bien su trabajo y en tal caso, cuando captan estas cosas, tienen que avisar a la familia. A veces se les termina pidiendo los docentes que resuelvan la vida de los chicos, pero lo que están haciendo es espectacular. He leído emails de maestros desde La Rioja a Tierra del Fuego, de pueblitos chicos a grandes ciudades diciendo “acá hay un problema”. Esto lo dijeron antes que aparezcan las notas en los diarios o que la política lo convierta en un tema de agenda. Porque ahora la política está recogiendo el guante y hay varios proyectos legislativos que tienen consenso, como generar líneas telefónicas, capacitar, armar equipos de salud, regular la publicidad o mejorar la verificación de la edad, para que no puedan ingresar chicos menores a las casas de apuesta. He leído varios proyectos de ley y participado como asesor en algunos de ellos, que se encaminan dentro de lo posible que se puede hacer. Porque del otro lado hay un mercado de apuestas legal, pero también uno ilegal, con una rapidez, volatilidad y creatividad que lleva a que haya chicos que apuestan por WhatsApp, con cajeros, corredores y casas de apuestas. Es un problema en progreso, que no empezó con las apuestas online ni termina con ellas. —¿En qué sentido? —Estamos hablando mucho de las apuestas online por el caudal de la campaña publicitaria. Pero también estoy viendo muchos problemas con la pornografía. También vale la pena destacar que el hecho de que un chico tenga acceso a una puesta online, aunque no debería tenerlo, no lo transforma inmediatamente en un adicto al juego. Hay un porcentaje específico de personas que cuando tienen acceso a estos mecanismos tecnológicos pueden desarrollar una adicción. Esos son los pacientes que se endeudan con cifras imposibles, piden plata prestada o van usureros. Y las familias se terminan enterando mucho tiempo después, porque hay mucha vergüenza, tristeza y un sentimiento de que uno defraudó y endeudó a sus padres. Porque después la gente que quiere cobrar el dinero no llama al chico de 15 años, las deudas se cobran con los adultos. Estamos recibiendo semanalmente pedidos de ayuda de gente angustiada. Tampoco creo que vaya a haber una ola de pacientes con problemáticas de apuestas online, pero sí está viniendo un paciente que no existía, tanto en apuestas online como en pornografía. Y estamos hablando de chicos de entre 18 y 25 años. lineup.jpg Hagan sus apuestas. El juego on line es una puerta de ingreso demasiado abierta para los adolescentes Una pelea desigual —¿Qué le podrías decir a esos chicos? —El digital es un mundo con oportunidades enormemente atractivo y con riesgos. Uno tiene que entender que está consumiendo cosas gratuitas a un costo muy alto, que tiene que ver con lo que los economistas llaman “costo de oportunidad”, porque particularmente los teléfonos están diseñados, desde lo estético, lo visual y la usabilidad, para que vos los utilices cada vez más. Están hechos para que uno tenga un uso compulsivo de las aplicaciones, porque está la idea de retener al usuario el mayor tiempo posible. Uno como usuario de tecnología tiene que empezar a desarrollar una posición de menor inocencia y acá es muy importante el rol de los padres en una instancia de regulación. Hay que intentar retrasar el uso de teléfonos inteligentes. Hay chicos que a los 10 años ya tienen teléfono y probablemente las edades más convenientes para que lo tengan sea a los 15 o 16 años. El digital es un mundo novedoso, divertido pero tiene un costo muy alto en el desarrollo personal, porque hay muchas cosas que uno se empieza a perder. En esa experiencia inmersiva ve menos amigos, practica menos deportes grupales e invierte mucho tiempo dejándose llevar por una lógica algorítmica que todo el tiempo te está mostrando cosas atractivas. Entonces después de dos horas uno llega a preguntarse “qué estoy haciendo”. Porque empiezo viendo un gol de la selección y terminó viendo goles de la segunda división de Francia. Hay algo que se llama economía de la atención que apunta a diseñar productos para que vos estés el mayor tiempo posible frente a la pantalla, porque ese es el negocio. Entonces si vos tenés megaempresas internacionales diseñando productos en este sentido es despareja la lucha para un chico de 15 o 16 años. Ahí es donde los profesores, la prensa, los padres, los divulgadores científicos, los políticos y los especialistas en la salud mental tenemos que decir “esto no funciona”. También está el tema de la publicidad, que es un actor social del consumo. Con la nicotina se reguló la publicidad y bajaron los porcentajes de dependencia. Bueno, con el tema de las apuestas las agencias tienen que rendir más cuenta. —En el libro decís igual que así como tenés esta problemática en los chicos hay padres adictos a Instagram. —Sí, padres que no pueden parar de postear cosas o que están todo el día puteándose por Twitter, que están chequeando las redes sociales todo el tiempo. Hay adolescentes que dicen “en casa es así, ni hablamos y cada uno está con su dispositivo”. Habitualmente el de las adicciones es un mundo segmentado y estigmatizado, es un colectivo de pacientes muy maltratado, un adicto es una vergüenza social y familiar. Pero acá está pasando algo curioso, y es que hay una suerte de horizontalización de las adicciones. Porque el mercado, las neurociencias y la tecnología se han fusionado y lanzan productos perfectos que nos hacen adictos a todos. Tenemos que repensar qué es una adicción, porque todos estamos viviendo una experiencia adictiva. Algunos llegaremos al extremo de que no podemos parar y entonces se desarrolla una adicción digital, pero un gran sector de la población va a desarrollar consumo problemático de tecnología y entonces se duerme menos. El CEO de Netflix dio la mejor definición cuando declaró que el mayor competidor de su plataforma era el sueño. Y el mayor competidor de las redes sociales es la experiencia real, el contacto con otros, jugar, salir a la plaza, caerte, embarrarte, jugar en equipo. El filósofo Byung-Chul Han tiene un libro hermoso que se llama “La desaparición de los rituales”. Ahí dice que estamos en una sociedad hiperconectada donde no hay comunidad. Hay gente que tiene 6 mil, 10 mil o 20 mil seguidores en Instagram pero no sabe quiénes son. Estamos en un momento de mucha soledad y de consumo problemático de tecnología. Entonces de pronto aparece una alarma social que son las apuestas, pero que que las veo como el hecho más grotesco y radicalizado de un fenómeno más amplio. Todo va a una velocidad y con un vértigo que es un momento complicado para ser experto en este tema. Al libro lo hubiese llamado “no entiendo lo que pasa”, porque todos los días estoy tratando de entender. Con familias que me cuentan que ahora se está apostando por WhatsApp y todos los días es algo distinto. Apuestas hubo siempre, pero nunca hubo una maquinaria tan perfecta para generar adictos con este nivel de complejidad. Alguna vez un Estado utilizó drogas de manera sistemática, que fue el ejército alemán con las anfetaminas. Entonces sus soldados estaban tres días sin dormir manejando tanques, pero acá hay un experimento social. Otro dato interesante es que las empresas de tecnología reclutan a las mentes más brillantes de las neurociencias. De tal manera que esas empresas saben mucho más de neurociencias que los expertos en salud mental.

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