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  • Peronismo en crisis: compañeros buscando un símbolo de paz

    » Diario textual

    Fecha: 05/07/2024 14:16

    Por Norberto G. Asquini Esta semana se cumplieron 50 años del fallecimiento de Juan Domingo Perón y la efeméride redonda llevó a reflexionar sobre el momento actual del peronismo nacional. Y si: este es un momento terrible si los hubo para el peronismo, golpeado por la era Milei, casi como una herida autoinfligida por sus desaciertos en la presidencia de Alberto Fernández, pero que se arrastraban desde la de Cristina Fernández. No sorprende: no pudo ser eficaz, no dio soluciones a la gente, no interpretó a las mayorías populares como siempre lo hizo. Un peronismo que no fue peronista para quedar sumergido en la peor crisis de su historia. Fragmentado, confundido, derrotado en las urnas, sin una conducción nacional (con liderazgos además cuestionados) y diezmado su poder territorial. Gobierna un puñado de provincias y solo cuatro levantan las banderas del General para resistir a la cruel y destructiva experiencia encabezada por Milei: Buenos Aires, La Pampa, La Rioja y Formosa. Y en el Congreso no tiene la mayoría para frenar el desquicio libertario. Le falta un norte doctrinario luego de insistir con un modelo agotado por sus excesos y dogmatismos, le falta un proyecto nacional y de desarrollo y sobre todo un liderazgo. Asoma Axel Kicillof como promesa de alternativa, CFK conserva su ascendiente, Massa por ahora está agazapado y Moreno es el influencer del folclore peronista. Como indica el periodista Marcelo Falak: “Ensimismado en sus dogmas y reyertas, el peronismo no logra adaptarse a una realidad que no supo manejar”. A esa realidad le queda perfecta la letra de Charly García: “Y damos vueltas a la heladera y solo queda un limón sin exprimir / Nos divertimos en primavera y en invierno nos queremos morir”. Y a ese peronismo le falta encontrar el símbolo de paz que llene su vacío existencial, hoy lejos del poder y sobre todo de la gente. A pesar del diagnóstico pesimista, siempre queda de dónde agarrarse. El consultor Hugo Haime indica que aún conserva el piso del 35%. Y aunque la gente siga resentida con la experiencia K y da escalofríos que Milei tenga una imagen demasiado alta, como indicaba Perón, al final el tiempo ordena todo. Pampa adentro ¿Y en La Pampa? La Pampa sufre los sacudones de una realidad crítica para el peronismo nacional, pero es una isla. El peronismo la supo mantener en 2023 por cuatro años cuando afrontó una ola que pedía cambio. Revalidó, con su gestión, la provincia con el 47% de los votos. Pero la crisis también sacude al castillo pampeano: perdió cantidad de pueblos y la oposición ha crecido en votos y voluntad de poder. La Pampa es una de las provincias que encabeza la resistencia a Milei con el gobernador Sergio Ziliotto. Habrá que pasar 2025 como se pueda, pero la mirada está puesta en llegar bien a 2027. En la oposición mientras tanto se relamen: se apuesta a que la destrucción de Milei para romper y derrotar al peronismo pampeano, sin entender que dejará solo las ruinas, y se los llevará a ellos también. El desafío del peronismo pampeano estará en sostenerse. Su capital político ha sido, a pesar de cualquier tensión y desgarro interno, la unidad. Finalmente todos terminan con el pie del plato. Por ahí parece ser el camino. Pero la cuestión siempre es el ombligo propio: mientras algunos esperan a lo que ocurra con la experiencia libertaria, otros apuran los tiempos; asoman disidencias y siempre está presente el poder de veto de algún dirigente. Los tironeos no se deben dramatizar, pero encienden alarmas a futuro. Los caminos que quedan Tal vez el camino esté también en abrirse, ampliarse, interpretar a nuevos votantes que no se ha tenido en cuenta. Cambiar el discurso, como pide Kicillof que amaga con quedarse con el bastón de mariscal haciendo frente a la cascoteada del resto. En La Pampa el peronismo lo hizo en su momento conteniendo a algunos partidos chicos, ahora está la idea (muy verde) de convocar a dirigentes radicales. Tal vez no sea por ahí, la política pampeana está muy marcada por el peronismo y el antiperonismo. Otro camino que no se debe desandar es el de haber sostenido una identidad provincial que ayudó a perpetuarse en el poder. Y una gestión con buena imagen que la gente quiere votar y apoyar. En ese sentido, la reciente elección municipal en Río Cuarto, en medio del vendaval mileísta, dejó algunas enseñanzas por sus lecturas nacionales hacia adelante. Por un lado, una gestión positiva del gobernante saliente, es lo suficientemente importante, como para neutralizar el posible cambio. Aunque a veces, con buena gestión no alcance. El consultor Mario Riorda suma otros elementos para pensarla desde lo provincial: no se modifica un sistema de partidos en todos los niveles si no hay resultados percibidos por la gente (y a Milei le falta mucho). Y aun si se modificase el sistema nacional de partidos, las realidades locales y provinciales son un activo muy valioso para el freno de esas modificaciones. Y por supuesto, no es fácil derrotar a un oficialismo recurrentemente ganador sin oferta opositora novedosa. ¿Están dadas las condiciones en La Pampa para un cambio? Finalmente, el peronismo pampeano además de la crisis nacional está pasando por otra transición y es la etapa pos grandes liderazgos como fueron los de Rubén Marín y Carlos Verna. Hay una renovación generacional que comenzó con Ziliotto, pero que coincidió con la debacle del peronismo nacional, el agotamiento del kirchnerismo y la emergencia del libertarismo. Todavía es pronto. Milei y sus consecuencias se llevan todas las preocupaciones. Algunas cuestiones es mejor obviarlas, aunque la autocrítica se remolonea. Y para colmo, todavía falta mucho para que llegue ese símbolo de paz que le marque el rumbo nacional al peronismo en crisis.

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