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  • ¿Qué pasaba en 1816 en el noroeste de la Patagonia?

    » El cordillerano

    Fecha: 04/07/2024 12:03

    TAN LEJOS DE TUCUMÁN Y BUENOS AIRES | 04/07/2024 Lee también: El Nahuel Huapi no permaneció ajeno a la trama que enfrentó a patriotas y realistas Suele suponerse que al no ejercer España dominio efectivo sobre la región, la Revolución de Mayo y la Declaración de Independencia no tuvieron grandes consecuencias por aquí. Pero… Como España nunca tuvo control efectivo sobre el noroeste de la Patagonia, en general se supone que en las fechas claves de 1810 y 1816 no sucedió nada relevante por aquí. Sin embargo, investigaciones relativamente recientes resaltan que los realistas se hicieron fuertes en la actual jurisdicción de Neuquén y que las poblaciones indígenas del Nahuel Huapi no pudieron permanecer ajenas a los sucesos que tenían lugar en Chile o en las Provincias Unidas del Río de la Plata. Es más, la contienda con los partidarios de la monarquía no finalizó con la Batalla de Ayacucho en 1824 como todavía se asume, sino en geografías patagónicas y bastante después. “Suele pensarse que los sucesos de 1810 y 1816 fueron claves en el proceso emancipatorio de Argentina, pero que tuvieron poca incidencia en las regiones fronterizas del sur, las cuales permanecían bajo el control de sociedades indígenas. Sin embargo, el nuevo orden impuesto tanto en Santiago (Chile) como en Buenos Aires, dio lugar a una contrarrevolución realista como fuerza de choque con un amplio apoyo social e incidió directamente en la dinámica de las tierras indígenas”, señaló la historiadora Carla Manara en intercambio con El Cordillerano. Docente en la Universidad Nacional del Comahue, nuestra interlocutora escribió “Contrarrevolución en las fronteras. El liderazgo de los hermanos Pincheira en la guerrilla del sur americano (1818-1832)” (Prohistoria Ediciones – 2021), en cuyas páginas precisamente aborda sucesos que tuvieron lugar en sitios que hoy forman parte de Neuquén o Río Negro. “Lo que fue ocurriendo fronteras adentro afectó la marcha de la revolución y la consolidación del modelo liberal. Fue así como comenzó el período de Guerra a Muerte, una lucha sin límites ni concesiones por parte de ambos bandos, un conflicto expandido a ambos lados de la cordillera de los Andes en los centros urbanos, campiñas y más allá de las fronteras”, explicó. Si se deja ver la historia desde Buenos Aires, “cuando Fernando VII fue tomado cautivo por Napoleón en 1808 se abrió un camino de conflictividad creciente, que impuso cambios sucesivos y del cual ya no habría retorno. El orden posrevolucionario construido por las fuerzas independentistas, tanto en el Río de la Plata como en Santiago, generó focos de lucha en el área de la Araucanía, extendiéndose rápidamente al este andino, por el norte de la Patagonia hasta el frente atlántico”, describió Manara. “Las montoneras realistas operaron en todos los frentes de fronteras en forma simultánea, dejando expresa constancia del rechazo al modelo impuesto. No solo fueron españoles, criollos y mestizos, sino también gran parte de los loncos regionales”, explicó. El libro de la doctora Manara. En efecto, “estas vastas tierras estaban fuera del control de la elite santiaguina y de la porteña, no había pueblos sometidos ni tributarios, ni indios yanaconas o encomendados, como en otras regiones hispano-coloniales conquistadas. Tampoco había fortines, misiones o capillas, ni asentamientos estables de población blanca, a más de aquellos que lograban transitar tierra adentro con el permiso de los loncos, especie de incursiones controladas y hasta guiadas, por los mismos nativos previo pago de un peaje. No obstante, ambos gobiernos republicanos avanzaban sistemáticamente frontera adentro, compitiendo por el control de los pasos cordilleranos y por entablar alianzas con los loncos”, estableció. En consecuencia, “se fue dando una recomposición de fuerzas, nuevas alianzas inter e intra étnicas y grandes traslados de poblaciones, procurando un reposicionamiento en el trastocado contexto. La internalización de la guerrilla realista y la movilización contante de las montoneras fue alterando paulatinamente los parámetros tradicionales”, describió la historiadora. “Por efecto de la revolución y los siguientes avatares de la Guerra a Muerte, aumentó la conflictividad reinante”. En ese contexto, “ninguna parcialidad indígena pudo permanecer neutral frente al conflicto. Los loncos hicieron alianzas con las fuerzas en pugna -realistas, republicanos, unitarios y federales- para garantizar la sobrevivencia de los suyos y disponer de la ayuda necesaria para enfrentar a sus enemigos internos o recuperar cautivos. La lucha era por sus tierras, circuitos de intercambios y la posibilidad de conseguir recursos, permisos, ayuda militar o bien poder levantar sus toldos cerca de los fuertes para el trueque o recibir raciones. Es decir, se fueron readaptando a las nuevas condiciones, procurando no perder el control de lo propio”, señaló la investigadora. En definitiva, “la contraofensiva realista, desde 1818 hasta 1832, creó situaciones inéditas, afectando directa e indirectamente a las poblaciones de fronteras adentro. Se acrecentaron viejas rivalidades, se armaron coaliciones de fuerzas, hubo numerosos litigios políticos, cautiverios y malones. Ninguna parcialidad pudo quedar al margen del proceso de politización y de militarización inaugurado. La lucha facciosa se prolongó durante años y sobrepasó los centros de poder, como Santiago, Buenos Aires y Lima, expandiéndose por las áreas rurales y se internó en las fronteras, trastocando el orden y los vínculos tal como se habían preservado hasta entonces”. “En el libro explico el accionar de algunos loncos relevantes, como Neculmán, Llanquetruz, Coñuepan y Toriano, quienes eran divergentes, pero tenían jerarquías semejantes, su poder era reconocido por los gobiernos, por eso influían sus acciones y reclamos”, destacó Manara. “Los círculos de venganzas eran difíciles de cortar porque en muchos casos ya venían de los parlamentos realizados con los Borbones, cuando se les había permitido alcanzar un grado de poder y representatividad acorde con un reconocimiento tácito como soberanos de sus tierras. Pero, entendieron que el nuevo orden no les reconocía los derechos adquiridos y buscaron el modo de enfrentar a las fuerzas republicanas aliándose con los realistas, y luego con unitarios o federales, en un rumbo que no terminaba de definirse”, aseveró. Aunque lejos de los centros neurálgicos, en la zona del Nahuel Huapi también se produjeron remezones a raíz de la contrarrevolución que se desató en el noroeste de la Patagonia.

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