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» La arena
Fecha: 03/07/2024 07:58
Sin temor a exageraciones, bien podría decirse que el interior del país, las provincias, han comenzado a desatar una suerte de rebelión, impensada quizás, que está causando al gobierno nacional cada vez más problemas. Sin que estén superados el problema de los bajísimos sueldos en Misiones y la falta de mercado para colocación de los cítricos en Entre Ríos, el centro de la atención está puesto ahora en la provincia de Corrientes. La causa es de todos conocida: la misteriosa desaparición de un niño de cinco años que lleva tres semanas sin otra novedad que haber evidenciado una trama de corrupción y ocultamientos en el nivel de las instituciones provinciales, que se hace cada vez más amplio y grave. A las nunca desechadas sospechas del tráfico de personas, las gentes parecen haber dejado atrás un impreciso pero efectivo temor y sacado a luz varios casos de la misma índole ocurrido en la provincia en los últimos años; de esos sucedidos tampoco se supo nada y volvieron a tener vigencia a partir de algunas y muy duras declaraciones de concurrentes a las marchas de protesta, al destacar que la práctica del tráfico de personas, no solamente niños, está inserta desde hace tiempo en la sociedad correntina. Pero el caso tiene otras aristas muy significativas. En principio, la total falta de efectividad por parte de la justicia y la policía provincial, sin que medie sanción alguna para los uniformados ni explicación en cuanto al vacío y la nulidad de procederes por parte de los jueces y fiscales de ese orden, a tal punto que al derivarse las actuaciones al fuero federal se entregaron expedientes sin aporte alguno. A ellos se suma la inacción del propio gobernador, en principio indiferente al hecho, que luego al hacer declaraciones solamente aportó confusión. Si se quiere más todavía, allí está el papelón de la ministra de Seguridad, que hizo un aparatoso viaje con las consiguientes y absurdas declaraciones… una de ellas que roza la estupidez y la crueldad al insinuar que el niño desaparecido hubiera sido devorado por animales salvajes. Y a propósito de la actuación de la ministra: cuando el Presidente (que no se había pronunciado en absoluto respecto al caso) debió referirse al quehacer de su funcionaria lo calificó de “diez sobre diez”. El propio gobernador agravó su situación al declarar que el caso de Loan estaba prácticamente resuelto, basándose en una extraña secuencia de relatos familiares que epilogaron en falsedades con origen muy oscuro. De hecho, un abogado interviniente en la causa destruyó esos relatos y puso en evidencia más desaciertos y complicidades gubernamentales. Ahora, el gobierno correntino está sumido en un tembladeral que, de algún modo, también se extiende para con el de la Nación. Las marchas populares, cada vez más intensas y extendidas en el ámbito provincial (eso sí: ya con muy marcada custodia policial) sintetizan la situación con una frase breve y dolida, cuando dicen: “Nos han mentido en todo”. Mientras tanto, en el nivel nacional, los desconocidos de siempre insinúan por lo bajo que, aunque el gobernador sea un fiel seguidor del Presidente, una solución al intríngulis podría ser la intervención federal a la provincia.
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