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  • ¿Dónde están las bestias?

    » Clarin

    Fecha: 03/07/2024 07:51

    "Como te ven te tratan", dice la estrella televisiva y, aunque la escritora francesa Violaine Bérot no debe saber de quién se trata, su novela Como bestias (Las afueras) construye un crudo y desesperanzador espejo para el temor social al otro, al distinto, al que no se acomoda a las expectativas. Como bestias, de Violaine Bérot (Las afueras). Le llaman "El oso" y no hay convención que deje sin incumplir. Tiene una altura descomunal para su edad y una fuerza inmensa que no usa, salvo cuando se desespera. Y se desespera cuando lo agreden (algo bastante habitual). No ha aprendido a hablar. Tampoco a leer ni a escribir. Cuando la maestra le sugiere a la madre una internación permanente en un centro de salud mental, la mujer dice no y se lo lleva. Como bestias se nutre del entorno que la propia autora eligió para vivir. También por fuera de las convenciones. Antes de escribir narrativa, Violaine Bérot se formó como ingeniera informática, especializada en inteligencia artificial y procesamiento de lenguaje natural. Una vida en la montaña Mientras trabajaba con computadoras, Bérot escribía. Una combinación poco frecuente. Y tras tres novelas publicadas, decidió cambiar su vida: se fue a vivir a los Pirineos, en una casa sin electricidad, ni agua corriente donde pasó a criar cabras y caballos. Ese universo es el de "El oso". El de su madre, que vive en una ladera apartada del pueblo junto a su hijo y no tiene trato casi con nadie. Ese es el universo de una aldea pequeña en la que los viejos conocieron el poder de las hadas. Y también el de chicas violentadas. Una nena semisalvaje aparece en una gruta: nadie sabe quién es, quiénes son sus padres, qué hace sola ahí, aparentemente al cuidado de El oso. Todas las miradas lo señalan. ¿La robó? ¿Es su hija? "Como te ven te tratan", dice la estrella televisiva y a El oso lo ven como un salvaje. Por eso, la policía lo detiene con brutalidad, lo encierra en una celda sin mayores explicaciones y no permite que su madre se le acerque, a serenarlo con un abrazo. El muchacho no entiende qué sucede, no puede, y la desesperación lo enloquece.

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