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  • Leer a Borges, escuchar a Lali, ver a Favio. ¿Por qué no?

    » La Política

    Fecha: 03/07/2024 03:59

    Mientras comamos todos los días, la vida sigue, algo así pasaba en la trama de Fahrenheit 451, Vivían sin libros, sin poesía y sin autores. Supongamos que baja la inflación. Olvidemos que esa baja es producto de una recesión profunda en toda la economía argentina, no solamente vinculada a quienes se han quedado sin trabajo y a quienes no poseen los medios para mantener su calidad de vida (incluso la alimentaria), sino que afecta a la producción con enorme caída en sus niveles y hasta al mundo financiero. Pero insisto, supongamos que la baja inflacionaria es la gran Meca alcanzada, que es el Paraíso deseado. Supongamos, total la suposición es un juego mental. Aun así, la vida tiene otros componentes a los cuales este gobierno compromete seriamente, los agravia y busca destruirlos. Y, que no están en el mundo de lo material, aunque tambien dependen en parte de esa realidad. La vida tiene intangibles. La vida posee una dimensión que es más que consumir. Existen dones del espíritu a los cuales tambien tenemos que prestarle el sustento necesario. Por eso somos seres humanos y no animales, cuyo ciclo de comida, defecación, reproducción (sin la emoción que produce el coito humano) y muerte es la principal valía de su existencia. Los humanos tenemos sentido sobre el concepto de belleza, apreciamos la poesía, vemos lo sublime. Tres valores sin precio artificial pero sólidos como alimento del alma (exista con este nombre o con otro, esos 8 gramos que se van del cuerpo al morir) y que, sin incidir directamente en la posibilidad del falso superávit fiscal declamado por las vocerías oficialistas, tambien lo han tenido en cuenta a la hora de quitar apoyos dinerarios a ciertos estamentos del Estado que ayudan a la existencia de esos bienes intangibles. De ahí que han quitado apoyos al cine nacional, a los Institutos Nacionales de Música y de Teatro, de guardar en el desván de lo no querido a la TV pública y al periodismo de Télam, de negar la importancia de la Feria del Libro y de, en la propia voz del presidente, hacer de nuestro hermoso idioma un rejuntado de palabras vacuas, malas (con perdón del Negro Fontanarrosa) y con más suciedad como significante que calidad como significado. Todo esto, de nula importancia para la medición del PBI y sin peso en el Presupuesto nacional, ha sido parte de una política de agravio a la inteligencia, la sensibilidad y la cultura. ¿Se puede vivir sin poesía? Y sí, mientras comamos todos los días, la vida sigue, algo así pasaba en la trama de Fahrenheit 451, vivían sin libros, sin poesía y sin autores. Pero en verdad, es una vida desgraciada. Y para sostenerla se requieren niveles represivos. Sepámoslo o vean esa película (Fahrenheit 451, recomiendo la original de François Truffaut, de 1966) Los peronistas, creemos que no existe una ciencia de la economía. Al menos eso decía un sabio general. Lo que hay es una política de la economía, que es la política económica que debe versar más sobre distribución de bienes que sobre apropiación de bienes. Sean estos materiales o espirituales (¡que los hay, los hay!) ya que lo otro hoy utilizado como ciencia es solo una forma moderna de aquella vieja práctica usuraria de la época de los Medici en Florencia y lejos de las necesidades de entender la economía desde el humanismo necesario en el siglo 21. Porque no somos animales, somos humanos. Humanos-Humanismo. Y los peronistas debemos defender el goce de los sentidos que provocan las artes, las bellas y las no tan bellas. Debemos dar testimonio de nuestra lucha por la superación en el conocimiento, por el amor a la excelencia, por las emociones de la sensibilidad popular, por el gusto de vivir y estar vivos. Y eso, que no tiene la importancia de los temas que hoy dominan lo mediático, tambien hay que incorporarlo a la agenda pública, porque desde el gobierno están en campaña para que los perdamos. El libertarismo no cree en ninguna de estas posibilidades de tener una mínima cuota de felicitad como lo es leer una poesía de García Lorca, un cuento de Borges, ver una película de Favio o escuchar cantar a Vicentico, a Barilari o a Lali. Precisan la ausencia de la adrenalina que produce la emocionalidad del alma, para tener mejores chances de naturalizar su opaco y grisáceo modelo econométrico, que al margen de su contenido autoritario e intolerante tiene la particularidad de no estar arraigado en las formas, modos y experiencias de los argentinos. El modelo de "destrucción del Estado" tal cual fue explícitamente dicho por el presidente, no es algo que haga al gusto del alma nacional. No es lo nuestro. Aunque en verdad, tampoco es lo de nadie ya que no hay pais en el mundo, cuyos mandatarios sean de izquierda, derecha, liberales, centristas o comunistas, se hayan propuesto tal desatino. La lucha es por todo. Por la comida para el estómago y por la del alma.

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