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  • ¿Por qué, a pesar de la caída en la actividad, no aumenta tanto el desempleo?

    » La voz

    Fecha: 03/07/2024 03:40

    En el primer trimestre del año, el 7,7% de la población económicamente activa (PEA) se encontraba sin empleo, lo que equivale a 1,1 millones de personas en hogares urbanos que releva la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). El aumento es de apenas 0,8 puntos porcentuales si se compara contra el primer trimestre del 2023, lo que equivale a 100 mil nuevos desocupados. Es decir, el valor alcanzado no dista mucho de los rangos que se venían observando en los últimos años. Pero lo que llama la atención es el quiebre de tendencia hacia la suba, respecto a lo que se venía observando desde el pico de la pandemia. La reacción del mercado laboral El primer trimestre del año se destacó por un fuerte golpe inflacionario y el virtual parate de la economía (el PIB cayó interanualmente 5%). Esto repercutió de varias maneras en el mercado laboral. En primer lugar, el empleo total disminuyó. Observando su composición, el asalariado formal privado se mantuvo estable. Es decir, el empresariado mantuvo cautela debido a la incertidumbre y la rigidez en las leyes laborales. El ajuste se vio en los informales (cuentapropistas y trabajadores en negro), lo cual es un efecto asociado a que la actividad cayó fuertemente. Por otra parte, también aumentó la gente que salió a buscar trabajo producto de la crisis. Estos dos factores explican el aumento en el desempleo. De los 100 mil nuevos desempleados del último año, 70 mil fueron por caída en el empleo y 30 mil por gente que se sumó a la búsqueda. Por qué no es más alto el desempleo En los últimos años, el ajuste en el mercado laboral no se está dando tanto por despido de trabajadores, sino por menores salarios o empleos de peor calidad. Lo cual está estrechamente asociado a una legislación laboral rígida, que entorpece tanto la destrucción como la creación de empleos formales. En presencia de inflación, las negociaciones salariales suelen estar por debajo del ritmo de aumento de precios, en especial para el sector informal, lo cual reduce los salarios reales y hace relativamente más barato al trabajo, reduciendo así la necesidad de despedir personal. En los últimos seis años, los salarios registrados perdieron un 25% de su poder adquisitivo, mientras que los informales, un 60%. En consecuencia, por más que los números de desempleo y ocupación no sean malos, el verdadero problema es la calidad del empleo, con cerca de la mitad de los trabajadores en la informalidad y con un empleo formal privado estancado desde hace más de 12 años. ¿Cómo generar empleo de calidad? Es imprescindible mejorar el diseño de las instituciones laborales para generar incentivos a la contratación de nuevos trabajadores, la inversión y la producción. El último avance en esta dirección se observó con los acuerdos en la Ley de Bases y la derogación de las disposiciones que agravan la indemnización en el capítulo laboral. No obstante, aún queda camino por recorrer. Se deben replantear los convenios colectivos para tener reglas de juego más equilibradas en el mercado laboral, permitiendo que cada empresa negocie su propio convenio con sus trabajadores, acorde con las posibilidades de cada negocio. Otro punto importante es la reducción de las cargas sociales, que actúan como un impuesto sobre el trabajo. Es crucial establecer mínimos no imponibles sobre la masa salarial de cada empresa para aumentar la competitividad de las pequeñas y medianas empresas y la contratación. Por último, la modernización laboral sienta las bases para que se genere empleo de calidad, pero no alcanza por sí sola. Además, es necesario un plan económico que haga sustentable la desinflación y logre la recuperación de la actividad a través de la inversión.

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