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  • A dos años del femicidio de Agustina Fernández, un nombre que Cipolletti no olvida

    » LM Neuquen

    Fecha: 03/07/2024 03:24

    La joven estudiante pampeana tenía 19 años y soñaba ser médica. La lucha de su mamá, Silvana Cappello, para lograr la condena al femicida Pablo Parra. “Hija, te prometo que no voy a parar hasta saber quién te hizo esto,” dijo Silvana Cappello al llegar al Hospital Pedro Moguillansky. Luego de recibir una llamada de Pablo Parra , en la que no le explicó lo que estaba pasando, apenas entró a la sala y vio el estado de Agustina , supo que no había sido un robo. “Nadie te golpea tanto por dos celulares y plata”. Así comenzó el 2 de julio de 2022, recién llegados de La Pampa Silvana y Mariano, un sábado frío y lluvioso en Cipolletti . A Agustina Fernández le declararon muerte cerebral. Días después, sus órganos fueron donados, cumpliendo el más profundo deseo de una joven de 19 años que llegó a la ciudad para convertirse en médica . Quería ser doctora para curar a su abuelo enfermo. El 6 de junio de 2022, a las 19, la comunidad cipoleña, a la luz de velas, inició la primera marcha de silencio en pedido de verdad y justicia por Agustina. Allí se pudo ver un primer cartel que decía: “No fue un robo,” llevado por compañeras de la facultad de Agustina. Silvana fue contundente en sus primeras declaraciones: “ El único narrador de la historia que tenemos es Pablo Parra ”. Un identikit que dio vueltas sin resultado alguno y una comunidad que empezó a abrazar a esa madre en su camino de verdad y justicia. Una madre sin pelos en la lengua, Silvana usó hábilmente sus redes sociales para expresar su dolor y lanzar un grito desesperado de justicia. Mientras tanto, Parra se mostraba sonriente en una fiesta electrónica poco después del femicidio. Se mudó a la zona céntrica, a un departamento casi nuevo, y seguía su vida como si nada, viviendo en total libertad durante seis meses, aunque seguía bajo la lupa de la investigación. silvina cappello agustina fernandez (5).jpg Silvana recurrió a todo lo que estaba a su alcance, se refugió en las compañeras de la universidad de Agustina, se unió al movimiento feminista “Ni Una Menos” de Cipolletti, y recibió el apoyo de activistas como Rosa Castro, Ofelia Villar y Martha Pelloni, quien se manifestó ante medios nacionales pidiendo verdad y justicia. La segunda marcha se realizó al mediodía, algo que llamó la atención de muchos, ya que era en horario laboral. Silvana marchó sola al frente, con una bandera argentina que decía "Justicia por Agustina” en color rojo. Detrás de ella, muchas mujeres la acompañaban. Silvana explicó: “Los comercios están todos abiertos y es una manera de visibilizar a todos los que están ahí, que sepan que hay una madre pidiendo justicia por su hija”. Fue una mañana fría, pero soleada, y la gente salió de los comercios a aplaudir en silencio. Parra seguía libre, yendo al gimnasio, trabajando, jugando al fútbol, reuniéndose con su familia y amigos, y usando redes sociales como cualquier persona libre. silvina cappello agustina fernandez (2).jpg Agustina se había mudado a Cipolletti con todos los sueños de una joven de 19 años. Venía de una familia trabajadora, era sencilla y austera. Sus amigos y familia la describen como alguien que estudiaba mucho. Los vecinos del complejo donde vivía, que testificaron en el juicio, la recuerdan como una joven tranquila y dedicada a estudiar. Tenía un grupo de amigas llamadas “Las Flores”. Una de ellas la recuerda como una leona, estudiando día y noche hasta aprobar lo que se proponía. Amaba y extrañaba a su hermana Paulita, y mantenía contacto constante con su familia a través de videollamadas. La tercera marcha fue una tarde calurosa de verano. Pablo Parra ya estaba detenido en Cipolletti, y se podían ver carteles que decían: “El pueblo y la familia lo sabían, Parra femicida”. Fue detenido el 23 de diciembre de 2022, en su departamento en el barrio San Pablo. El pueblo, la familia y su madre, Silvana, sabían que no había sido un robo, sino un femicidio. ¿Qué es la intuición de madre? No es superstición, no es espiritismo, no es tontería; es la intuición de una madre. Esa percepción que nos permite saber, con antelación, cuando nuestros hijos van a enfermarse, cuando tienen un berrinche y no un dolor, cuando están tristes o contentos, cuando alguien les conviene o no les conviene. Agustina fue hija, hermana, sobrina, prima, nieta y amiga de toda la comunidad cipoleña y aledaños. La intuición de Silvana, su madre, hizo que la comunidad la adoptara como tal. Silvana mantuvo a todo un país en vilo durante casi dos años hasta llegar al juicio por su hija. Casi dos años de acompañamiento para mantener viva la memoria de Agustina. Mujeres como Betty, desde el día 1 hasta la actualidad, no dejaron de subir fotos de Agustina en las redes sociales, enumerando los días sin Agustina y sin justicia por Agustina. Betty es de Villa Regina, se tejieron redes de mujeres invisibles, no mediáticas, hermanadas para saber la verdad, que ya conocían, pero necesitaban un juicio inmediato. No se podía esperar más tiempo para esa mamá y toda la familia de Agustina. En Cipolletti hay varios femicidios sin juicio alguno y si existieron sin resolución, aún impunes y sin nadie preso. Silvana le dio voz a su hija. Esa intuición movió a toda una comunidad casi dormida. Impecable desde el inicio del Control de Acusación, su presencia imponía. Enfrentarse cara a cara con Pablo Parra por primera vez y mirarlo fijo, acompañada por Mariano, padre de Agustina, que también le sostenía la mirada. silvina cappello agustina fernandez (3).jpg La intuición de las madres, aunque las acusen de locas o exageradas, es la que salva, el motor de una lucha interminable. La marcha del año con la presencia de toda la comunidad cipoleña, con familia y amigas y amigos de Agustina de La Pampa, una tarde fría pero soleada, con la presencia de los padres de Facundo Castillo. Un abrazo de justicia infinito, con solo miradas donde solo ellos conocen el dolor profundo que los acompaña de por vida. Bocinazos en el cumpleaños de Agustina. Betty seguía subiendo las fotos de Agustina, en total fueron 685 fotos. Silvana no paraba de comunicarse con toda esa tribu que había formado, estando en todos los detalles, y uniendo a todas y a todos para que la comunidad no fuera indiferente. Verdad y justicia por Agustina Fernández Llegó el juicio, el 6 de mayo de 2024, con largas jornadas, día a día, escuchando testimonios que dejaban más al desnudo a la víctima y su intimidad. Una fortaleza admirable de Silvana, Mariano y los tíos de Agustina. Desde el segundo día, se caía la hipótesis de robo del único narrador de la historia, el femicida Pablo Parra. Testimonios llenos de lágrimas mostraban el desinterés y el desprecio que ejerció Parra tras su brutal ataque, diciendo que le habían robado “dólares” que luego ofreció vender en llamadas, lo cual se pudo demostrar en jornadas del juicio. Se escucharon audios de Agustina, donde contaba que el vecino la espiaba y lo incómodo que le resultaba. Que no quería saber más de él. Una de sus amigas contó que Agustina le cerraba la puerta en la cara porque el vecino se había puesto intenso. Se escuchó, además, cómo la policía que asistió a Agustina se quebraba al saber que Agustina respiraba y la cuidaban hasta la llegada de la ambulancia. Todos los testimonios terminaban abrazando a la familia de Agustina y pidiendo perdón por no poder salvarla. Se expuso la intimidad de una joven de 19 años con sus amigas, la famosa revictimización, donde una de sus amigas expresó en redes: “Negra, se hizo justicia, descansa en paz, aunque nuestras charlas fueron públicas ante un país entero”, esos padres que reían y lloraban al escuchar los audios que exponían de su hija en audiencias. silvina cappello agustina fernandez.jpg Pablo Parra parecía estar viendo su propia película, no emitía expresión alguna, acompañado por parte de su familia, donde mostró más de una vez abrazos y sonrisas, nunca se le cayó ni una lágrima. En la última audiencia, hablo al jurado popular con enojo y un tono imperativo levantando su dedo al declarar, una declaración paupérrima, donde solamente puso en evidencia su culpabilidad. Silvana y Mariano salían afuera para no ver las imágenes dolorosas de su hija entre audiencia y audiencia, pero se acercaban tan educadamente ante periodistas para ver cómo seguía el hilo de la jornada. Al terminar cada audiencia, Silvana posaba con fotos de Agustina. Cada foto representaba un año arrebatado, de sueños, de amistades, de amores, de risas, de lágrimas, de pasiones, de estudios. “Agustina merece ser honrada, saber quien era Agustina”. Silvana contaba anécdotas desde el día que nació hasta la última foto de Agustina posando feliz señalando el cartel de la Universidad del Comahue de Medicina. Para Agustina, el “no” era no, e innegociable. Tan así que Pablo Parra no lo permitió, siempre la sintió su propiedad. “Y a usted, señor Pablo Parra, no es no, dice Agustina”, le dijo Cappello cara a cara al femicida de su hija en la última audiencia del juicio. La intuición de esa madre hizo mover todo: una brigada que sin recursos no paraba de investigar y capacitarse a la vez con lo mínimo, una fiscalía que hizo un trabajo fino para poder juntar todas las pruebas, los abogados, peritos y testimonios que no pararon de buscar verdad y justicia para Agustina Fernández. Dicen que la Justicia no es para las personas ansiosas; las madres y padres del dolor no son personas ansiosas, son personas que creen en la justicia y la van a buscar día y noche, sin parar, para que el alma de sus hijos descanse en paz, porque nunca más van a poder olerlos, abrazarlos, besarlos. El papá de Ángeles Rawson, más conocida como Mumi, también víctima de femicidio, dijo: “Tenes un accidente y perdes una pierna, quedas en silla de ruedas, no tenes obra social, pero vas al hospital público y el estado se hace cargo de tu recuperación. Vas de a poco, primero en silla de ruedas, te enseñan cómo usarla, te cansas, pero andas igual, te duelen los brazos de empujar la silla de ruedas, tenes ganas de caminar pero no podes, no sabes cómo hacer, pero te asisten para ver si logras dejar la silla y arrancar con muletas. Arrancas con muletas y te cuesta igual, te cuesta un montón, porque te falta esa parte del cuerpo, del alma, algo que te desgarra, pero bueno, vas probando las muletas, hasta que te llega la prótesis, y logras caminar, aunque te falta algo, y te va a faltar toda la vida. Con dolor y todo caminas, no vas a caminar nunca más igual, hay días que ni ganas te van a dar de caminar, pero aprendes a caminar con eso que te falta. Bueno, cuando te matan a una hija es algo asi, imagina eso sin justicia, que no existiese la perpetua, ?cómo volver a caminar?, imposible, si no tenes ni la silla de ruedas, la asistencia, las muletas, la prótesis. Si ya con todo te sigue doliendo, imaginate sin justicia?” El femicidio de Agustina Fernández Hoy, 2 de julio de 2024, se cumplen 2 años del brutal ataque a Agustina Fernández, una joven que no pudo ni siquiera establecerse en Cipolletti, porque solo estuvo tres meses en la ciudad. Una joven sensible, que cuidaba de los demás, familiera, amiguera, que chateaba con sus abuelos casi siempre, que ansiaba ver pronto a su hermana Paulita, que llenó una ciudad de girasoles donde solo había sombras y oscuridad, que luchaba por ser libre y ser médica para salvar vidas. Pero, sobre todo, con una madre que se guiaba por las señales que Agustina aún le da: en sueños, imágenes, girasoles que aparecen de la nada en lugares insólitos, canciones, plumas que caen del cielo, y con Agustina más presente y viva que nunca. En nuestro país la ley 26791 sancionada en noviembre del 2012 reformo el artículo 80 del Código Penal para criminalizar de modo agravado ciertos homicidios especialmente relacionados con el fenómeno de la violencia de género en particular esta norma amplia la figura de homicidio calificado por el vínculo y el catálogo de crímenes de odio e incorporo las figuras de femicidio y femicidio vinculado. silvina cappello agustina fernandez (3).jpg El 6 de junio de 2024, ante el juicio de cesura, a Pablo Parra le impusieron la prisión perpetua, no hay tutía, ni privilegios. Pablo Parra femicida de Agustina Fernández. A Agustina nadie la va a devolver, pero la intuición y motor de una madre se encargó que en el nombre de su hija se haga Justicia. Un antes y un después en Cipolletti donde toda una comunidad viene de años con sed de memoria, verdad y justicia.

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