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  • La pequeña Mozart que fue relegada a la oscuridad

    » Diariohoy.net

    Fecha: 02/07/2024 11:25

    De la producción de Cecile Chaminade siempre se menciona el ballet Callirhoé, piezas para orquesta, una sinfonía y melodía que se han cantado infinidad de veces en salones de la burguesía francesa. El músico George Bizet la conoció en su casa familiar, cuando ella tenía ocho años de edad y ya daba muestras de su talento en el piano. George Bizet quedó deslumbrado por la destreza de la niña, a quien llamará años después “mi pequeña Mozart”. Poco tiempo después, Cecile compuso sus primeras piezas musicales para su comunión. El conjunto de su obra superaría largamente las 150 partituras. Nacida en París el 8 de agosto de 1857, su padre era director de una compañía de seguros y su madre era pianista aficionada. Fue ella quien le dio sus primeras clases de solfeo y piano, continuando la férrea costumbre de la época de que las niñas pudientes aprendiesen música en el seno del hogar. Sin embargo, Cecile mostraba cualidades extraordinarias. A pesar del consejo de Bizet de que siguiese su formación musical en el conservatorio, su padre sostenía que el papel de la mujer en la sociedad era limitarse a ser madre y esposa. A pesar de las presiones familiares, Cecile se las ingenió para asistir a clases de reconocidos maestros de la época, pero en su hogar. Nunca pudo vivir el ambiente del conservatorio de París. Hasta la muerte de su padre, que finalmente se sintió satisfecho de los éxitos de su hija, pudo dedicarse completamente a la composición y empezó a ser admirada por grandes personajes de la época, como Gounod o Saint Saens. El pianista Fernando Pariente atribuye a la compositora estas palabras que relumbran de actualidad: “Yo no creo que las pocas mujeres que han alcanzado grandeza en el trabajo creativo sean la excepción sino que pienso que la vida ha sido muy dura para las mujeres; no se les ha dado la oportunidad, no se les ha dado seguridad. La mujer no ha sido considerada una fuerza de trabajo en el mundo y el trabajo que su sexo y condición les impone no ha sido ajustado a darle una completa idea para el desarrollo de lo mejor de sí misma”. Cuando Beethoven completó sus 32 sonatas para piano alrededor de 1820, había pocos compositores dispuestos a desafiar al maestro en este género. Sin embargo, las piezas de Chaminade establecieron su reputación como joven compositora en un ambiente atravesado por grandísimos maestros y críticos exacerbados. Dio su primer concierto cuando tenía 18 años y desde entonces su trabajo como compositora fue ganando popularidad. Escribió principalmente piezas para piano y canciones de salón, casi todas publicadas. Realizó varias giras por Francia en esos primeros días, y en 1892 hizo su debut en Inglaterra, donde su trabajo fue extremadamente popular. Isidor Philipp, director del departamento de piano del Conservatorio de París, defendió sus obras. Regresó repetidamente a Inglaterra durante la década de 1890 y realizó estrenos allí con cantantes como Blanche Marchesi y Pol Plançon, aunque esta actividad disminuyó después de 1899 debido a las malas críticas. Su Primera Suite Orquestal Op.20 compuesta en 1881, tiene la solvencia de una obra compuesta con maestría. De la misma época data la ópera cómica en un acto La Sévillane que se estrenó de forma privada en febrero de 1882. Sévillane Op.19 que se estrenó de forma privada en febrero de 1882. Chaminade fue relegada a la oscuridad durante la segunda mitad del siglo XX, sus piezas para piano y canciones en su mayoría olvidadas, siendo el Concertino para flauta en re mayor Op.107, compuesto para el Conservatoire Concours de París de 1902, su pieza más popular en la actualidad. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, aceptó hacerse cargo de la gestión de un hospital de Londres, abandonando la música por completo. Después de la guerra, ya no actuó en público, pero todavía compuso de vez en cuando. Agotada por correr incesantemente, descalcificada por los excesos de una dieta vegetariana mal diseñada, tuvo que ser amputada por un pie en 1936. Cecile Chaminade se retiró del mundo en Montecarlo, donde murió, casi olvidada, el 13 de abril de 1944.

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