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  • Javier Núñez y los personajes andariegos

    » Hoy Dia

    Fecha: 02/07/2024 08:40

    Si bien Javier Núñez ya tenía una obra literaria constituida, el hecho de recibir en 2022 el premio Casa de las Américas, que otorga la prestigiosa institución cubana, le hizo dar un salto que llamó la atención a aquellos que no tenían registro de la calidad narrativa de este escritor oriundo de la ciudad de Rosario. Núñez nació en 1976 y sus primeras armas las hizo en la revista literaria Ciudad Gótica, como ilustrador y narrador. En 2009 publicó su primer libro de relatos, “La risa de los pájaros”, iniciando una sólida carrera literaria que le valió la edición, entre otros títulos, de “Praga de noche”, “La doble ausencia” (ganadora del premio latinoamericano Sergio Galindo), “La feroz belleza del mundo”, “Después del fuego” y “Postales de un mapa imposible”. Con respecto a “Hija de nadie”, la novela premiada, indica que “es una novela distópica, que entrecruza géneros, con algunas cosas de relato de aventuras. Paga, de algún modo, deudas que tengo con lecturas de formación con esas novelas de aventuras y con las historietas». «Es una especie de western gaucho en un universo post apocalíptico, donde hay una ciudad de eje hipermecanizada, y el resto de la tierra es una especie de desierto. Un contrabandista tiene que escoltar a dos mujeres a través de la pampa larga para llegar a las tierras patagónicas. Diría que es un texto crudo, violento, con el destino miserable del gaucho en el territorio salvaje que la circunda, como si la historia fuera cíclica», agregó. Cada vez que surgen las cuestiones que tienen que ver con ponerme, de alguna manera, compartiendo los podios imaginarios con esos nombres me siento un intruso. Trato de hacerme a la idea, aunque la respuesta concreta sería que sigo sin caer. Me siento contento de estar ocupando ese lugar, pero el repaso de esos nombres todavía me intimida. Yo empecé ilustrando, probablemente porque era lo que llevaba más tiempo haciendo en mi proceso de aprendizaje en la adolescencia, pero también ya escribía en esa época. De algún modo me orientó hacia lo que yo pensaba que podía hacer de la mejor manera. Paralelamente, empecé a descubrir nuevas posibilidades y lugares en la escritura que, con el tiempo, se fueron expandiendo. Del cuento pasé a la novela; me llevó un tiempo el pasaje a la novela, pero cuando escribí la primera que fue finalista de un concurso de Emecé acá, después ganó un primer premio en México, todo eso me permitió confiar o creer en la escritura de la novela, algo que particularmente me atrae. Me sigue gustando el género del cuento, pero tengo como una debilidad por la novela. Tengo la idea de que uno, como escritor, muchas veces tiene una serie de cuestiones… No sé si todos los escritores, siento que particularmente abracé una serie de temas que son los que, de algún modo, me obsesionan. Las novelas giran muchas veces (y muchos de los cuentos, también) en torno a esos temas. Que tienen que ver fundamentalmente con los vínculos humanos y las posibilidades de esos vínculos. Muchas veces tienen que ver con las ausencias y con los personajes puestos en el descubrir qué hacen ahora con lo que la vida hizo de ellos. Entonces, lo que aparece en las novelas tiene que ver con este restablecimiento de vínculos. A veces relacionados con su propio pasado o con familiares o con otras personas (relaciones de parejas, relaciones de todo tipo, pero que tienen que ver con los vínculos humanos). Una de las cosas de por qué me atrae más la novela tiene que ver con las posibilidades de contar múltiples historias, que me sacan de la linealidad del tipo de cuento que yo hacía. La novela me permite ir abriendo cajas chinas, donde van apareciendo, dentro de la historia principal, pequeñas historias que me permiten ir hablando de los personajes y de cómo la vida los fue transformando. Y de algún modo plantear esta idea, ahora que está en boga la cuestión del multiverso, de narrar una de las vidas que estos personajes tienen, planteando y mostrando que pudo tener otra, que pudo ser otro totalmente diferente. Abrirle ese terreno también al lector de preguntarse, como muchas veces nos pasa a todos, de las infinitas posibilidades que podrían haber modificado una decisión que tomamos en un momento determinado. Y cuando la toman, los caminos que se le abren, posibilitando esas historias que trato de contar. Respecto a mis contratapas en Rosario/12, van por una línea diferente. En primer lugar, fue un descubrimiento. Necesario. Encontrar el tono para ese tipo de contratapa. No lo tomé nunca como un relax porque hay tensión, porque tenés un plazo de entrega, porque la necesidad de encontrar el tema sobre el cual quiero escribir o hablar en un momento determinado es una búsqueda que genera inquietudes. El proceso de aprendizaje fue algo muy rico, me permitió encontrar una voz diferente a la voz de los narradores de la novela o el cuento, donde establecía un vínculo más directo con el lector. Con otro tipo de devolución a través de las redes o los contactos del diario. Ese narrador diferente, el de las contratapas, se permitía hablar de temas con los lectores.

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