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  • El tiempo no para: velocidad sin pensamientos

    » La Prensa

    Fecha: 01/07/2024 00:29

    “Somos la generación del aquí y ahora, pasa todo muy rápido y un momento ya fue” (Adrián Suar, comentario acerca de la muerte de Juan Castro, Revista Noticias). La novela televisiva -como toda obra de arte que se adelanta a los tiempos magníficamente dirigida por Alejandro Maci en el 2006- narraba en una sucesión desenfrenada de escenas y personajes el vértigo del cual somos parte como sociedad en la cual vivimos. Al adelantarse a los tiempos es muy actual y esto lo hablaba hace unos días con el director. Ya había muerto un cómico excelso tirándose de un balcón luego de un frenesí de drogas, deportistas famosos estaban envueltos en el consumo y en su decadencia. Y todavía la muerte por caida desde un balcón en estado de intoxicación de Juan Castro dominaba a través del dolor ese hecho (2004). Era un nuevo tiempo el que se avecinaba… el tiempo que no para. Velocidad sin pensamientos, caídas de las intimidades. Déficit de vínculos, transmisiones simbólicas entre generaciones fallidas, padres abandónicos en masa, escuelas en fallas; en fin, otro momento de la historia argentina y también del mundo. En esta época llamada postmoderna o también post-social (individualismo como máximo dis-valor) por la “liquidación” del otro como prójimo-próximo (el otro parecería no existir o solo para ser burlado, transgredido o usado) el tiempo va adquiriendo una dimensión cataclismica y explosiva. Es el tiempo de la cocaína. Ni siquiera se respeta a la cronología, el tiempo del reloj quedó separado por el frenesí de la ansiedad que marca un tiempo distinto; los impulsos mandan. Surge así una voracidad en donde se hace cierta la máxima de los griegos en donde el Dios Cronos (el Dios del tiempo) se comía a sus hijos, la voracidad de un tiempo se come a sus hijos, así como en la novela cada uno de los personajes va cayendo devorado por sus actos que son propuestos por la vorágine que se les impone. Se hace cierta aquella máxima del gran C. Jung: “Si miras para tu adentro te iluminas, si solo miras para afuera te encegueces”. El tiempo interno, el tiempo subjetivo parece no existir. El pensar queda suspendido. El impulso manda. “CULTURA DEL OMBLIGO” La pregunta no existe ya que en toda pregunta hay una apelación al otro y a la mismidad más profunda para sacar conclusiones que nunca son concluyentes sino abiertas a lo que los otros también nos digan. Todo es una respuesta marcada desde la cultura del “ombligo”; hago esto porque me da la gana. Así surge la violencia ante la dura realidad que a veces nos dice no, o a la paranoia como venganza frente a la adversidad de los hechos; todo esto intenta suplantar al tiempo de la espera y la reflexión. El tiempo como vértigo se “come a sus hijos” como en la mitología griega y en la novela, novela también de la vida cotidiana en ciertos ámbitos. El tiempo que no para, el tiempo del impulso necesita “combustibles” o sea una adrenalina supletoria que proporcione un mundo alucinado que deriva para suplantar la adversidad constante que implica el vivir. Es el tiempo de la cocaína u otros estimulantes. Ese combustible es la droga estimulante en esta sociedad. Los últimos datos oficiales hablan del aumento de las drogas estimulantes “artificiales”; siendo la Argentina el primer país en consumo de cocaína y marihuana en A. Latina, surge la pasta base como estocada final junto al crac . Es bueno recordar que la pasta base ya no es patrimonio de clases desposeídas, ya que comienza a observarse un consumo en otros sectores sociales. Pensemos si se hubieran realizado estos estudios en población no escolarizada. Probablemente todo los datos serían más altos. El estimulante (como en la novela en donde la droga esta naturalizada como algo habitual) es el supletorio que complementa la vorágine. Agrega más vorágine y precipita a los personajes al vacío. LOS OPIACEOS Ahora ya en el mundo surgen los opiáceos y Jean Cocteau en su libro “Opio” nos dice “la droga es la única manera de saltar del túnel de la vida”. Una vez que se abandona el vértigo hacia la nada el hombre parece enfrentarse con la vida como sombra como túnel sin esperanza. La vida como túnel, como oscuridad sin luz ni sentido. Ese tiempo cataclismico está marcado por un “combustible” prestigiado socialmente y surge desde la nada de sentido. No hay luz. Pero es un salto. Un intento alucinado de crear otro mundo, aunque sea por un instante. Instante cada vez más pequeño ya que la abstinencia de la droga, la falta de ella en nuestro cuerpo y mente nos devuelve al túnel. El “combustible” elegido les permite por un instante la omnipotencia de atravesar todos los límites. Ir a mil se transforma en un fin en sí mismo, pero ahora creando mundos paralelos que los opiáceos ofrecen incluso vagando como “nadies” por plazas o calles. La droga así seduce, se transforma en un modo de dominio en un mundo de poder, como nos enseñaba el maestro en psicoanálisis Guillermo Maci. Quedamos sometidos al vértigo para salir del túnel (vida a la cual no le hemos encontrado ideales superiores al “ombligo”) y sujetos al “combustible” mortífero de nuestras neuronas y nuestra mente como son las drogas. Todo sea por comprar por un ratito un mundo alucinatorio que nos permita, también por un ratito, salir del túnel. Quedamos presos del tiempo que no para. Es el nuevo “campo de concentración” en la sociedad postmoderna. Es el tiempo del ya, del impulso; ahí somos nadie o somos nada. Ahora empiezan a dominar el mundo los opiáceos duramente castigados en su uso en China, pero hábilmente exportados al resto del mundo junto a bandas caribeñas y a laboratorios corruptos americanos. En China el que consume opiáceos tiene sanciones legales. Lo mismo en el mundo asiático. En su momento los chinos fueron dominados por el Imperio Ingles con el opio (¿venganzas de la Historia?). LA PREVENCION Ahora nos toca a nosotros. La prevención en drogas se cancela y se apela a la libertad del consumidor. Libertad para ser esclavos, dire. Uruguay en 2010 legalizo la marihuana y hoy es junto a Argentina el primer consumidor de cocaina y marihuana. Brasil acaba de legalizar el uso de marihuana. Así empieza la tragedia y máxime rodeados estos países por países productores (Colombia, Bolivia, Mejico,etc.). Generar a miles en el mundo del vértigo para que después entren en el mundo de las sombras y los túneles que preanunciaba J. Cocteau. Lo preanunciaba G.Orwell en su novelas allá por 1958: “…no se necesitará bayonetas para conquistar espacios de otros países solo propaganda y drogas…”

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