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  • Los nueve bares históricos más antiguos de Rosario que siguen funcionando

    » La Capital

    Fecha: 30/06/2024 20:20

    Son lugares gastronómicos de encuentro que jugaron un rol importante en la vida de los habitantes de la ciudad, y que forman parte del acervo cultural rosarino La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo La Buena medida abrió en 1898 en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas, como muchos bares, para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo El cierre del histórico bar El Ancla , trajo de nuevo la pregunta de cuáles son los más antiguos que todavía siguen funcionando . En algunos casos tras más de 100 años, a pesar de cierres y remodelaciones, aún se mantienen en pie, en su gran mayoría con aires de bodegón, en zonas que eran portuarias, cercanas al ferrocarril o al casco histórico . Esta lista de los nueve bares y restaurantes más viejos que siguen abiertos agrupa a verdaderas instituciones sociales , lugares de encuentro que jugaron un rol importante de la vida de muchas personas a lo largo de la historia de la ciudad, y que forman parte del acervo cultural rosarino. Seguramente muchos tengan alguna anécdota o recuerdo fjado a alguna de estas instituciones que se han conservado como faros sociales y gastronómicos en distintos puntos de Rosario. Famoso por sus enormes sandwiches de milanesas ("alpargata") y la presencia de objetos antiguos en la decoración, es uno de los bares más entrañables del centro de Rosario. En 1898 abrió en esa esquina filoportuaria como almacén, venta de querosén, aceite, fideos y despacho de bebidas para los inmigrantes que llegaban a la ciudad en el cambio de siglo. En su sótano se jugaba al sapo y a las bochas y en el local principal a las cartas y el dominó, lo que lo hacía un lugar especial para el encuentro de los parroquianos que en su mayoría trabajaban en el puerto y en el correo. En 1956 se transformó en bar y tres años después fue el primero de la ciudad en empezar a pasar música, primer hito en una progresiva incorporación de otras expresiones artísticas, lo que fue haciendo cambiar su clientela. Así, con el tiempo se convirtió en reducto de estudiantes, profesionales e intelectuales. Cerró en 2007 y reabrió renovado tras algunos meses. Después fue cambiando de manos y tuvo otras remodelaciones. Hace un año bajó de nuevo la persiana para encarar una nueva renovación estética y de carta. Se espera que reabra pronto. 2. Wembley (Av. Belgrano 2012) 1903 6867070.jpg Frente al viejo puerto y al pie de la barranca, desde que abrió sus puertas en 1903 el Wembley se convirtió en el punto de encuentro de marinos, distinguidos empresarios navieros y recién llegados de todo el mundo. En pocos años corrió su fama por la ciudad y comenzó a ser visitado también por parroquianos orilleros y de clase, quienes fueron impregnando sus paredes de historias. Una leyenda cuenta que en 1925, cuando el país era el granero del mundo y Rosario la Chicago argentina, el millonario griego Aristóteles Onassis qusio comprárselo al inglés que lo fundó y nombró como el barrio de sus amores. Hoy, ya renovado, el viejo Wembley sigue manteniendo intacta la particularidad que lo convirtió en único: la de deleitar con su cocina internacional o con un asado campero bien argentino. Rodeando la chimenea, sus mesas conservan la sobriedad londinense: colores opacos, manteles blancos y revestimientos de madera. La especialidad es la bagna cauda en invierno. 3. El Riel (Av. Rivadavia 2501) 1915 68808798.jpg Uno de los bares más antiguos de la ciudad, se fundó en 1915 como despacho de bebidas, almacén y forrajería en la época en que Pichincha era territorio de mafias y prostitución. Muebles antiguos, viejas botellas y cartelería de épocas pasadas forman parte de su encanto del pasado. En 2015 los actuales dueños lo levantaron después de estar cerrado por algunos años, con una remodelación integral, aggiornamiento de carta a la de un bodegón gourmet, carta de tragos de autor e innovaciones como la sidra tirada, el liso de chopp Santa Fe y los cócteles con aperitivo Amargo Obrero. También se fue convirtiendo en referente de la movida cultural del barrio, con un perfil de bar nocturno. 4. El León (Leandro N. Alem 2291) 1916 unnamed.jpg En el año 1916, Nicolás Buscaglia abrió un salón con despacho de bebidas con la idea de atender a los vecinos de la zona.El negocio prosperó rápidamente, y se sumaron sus hijos al trabajo. Pero los parroquianos, muchas veces pasados de copas, se quedaban hasta altas horas jugando partidas de naipes y manteniendo conversaciones subidas de tono. Cansada de que los vecinos le recriminaran que no podían dormir, en 1921 la señora de Buscaglia le bajó el pulgar a la aventura de su esposo y el salón cerró sus puertas. A los pocos días, en el mismo lugar, Nicolás volvió a abrir como almacén y ramos generales. Luego incorporaría pinturería, bazar y ferretería, y decidió bautizar con el nombre de El León a su nuevo emprendimiento. Tras su fallecimiento, lo continuaron sus hijos. En 1992 cerró el negocio, y en el lugar se instaló un supermercado hasta el año 2000. Desde entonces, reabrió el León co,o restaurante bodegón, manteniendo viva las costumbres del barrio. 5. Bar Blanco (Alem 1701) 1922 67349725.jpg El lugar cobija la historia de un proyecto familiar de inmigrantes asturianos que vinieron a Rosario a cumplir sus sueños. Sus fundadores fueron dos hermanos que trabajaron primero solos y después con sus hijos y familia. Cambió de razón social varias veces, se alquiló y su inquilino se mudó en la diagonal generando varias controversias. En 2009 cerró para renovar su estética. Le cambiaron la cara con nuevos mostradores de madera similares a los utilizados en la década del 50, y grandes vitrinas con botellas de bebidas clásicas. Revolviendo en los recuerdos, seleccionaron antiguas fotos familiares y objetos, que hoy forman parte del decorado. En la fachada, un cartel con fileteado porteño y una pérgola de hierro forman la vista a la calle. Buena cerveza, picadas, cazuelas y pizzas, son sus armas. 6. El Rosarino (San Nicolás 206) 1923 73745341.jpg En 1923 Manuel Antonio Castaño llegó a Rosario desde Asturias, al norte de España, y abrió El Rosario. Primero estuvo en el Cruce Alberdi, donde ahora está el monumento a Eva Perón, hasta que en los años 60 el local fue demolido y Castaño se mudó al frente, en San Nicolás y Salta. Fue muy frecuentado por vecinos trabajadores del ferrocarril y de Entel (hoy Telecom) que cruzaban a tomar un café y fumar un cigarrillo, y algunos recuerdan que cuando los colectivos eran frenados por la barrera del tren, los pasajeros y el chofer bajaban a tomar una cerveza. Cerró en 2019 y fue remodelado. Volvió a abrir a los pocos meses, con un buen cambio de cara. Aún conserva el único cartel de naranja Crush de la ciudad. 7. Gorostarzu (Italia 299) 1928 849694.jpg Comenzó su actividad como almacén de ramos generales. Manuel Gorostarzu, inmigrante vasco, era un vendedor de víveres que ofrecía aperitivos y algunos fiambres a los que frecuentaban el lugar. Luego fue convertido a chopería, donde las tradiciones culinarias de sus nuevos dueños, un italiano que tiraba los históricos lisos y dos españoles que estaban en la cocina, empezaron a forjar la carta que terminaría convirtiéndose en una tradición,. Desde 2003 y hasta la actualidad, sus propietarios actuales se esfuerzan cada día por mantener vivo el espíritu que cautivó durante tantos años a los rosarinos y los visitantes de la ciudad, y por continuar el legado de esta tradicional casa de comidas, hija de la inmigración, que ya es parte de la propia historia de Rosario. 8. Sunderland (Av. Belgrano 2010) década de 1930 9418185.jpg Ubicado frente a la zona portuaria, fue un típico almacén y boliche de marineros, el punto de encuentro de la bohemia vernácula y la cita obligada para quienes visitaban la ciudad, que alberga historias y recuerdos. Comenzó en la década del 30, cuando los españoles Severino y Jose María Cal buscaron refugio por estas tierras. Y, sin alejarse mucho del puerto, levantaron el bar que ofrecía "minutas a todas horas" y cambio de dinero. Con el tiempo se convirtió en el refugio después del show para la mayoría de los artistas que pasaron por la ciudad y el espacio donde Fontanarrosa festejó sus 50 y sus 60 años. Un incendio lo destruyó completamente en 1989 y la crisis de 2001 lo empujó a bajar las persianas. Reabrió en 2012 de la mano de su último dueño, Claudio Tedeschi, y un equipo de jóvenes liderados por el fallecido chef Damián Delorenzi. Sus señas son el viejo mostrador de estaño, madera oscura, las antiguas publicidades de chapa de Fernet Branca o Martini, el piano, el libro de visitas y las cientas de postales autografiadas por comensales ilustres: de Juan Manuel Serrat a Ricardo Arjona, o de Ernesto Sábato a Eduardo Galeano; según los gustos. Se incendió nuevamente este año, pero los daños no fueron graves. Volvió a abrir poco después. 9. El Resorte (Jujuy 2498) 1939 3040272.jpg En la mitad del siglo XX, el barrio de Pichincha vivía al ritmo del ferrocarril. Entre rufianes y casas de tango se construía una identidad cultural que forma parte de la historia de la nocturnidad rosarina. En la esquina de Pueyrredón y Jujuy funcionaba El Resorte, un clásico bodegón donde parroquianos del lugar, muchos obreros del ferrocarril, llegaban después del trabajo para jugar a los dados, el dominó, los naipes o el casín, charlar con amigos, y tomar un vermut con una picada. Después de 70 años de historia, El Resorte bajó la persiana en 2009 y en 2016 volvió al ruedo. Reconvertido en un bar familiar, sus signos son la comida casera, abundante y a precio económico.

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