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  • Revanchas, desafíos y errores de diagnóstico

    » Diario Puntal

    Fecha: 30/06/2024 14:06

    A la luz de los 13 puntos de ventaja y como en la política mandan los resultados, Llamosas puede darse el gusto de decir que los equivocados eran los otros. Se va después de darle al peronismo el inédito logro de conseguir tres gestiones al hilo y de haber armado con Martín Llaryora y Guillermo De Rivas una sociedad política que terminó funcionando electoralmente. Su destino, ahora que salió revalidado, estaría en el gabinete de Llaryora. El propio mandatario se lo pidió públicamente hace pocos días:“Espero que te decidas a venir conmigo”. Ahora, inmediatamente, el oficialismo empieza una nueva etapa:la era de Guillermo de Rivas, que asumirá el martes como el primer peronista en recibir el mando de manos de otro mandatario del mismo partido. El nuevo intendente enfrentará en el corto plazo una serie de desafíos no menores. Por un lado, tiene que construir su propio liderazgo político, diseñar su estilo de gobierno, comenzar a configurar un relato propio pero, sobre todo, trazar los grandes lineamientos que tendrá la gestión. Durante la campaña habló de que va a cambiar lo que haya funcionado con deficiencias y se comprometió a hacer mejoras en los servicios públicos, sobre todo en el transporte, a enfocarse en la seguridad y en crear una Municipalidad más eficiente. Cuando el proceso electoral arrancó y se hicieron los primeros sondeos y diagnósticos, el equipo de campaña, en el que los estrategas de Llaryora tuvieron una participación fundamental, detectó que había una predisposición bastante acentuada al cambio. Los números nunca bajaban del 60 por ciento y llegaban a ubicarse incluso en el 70%. Después de ese arranque, el oficialismo terminó imponiéndose por 13 puntos ¿Fue sólo mérito de Hacemos Unidos o también gravitaron una serie de errores que fue cometiendo la oposición? En el radicalismo, columna vertebral del frente Primero Río Cuarto, no salían de su estupor el domingo cuando empezaron a llegar los números de las urnas. Hasta las 5 de la tarde tenían una boca de urna que les describía un virtual empate y les permitía presumir que la suerte se definiría en ese último tramo antes del cierre de las urnas. Ahí puede haber existido un primer error de magnitud ¿Cómo se pueden definir las estrategias de campaña si los instrumentos usados para el diagnóstico son tan falibles? Los sondeos que se van haciendo en el proceso no sólo sirven para ver cuánto miden los candidatos sino también para determinar hacia dónde debe rumbear la campaña. Si el termómetro mide mal la temperatura, entonces la respuesta se definirá sobre la base de una primera y sustancial equivocación. “Competimos como amateurs con tipos de primera línea. Ni al peronismo ni a Llaryora los podés menospreciar, menos después de lo que habían hecho en la elección de Córdoba”, describió un dirigente radical. En las semanas previas a la elección, según cuentan en el equipo de campaña a nivel provincial, hubo dos momentos en que Gonzalo Parodi se ubicó peligrosamente en el mismo nivel de intención de voto que De Rivas: cuando se abrió un socavón inverosímil en la calle presidente Perón y un camión se cayó adentro, y cuando un grupo de adolescentes asesinó al remisero Facundo Pereyra. Sin embargo, esa disposición del escenario no pudo sostenerse. En el oficialismo se lo adjudican a una campaña de Primero Río Cuarto plagada de errores;en el radicalismo mencionan en cambio que hubo prácticas de clientelismo que incidieron en el resultado. Pero el radicalismo volvería a equivocar el diagnóstico si sólo interpretara el resultado a partir de lo que hizo el oficialismo. También debería analizarse a sí mismo: qué hizo, qué dejó de hacer, en qué falló la estrategia. Si había una predisposición tan marcada hacia el cambio, ¿por qué esa lista opositora o el candidato no fueron capaces de capitalizarla? Parodi, evidentemente, no consiguió articular un discurso que lo posicionara como el referente central del cambio;gran parte del electorado no lo percibió así. Ni siquiera pudo retener a los votantes que hace cuatro años acompañaron al radicalismo:perdió 11 puntos y perforó ese concepto que ya puede considerarse un mito y que se refiere a los pisos históricos. Esos pisos existían cuando había partidos fuertes, con electorados casi cautivos, identificados desde lo ideológico, lo conceptual y hasta lo emocional. Hoy el panorama es considerablemente más complejo y volátil. La incapacidad para conectar con el votante predispuesto al cambio también puede haberse producido por un perfilamiento de campaña confuso.Se sabía qué representaba De Rivas, ¿pero qué encarnaba Parodi? Esa veta de mileísmo que evidenció por tramos su discurso, que buscó captar a esa porción de riocuartenses que se identifican con el presidente de la Nación, terminó resultando inconsecuente:una razón es que la efectividad de un argumento está asociada a su verosimilitud. En el comando de Llaryora sostienen que ese componente de verosimilitud comenzó a desmoronarse cuando Parodi quedó asociado a “la casta”. Una serie de publicaciones y el propio libertario Mario Lamberghini se encargaron de describir la trayectoria del candidato en el Estado y de asociarlo con ese concepto que integra el ideario mileísta y que puede ser nocivo en términos electorales. Aunque la cuestión fundamental que debería plantearse Primero Río Cuarto como autoevaluación es por qué no pudo interpretar a los que pretendían un cambio y terminó dividiendo el voto opositor con una dirigente peronista que hasta el inicio de la campaña había integrado el gobierno de Llamosas. Nazario terminó siendo más competencia para Parodi que para De Rivas. El panorama que quedó en la oposición es enormemente desafiante. La derrota exacerbó más las heridas y los rencores de la campaña y, en términos prácticos, dejó al principal armado opositor con sólo cuatro concejales y expuesto al riesgo de que un eventual acuerdo entre los dos bloques de origen peronista, el oficialismo y el nazarismo, lo deje en una posición sumamente minoritaria. Gabriel Abrile deberá ensayar una recuperación después de una derrota inesperada -no porque haya ocurrido sino por su magnitud- y de haber sido él mismo una de las dos caras de la debacle:el ahora concejal tuvo una participación no menor en la campaña de Parodi. Si el oficialismo sabe aprovechar la dispersión opositora, entonces tendrá cuatro años que legislativamente podrían no ser demasiado complejos. Las dificultades surgirán seguramente de la realidad, de los problemas y los desafíos, pero es difícil que sus dolores de cabeza surjan de una oposición tan menoscabada.

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