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  • Niños “adultos” con redes sociales: del impacto cognitivo y en el desarrollo, a los algoritmos descontrolados

    » El dia La Plata

    Fecha: 30/06/2024 11:40

    El desarrollo es más problemático si no se gestiona la relación con las pantallas / Freepik Desde hace mucho tiempo, las tecnologías ligadas al uso de pantallas han sido calificadas como “nuevas”. Sin embargo, estas tecnologías han estado presentes durante décadas. Internet, accesible al público desde principios de los noventa, ha transformado la manera en que nos conectamos y comunicamos. Las redes sociales han evolucionado rápidamente desde la creación de SixDegrees en 1997, seguida de Facebook, YouTube, Twitter, WhatsApp, Instagram, Twitch y TikTok. Para el año pasado, ya algunos profesionales consideraban abandonar la denominación de “nuevas tecnologías”. Para los niños nacidos después de la creación de estas plataformas, estas tecnologías no representan algo novedoso. De hecho, quizás sea más apropiado llamarlas “TqFNESMyqSHQ”: tecnologías que fueron nuevas en su momento y que se han quedado. El informe de Unicef sobre el uso de las TRIC (Tecnologías para la Relación, Información y Comunicación) en preadolescentes y adolescentes subraya la importancia de comprender cómo estas herramientas se han integrado en su vida diaria. Los años de pandemia han acelerado esta tendencia, ya que la tecnología se ha convertido en una herramienta esencial para la socialización. En un mundo cada vez más digitalizado, donde las pantallas se han convertido en compañeras inseparables desde temprana edad, surge un debate crucial: ¿están los niños perdiendo etapas esenciales de su desarrollo debido a la omnipresencia de la tecnología? En el Congreso Internacional ‘Los menores en el mundo digital: riesgos y potencialidades’, organizado por la Cátedra UNESCO en Paz, Solidaridad y Diálogo Intercultural, se arrojó luz sobre esta problemática que preocupa a educadores, psicólogos y familias por igual. Expertos de diversas disciplinas coincidieron en que el uso desmedido de pantallas está alterando el curso natural del desarrollo infantil. Rafael Rodríguez, director del Colegio San Pedro de Gavà, fue contundente al señalar que las herramientas tecnológicas, si bien ofrecen niveles avanzados de abstracción, privan a los niños de procesos de aprendizaje fundamentales. “Los niños no pueden permitirse saltarse estas etapas, pues afecta su capacidad para desarrollar pensamientos complejos y comprender las relaciones sociales”, advirtió. Afirman que la edad media de acceso al primer teléfono móvil es a los 10 años El impacto en la educación emocional también es preocupante. Según uno de los ponentes, el uso excesivo de dispositivos electrónicos dificulta a los niños aprender a socializar y expresar emociones de manera adecuada, limitando su desarrollo verbal y emocional desde edades tempranas. Imma Molas, representante de Familias Puntocom, destacó que la exposición prolongada a pantallas está vinculada con efectos negativos en el desarrollo del lenguaje. “Los niños de hoy tienen dificultades para comunicarse verbalmente porque no se les ha proporcionado la oportunidad de hacerlo”, afirmó. Esta preocupación se ve reflejada en un aumento significativo de trastornos del aprendizaje entre los más jóvenes. A pesar de estas alarmas, el congreso también exploró las oportunidades que la tecnología puede ofrecer en el ámbito educativo. Frank Sabaté, experto en robótica, resaltó la capacidad de la tecnología para personalizar el aprendizaje y simular situaciones educativas únicas, mejorando así la experiencia del estudiante y del docente. Sin embargo, la regulación y responsabilidad sobre el uso de la tecnología fueron temas centrales en el debate. Anna Plans, presidenta de la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Cataluña, hizo un llamado a las empresas tecnológicas para asumir responsabilidades legales sobre los contenidos inapropiados dirigidos a menores. Esta postura fue respaldada por Marc Massip, psicólogo de Desconect@, quien comparó la adicción a la tecnología con la dependencia de sustancias nocivas, abogando por una regulación más estricta que proteja a los niños y adolescentes. En resumen, mientras la tecnología ofrece beneficios educativos innegables, el exceso y la falta de regulación pueden tener consecuencias graves en el desarrollo integral de los niños. Es tarea de educadores, padres y legisladores encontrar un equilibrio que aproveche las potencialidades del mundo digital sin comprometer el bienestar y desarrollo de las generaciones futuras. EL USO DE PANTALLAS Según el informe de Unicef, la edad media de acceso al primer teléfono móvil es de 10,96 años, y casi todos tienen acceso a Internet con datos ilimitados. Un 60% lleva el móvil a clase diariamente, y más del 90 % se conecta a Internet todos los días. Alrededor del 30% está conectado más de 5 horas diarias entre semana, cifra que aumenta al 50% durante los fines de semana. Cerca del 60 % duerme con el móvil en la habitación, y un 21% se conecta a Internet más allá de la medianoche. Más del 40% conoce la dark web o internet oscura, y un 4% ha navegado por ella. Un 33% de adolescentes está desarrollando un uso problemático de Internet, porcentaje que aumenta en chicas y en cursos superiores. Un 58% usa videojuegos semanalmente, con predominancia en chicos, y un 54,7% juega a videojuegos no adecuados para menores de 18 años. La encuesta EU Kids Online de 2020 revela que niños de entre 9 y 16 años consultan las redes sociales todos los días. Un 11 % de menores entre 9 y 10 años y un 42% entre 11 y 12 años tienen al menos un perfil en una red social. Además, el 40 % de los adolescentes de entre 11 y 16 años no sabe usar Internet de forma segura, y solo el 16 % navega con un sistema de control parental. El celular, hasta cuando dormís, es un riesgo para la salud / Freepik IMPACTO EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA Las TRIC se han integrado de forma natural en la socialización de los adolescentes. Viven en una cultura audiovisual que marca su día a día, sin ser conscientes de los posibles riesgos. Crone y Konijn concluyen que el cerebro adolescente procesa el uso de las redes sociales de manera diferente, destacando la sensibilidad al rechazo, la aceptación, la influencia de los compañeros y las interacciones emocionales en línea. Las comunicaciones en línea permiten una relación interpersonal fluida, promoviendo la integración en grupos afines. Sin embargo, la comunicación en línea coloca a los jóvenes en un contexto de discapacidad no verbal, dificultando la interpretación de reacciones del receptor. El uso inadecuado del mundo digital impacta la salud física, psicológica, social, sexual y funcional de niños y adolescentes. Un reciente análisis crítico sobre los riesgos en el uso de Internet y redes sociales destaca que los niños consultan las redes sociales a diario y pueden tener múltiples perfiles para diferentes propósitos. La Generación Alfa, nacida en la década de 2010, es la primera generación completamente digital, por lo que necesitan una labor de concienciación y control de uso por parte de los padres. ASPECTOS NEGATIVOS El uso intensivo de redes sociales se asocia con menor satisfacción con la vida, depresión, ansiedad, problemas de atención y estrés. Además, el mal uso y las conductas adictivas en Internet se relacionan con insomnio, obesidad, disminución del rendimiento académico y abandono escolar. “Los niños de hoy tienen dificultades para comunicarse verbalmente”, alertan El ciberbullying es el daño repetido e intencional mediante medios digitales, que tiene un impacto significativo en la víctima. Es fundamental que los adolescentes expuestos a este fenómeno pidan ayuda. El grooming es el acoso con contenido sexual ejercido por un adulto sobre un niño, con el fin de obtener imágenes de pornografía infantil o cometer un abuso sexual. Es un delito tipificado como abuso sexual infantil. El sexting es la práctica de compartir imágenes de tipo sexual, que pueden ser viralizadas sin permiso, exponiendo la intimidad a la mirada pública. En tanto, a la ciberadicción o conducta adictiva a internet se la define como un patrón de comportamiento caracterizado por la pérdida de control sobre el uso de Internet, que conduce al aislamiento y descuido de relaciones sociales, actividades académicas, recreativas y de salud. Internet estimula diversas regiones cerebrales, aumenta la memoria de trabajo y la capacidad de aprendizaje perceptual. Los nativos digitales tienen mejor habilidad para tomar decisiones rápidas. Las redes sociales pueden apoyar comportamientos saludables, mejorar la conexión social, la empatía emocional y la sensibilidad moral. LOS VIDEOJUEGOS El uso de videojuegos ha aumentado, siendo una fuente principal de ocio. Tienen un impacto en la salud física, emocional y social. El uso excesivo de pantallas se asocia con el exceso de peso infantil. Sin embargo, algunos estudios sugieren que los exergames pueden ayudar a reducir el peso. Los videojuegos pueden afectar la cantidad y calidad del sueño, generando problemas de salud. Los videojuegos pueden estimular áreas cognitivas como la resolución de problemas y la memoria activa. Algunos juegos de acción mejoran la capacidad de procesamiento de imágenes y la reacción. De hecho, si bien pueden ser eficaces para disminuir el estrés y la ansiedad, pero también pueden generar adicciones y ludopatía. LA EXPOSICIÓN En la era digital, la presencia de los niños en las redes sociales ha alcanzado niveles preocupantes, planteando serias interrogantes sobre la privacidad y seguridad de los menores en línea. El fenómeno del “sharenting”, donde los padres comparten activamente detalles e imágenes de sus hijos en plataformas digitales, ha generado un debate global sobre los límites éticos y los riesgos asociados. Según un estudio de AVG, el 81% de los bebés tienen una presencia en internet antes de cumplir los seis meses de edad. Este impactante dato refleja cómo la vida digital de los niños comienza incluso antes de nacer, con un 23% de los niños haciendo su debut en línea a través de ecografías compartidas por sus padres. El “sharenting”, una práctica que combina el compartir y la crianza, plantea serias preocupaciones sobre el derecho a la privacidad de los menores y los peligros potenciales de la sobreexposición en línea. Un estudio de EU Kids Online reveló que el 89% de los padres en España comparten fotos de sus hijos mensualmente en redes sociales, pero solo el 24% consulta a sus hijos sobre su consentimiento para hacerlo. Esta falta de consentimiento podría tener consecuencias significativas a largo plazo, afectando la percepción de privacidad y la autoestima de los niños a medida que crecen y se vuelven conscientes de su presencia en línea. Los riesgos del “sharenting” son diversos y complejos. Además del potencial uso inapropiado de las imágenes por parte de terceros malintencionados, existe el riesgo de ciberacoso y la posible afectación de la reputación digital de los niños. Según Microsoft, el 42% de los menores que han sido expuestos de manera humillante en internet se sienten afectados negativamente por estas publicaciones no autorizadas. Desde una perspectiva ética, surge la pregunta sobre si es correcto que los padres compartan información y fotos de sus hijos en línea sin su consentimiento explícito. Esta práctica plantea desafíos significativos en términos de autonomía y protección infantil en el ámbito digital. Es crucial que los padres adopten medidas proactivas para proteger la privacidad y la seguridad de sus hijos en línea. Esto incluye ser selectivos en cuanto a las imágenes que se comparten, ajustar la configuración de privacidad en las redes sociales y, sobre todo, obtener el consentimiento de los niños antes de publicar cualquier información sobre ellos en internet. Organizaciones como UNICEF subrayan la importancia de salvaguardar la identidad digital de los niños desde una edad temprana. La Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (NSPCC) en el Reino Unido advierte que cada publicación en línea crea una huella digital que puede seguir al niño hasta la adultez, afectando su reputación y privacidad. En conclusión, el fenómeno del “sharenting” plantea serios desafíos respecto a la privacidad y seguridad de los niños en un mundo digitalizado. Es fundamental que los padres sean conscientes de los riesgos asociados y tomen medidas responsables para proteger la identidad y el bienestar de sus hijos en línea, equilibrando cuidadosamente la vida digital con el respeto a la privacidad infantil.

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