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  • Invasión germana en las Pampas: la Escuela de Frankfurt en Argentina

    » Clarin

    Fecha: 30/06/2024 10:20

    La traducción de Héctor Murena de los Ensayos escogidos de Walter Benjamin suele considerarse un hito de primer orden, que marcó el ingreso del autor a la lengua castellana y la posterior difusión de otros miembros de la escuela de Frankfurt: Theodor Adorno, Max Horkheimer y Herbert Marcuse. Todos fueron publicados por primera vez en la colección Estudios Alemanes, una anomalía de la editorial Sur. Por una parte, el sello de Victoria Ocampo no solía sostener colecciones a largo plazo. Por otra, ni los temas ni los autores parecen estar en la órbita de interés de su directora. La colección, sin embargo, tuvo un impacto mucho mayor que el que suele atribuírsele y una historia más larga de lo que se supondría. Sus principales impulsores, además de Héctor Murena, quién estableció el contacto con Sur, fueron dos filósofos: el colombiano Rafael Gutiérrez Girardot y el argentino Ernesto Garzón Valdez. A comienzos de los 60, ambos trabajaban en sus respectivas embajadas en Bonn, capital de la República Federal Alemana. Garzón Valdés fue un especialista en filosofía del derecho que desarrolló buena parte de su carrera académica en RFA, donde más tarde fue titular de cátedra. Gutiérrez Girardot, que se desempañaba como traductor en la embajada colombiana, tenía otro perfil: más ensayístico y literario, también era especialista en literatura alemana. En 1959 había co-fundado en España la editorial Taurus, donde publicó En torno a la literatura alemana, y Jorge Luis Borges. Ensayo de interpretación, en la editorial Ínsula, de Madrid. Junto con autoridades de la Oficina de Prensa e Información alemana –BPA– y la fundación Inter Nationes, también oficial por el estado alemán, constituyeron la red inicial de contactos detrás de los Estudios Alemanes y formarían, junto a un papel testimonial de Victoria Ocampo, el consejo editorial inicial de la colección. El punto de partida de la colección se dio en el Primer Coloquio de Escritores Latinoamericanos y Alemanes, en Berlín en octubre de 1962. Para entonces, Borges había obtenido el premio español Formentor, Mario Vargas Llosa había obtenido el Biblioteca Breve y la literatura latinoamericana comenzaba a despertar interés en Europa. Los organizadores (a través de Gutiérrez Girardot, quien se puso en contacto con Sur) querían que viajaran Borges y/o Eduardo Mallea, pero ambos declinaron la oferta porque se superponía con un encuentro del PEN Club en Buenos Aires. De modo que viajó Murena, que allí se vinculó con Gutiérrez Girardot y Garzón Valdés. Del encuentro participaron, por el lado latinoamericano, los mexicanos Juan Rulfo y Rosario Castellanos, el argentino Enrique Anderson Imbert, el colombiano León de Greiff, el peruano José María Arguedas, y el brasileño João Guimarães Rosa. Por la parte alemana, no fueron tantos los escritores –el más conocido fue el poeta Hans Magnus Enzensberger, quien luego haría un viaje latinoamericano– sino que se presentaron sobre todo editores, traductores, académicos y funcionarios del gobierno alemán. Entre estos últimos, se destacan Hans Bayer, de la BPA, y Helmut Arntz, de Inter Nationes. Estas instituciones serán las que financiarían la colección. El coloquio, formalmente, fue organizado por la revista Humboldt, una publicación que se autodenominaba “para el mundo ibérico”, de la que había también una versión en portugués. Humboldt –que se sigue editando– fue en sus inicios una especie de órgano paraoficial para difundir la cultura alemana en Latinoamérica, y viceversa. Su director, Albert Theille, merece un comentario. Viajero, periodista e historiador del arte especializado en el mundo islámico, África y América Latina, había estado exiliado durante el nazismo en Rusia, Noruega y Japón antes de recalar en Chile. Allí, entre 1943 y 1946, publicó en Santiago para la comunidad alemana el periódico Deutsche Blätter –Hojas Alemanas–, cuyo lema era “por una Alemania europea, contra una Europa alemana”. Allí colaboraron autores como Thomas Mann, Hermann Hesse, Günter Anders y Carl Jung. También se publicaron traducciones de autores latinoamericanos, como Borges, Martínez Estrada, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Alfonso Reyes y Jorge Icaza. De manera que al volver a Europa y radicarse en Suiza en 1952, tenía conocimiento de los autores latinoamericanos más relevantes y publicó antologías de narrativa y poesía. Este encuentro fue el punto de partida, pero tuvieron que pasar tres años antes de que apareciera el primer título de la colección Estudios Alemanes. En el medio, hubo un segundo coloquio en Alemania, en 1964. De este sí participó Borges, quien leyó –no sin cierta ironía– su poema “Spinoza” y realizó entrevistas. Algo de esto puede verse en Internet. Asistieron, por nuestro continente, nuevamente Guimarães Rosa, Eduardo Mallea, Ciro Alegría, Miguel Ángel Asturias, Julio Ramón Ribeyro y Augusto Roa Bastos. También estuvieron presentes Garzón Valdés y Gutiérrez Girardot. En 1965 apareció finalmente el primer volumen de la colección: Fundamento y abismo del poder, del politólogo Adolf Sternberger, con traducción de Norberto Silvetti Paz. Al año siguiente aparecerían Teoría y praxis: ensayos de filosofía social, de Jürgen Habermas –traducido por David J. Vogelmann, también traductor de Kafka– y Filosofía de la nueva música, de Theodor Adorno, a cargo de Alberto Luis Bixio, uno de los principales traductores de Sur y de otras editoriales argentinas. Los Ensayos escogidos de Benjamin, y Cultura y sociedad, de Marcuse, en versión de Garzón Valdés y E. Bulygin, saldrían en 1967. La selección de los académicos alemanes quedó a cargo de Garzón Valdés y Gutiérrez Girardot. Se trataba de autores que estaban produciendo en ese momento, por lo que la colección constituyó una verdadera vidriera para el pensamiento alemán contemporáneo. En su mayoría eran especialistas en lo que llamaríamos humanidades o ciencias sociales, aunque también hubo títulos de psicología y medicina. Muchos nombres hoy no dicen mucho. Otros, en cambio, siguen vigentes, como Peter Szondi, Karl-Otto Apel, Hugo Friedrich –quien fue director de doctorado de Gutiérrez Girardot–, el historiador del arte Walter Biemel, Gottfried Benn y el filósofo Hans Georg Gadamer. Murena, por su parte, se centró en autores afines a sus intereses, Horkheimer, Adorno y Martin Walser. Victoria Ocampo no participó activamente en la colección. En 1966 viajó a Alemania y Sur editó un número triple dedicado a las “Nuevas letras alemanas” en 1968. El número abre con una selección de fragmentos de Mínima moralia, de Adorno, e incluye textos entre los que destacan un cuento de Heinrich Böll, un fragmento de los Apuntes de Elías Canetti, y relatos de Max Frisch, Peter Handke y Alexander Kluge, entre otros. Este esquema inicial duró muy poco tiempo. A fines de 1966, Victoria Ocampo acordó que la producción y distribución de la colección la hiciera Sudamericana. Eso, posiblemente, motivó la salida de Murena de Sur. Por entonces, como gerente de la editorial, era quien se encargaba de negociar los contratos con los traductores y los derechos de traducción con las editoriales y las instituciones estatales alemanas, rol que asumió Garzón Valdés. Para mediados de 1967, la colección pasó a ser coeditada con Sudamericana y tiempo después, enteramente a esta editorial. Hasta aquí la parte conocida de la historia. Entre 1965 y 1975, se publicaron 38 títulos. La distribución fue local, aunque se exportaron ejemplares al resto de Latinoamérica y a España. Los éxitos en cuanto a ventas fueron Cultura y sociedad, de Marcuse, la Dialéctica del iluminismo y la Crítica de la razón instrumental, de Horkheimer, todo un dato de época. En 1975, los Estudios Alemanes volvieron a mudarse, esta vez a la editorial Alfa, con sucesivas sedes en Buenos Aires, Caracas y Barcelona. Tras la muerte de Murena, ese mismo año, continuaron como directores Gutiérrez Girardot y Garzón Valdés, hasta que la colección pasó a la española Gedisa, a principios de la década del 90, bajo dirección de Garzón Valdés. Durante esta última etapa, Garzón Valdés tradujo todos los nuevos títulos publicados bajo este sello, que finalmente cerró la colección en 1998. También la editorial mexicana Hermes publicó al menos algunas reediciones, sobre el final de esa década, en conjunto con Sudamericana. En total, Estudios Alemanes publicó más de cien títulos, que circularon por toda el área de habla castellana, muchos de los cuales tuvieron varias ediciones. Quien aborda el tema de manera exhaustiva y analiza no sólo la colección sino los términos en que se dio el intercambio argentino-alemán y el entramado alrededor de la colección es la académica y traductora Griselda Mársico, en su tesis “La colección de Estudios Alemanes en las editoriales Sur y Sudamericana (1965-1974). Un dispositivo de importación de ideas e intervención intelectual”, disponible en internet, trabajo del que tomamos buena parte de la información. Este artículo no pretende ser más que el borrador de esa historia. Mirá también Mirá también Murena, esa larga sombra seductora

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