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  • Perón y Milei: dos anomalías con ciertos parecidos

    » La Nacion

    Fecha: 30/06/2024 01:26

    Escuchar Hace cincuenta años también era domingo como hoy y Juan Domingo Perón transcurría el último día completo de su vida. Dos días antes le había transmitido el mando a su vice y esposa, María Estela Martínez. El entonces presidente de la Nación moriría el lunes 1° de julio, a las 13.15, en la residencia de Olivos. Tanto los acérrimos libertarios como los peronistas más fanatizados acordarían en que el líder justicialista poco tiene que ver con Javier Milei. Primera coincidencia. Pero hay varias más. Veamos. Ambos, Perón y Milei, cada uno en su época, encarnan una suerte de “per saltum” ante el deficiente funcionamiento del sistema político que encuentra cada uno de ellos al irrumpir en la vidriera pública. Expresan, con sus apariciones tan disruptivas en lo más alto del poder, un intento de reparación y de salida por arriba del laberinto. Son bruscos catalizadores de malestares sociales de los que nadie se hace cargo. Perón, surge del seno de una dictadura militar en 1943 y lava esa oprobiosa mancha de origen en las urnas; Milei, llega a la Casa Rosada en 2023 “de carambola” (como el mismo admitió), tras eliminar a Juntos por el Cambio en la primera vuelta electoral y a Unión por la Patria, en la segunda. Los dos encarnan una anomalía que, a su vez, interrumpen sendas secuencias tóxicas: Perón, el fraude electoral de los gobiernos conservadores en las décadas del 30 y del 40 del siglo pasado; Milei, el hastío y la frustración de la ciudadanía por los últimos gobiernos inoperantes para resolver los problemas pendientes, que empeoraron y sumaron otros más graves. Los dos personajes son “sapos de otros pozos”: no provienen de la dirigencia política tradicional, a la que más bien aborrecen, y a la que descolocan. También se obsesionan con el periodismo no adicto, al cual intentan destruir. Ambos pretenden fundar un “nuevo orden” que dé por tierra con todo lo anterior y arman de la nada sus propios movimientos: el primero, el Justicialismo; el segundo, La Libertad Avanza. En 2025 aquel cumplirá 80 años. El otro está dando apenas sus primeros pasos. Perón acepta el rótulo de “primer trabajador argentino”; Milei ya se percibe “premio Nobel de Economía”. Para cada uno de ellos hay un solo discurso admisible: el propio. Para Perón los que no lo aceptan son “los vendepatria”; Para Milei, “la casta”. Los dos son enormes comunicadores que se construyen a sí mismos con sus verbas encendidas y provocativas. Perón es un encantador presencial de las masas obreras. Milei es un encantador virtual de millones de seguidores en las redes sociales. El líder justicialista y Eva Perón ponen la “materia prima”. Raúl Apold, el gran artífice de la propaganda de ese régimen multiplica al máximo esa magia, con una maquinaria propagandística colosal. Aquí y ahora son los hermanos Javier y Karina Milei los que ponen la “materia prima”. Él, con un liderazgo ostensible mientras ella avanza con silenciador. El relato libertario se expande y multiplica mediante la áspera locuacidad del Presidente, con su activísima participación diaria en la Web y dosificando sus entrevistas personales en un reducido staff de periodistas de la TV y de la radio. Manuel Adorni, como vocero, es un “ordenador” hacia el público del discurso oficial. Caputo, Villarruel, Francos, Lemoine, Menem y otros apellidos le dan coloratura a este naciente ciclo político. El golpe militar de 1943 cierra la última era conservadora que duró trece años y que protagonizaron cuatro presidentes: el golpista general José Félix Uriburu y los electos en comicios fraguados, Agustín P. Justo y Roberto M. Ortiz (reemplazado por Ramón Castillo por su enfermedad y muerte). La seducción de los sindicatos y el carisma arrollador catapultaron a Perón a la presidencia. La frustración y el empeoramiento de las condiciones económicas que generaron los gobiernos de Cambiemos y del Frente de Todos, más el deterioro en las condiciones de vida y en la psiquis de muchos ciudadanos provocados por la pandemia y el encierro interminable, catapultaron a Milei a la presidencia. Ambas líneas del tiempo que funcionan en paralelo con tantas décadas de distancia entre una y otra, se cruzaron en la semana que pasó cuando el polémico megaministerio de Capital Humano desempolvó el viejísimo “Estatuto del Periodista” que había impulsado Perón en 1946, a manera de registro matriculador de quienes trabajamos en esta actividad, en una primera comunicación, con carácter obligatorio; en una segunda, de manera opcional, hasta que finalmente el oficialismo optó por borrar todo vestigio cuando ya sonaban todas las alarmas en Adepa y en Fopea (a la que trolls libertarios vienen hostigando con los retuiteos complacidos del Presidente). El fantasma de Perón merodea a Milei.

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