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  • Es inglesa y con su marido argentino se mudó a la quinta familiar en Maschwitz, que renovó con color y estampas

    » La Nacion

    Fecha: 30/06/2024 01:23

    Ejemplo perfecto del estilo inglés, la casa de Ale Sly revela en cada elección su audacia para decorar, un muy particular uso del color y mucha atención a lo existente. Lucía Benegas PARA LA NACION Escuchar Cuando Ale Sly llegó a la casa familiar en Maschwitz, nada se veía como ahora. Aunque no era precisamente antigua (la abuela de su marido, Richard, fue quien la construyó), su aspecto era más bien “frío”, con muebles ingleses clásicos, paredes de ladrillo a la vista y mucha madera oscura. Alrededor, los cientos de lotes y barrios cerrados que hoy marcan el ritmo de la zona no existían: solo había terrenos de familiares que ya se empezaban a fraccionar por la sucesión. Aunque se respetó la fachada y la planta original hubo dos cambios determinantes: el primero, retirar las tejas originales y poner un techo de chapa negra. El segundo, pintura blanca en las paredes. María Eugenia Daneri "Cuando llegamos, no había vecinos, solo campo alrededor. A medida que empezó a cambiar el paisaje planté árboles nuevos y rediseñé todo el jardín para que mantuviera esa intimidad que nos gustaba tanto." Ale Sly, dueña de casa “Esto era la chacra de la familia en una época en que en la zona era prácticamente campo. Cuando ella muere y se divide todo, nadie quería la casa: así fue que nosotros, que en ese entonces vivíamos en Londres, la compramos y nos vinimos a vivir acá con nuestras hijas, de 6 y 2 años”, recuerda Ale. Richard, descendiente de ingleses nacido en la Argentina, trabajaba como fotógrafo publicitario en Inglaterra cuando conoció a su mujer, inglesa hija de padre griego. Al pintar la pared de gris clarito, los antiguos cuadros familiares enmarcados en dorado a la hoja tomaron un aspecto nuevo, igual que los apliques de pared portugueses. María Eugenia Daneri “El cambio más importante fue el color. Yo siempre había vivido en casas coloridas y alegres y esta, que era más clásica, me resultaba muy fría. Recuerdo que, cuando empecé a pintar todo, la familia de Richard quedó un poco shockeada, ¡algo que yo ni siquiera imaginé que podía pasar!”. Ale fue trayendo los textiles de a poco, de cada una de sus visitas a Londres; luego, un tapicero de Maschwitz completaba el trabajo. Las cortinas se hicieron con géneros de Designers Guild, de la legendaria Tricia Guild. María Eugenia Daneri “Aunque me crié y viví en Londres, teníamos una casa en Grecia y otra en Italia. Existía ese interés por otros lugares y estilos de vida, que creo que fue lo que me trajo hasta acá”. Buscando esa aventura llegaron a la provincia de Buenos Aires a principios de los noventa, a convertir ese lugar remoto en su nueva casa familiar. “Tuve mucha suerte de tener esta vida: de no quedarme en Londres haciendo lo que se esperaba de mí, de conocer y trabajar con artesanos de acá, de hacer mi experiencia y que las chicas pudieran hacer su vida en este lugar. Fue absolutamente único”. Sobre el escritorio, obra de la artista argentina Romina Salem Taborda. En el sillón, almohadones con un mix de estampas en perfecto equilibrio: un clásico inglés. María Eugenia Daneri Aunque el camino de sus hijas (instaladas en Europa desde hace varios años) y los cambios inevitables los llevaron recientemente a la decisión de venderla, Ale asegura: “Me costó casi cinco años adaptarme y sentirme en casa, pero no cambiaría un solo día de esta vida que elegí”. ¿De época? La mesa con tapa de azulejos fue hecha por su marido y las alfombras de colores, traídas de África. María Eugenia Daneri “Restaurar una casa de familia no es fácil, sobre todo porque aquí se acostumbra conservar las cosas, incluso cuando algo no es particularmente antiguo”, reflexiona Ale. En su caso, la decisión no pasó tanto por cambiar o eliminar lo original, sino por darle su impronta. El respeto por lo existente no le impidió a Ale pintar la cocina estilo campo en un vibrante amarillo. La alfombra habla de una costumbre europea, pero desplegada para el impacto. Los objetos de distinto origen y época se combinan con gracia y logran un resultado contemporáneo. María Eugenia Daneri Encontrar el camino En medio del escenario inglés, ciertos elementos locales, como las alfombras hechas en telar, suman carácter. “Cuando salí a recorrer el país y empecé a conocer a los artesanos, sentí que había encontrado lo que buscaba. Trabajé con ellos muchos años”, comparte. Uno de los pocos cambios estructurales que hicieron: convertir un cuarto apartado que daba a la galería en comedor diario. Preside la mesa de madera cruda (con sillas de distintos juegos) una gran foto de José Pereyra Lucena María Eugenia Daneri Desde el patio, se puede ver el taller de Ale, donde trabajaba confeccionando productos junto a los artesanos del Norte. El horno de barro, parte de lo que tomó de esas latitudes. Living Ale Sly María Eugenia Daneri Jardín inglés de pura cepa, una vuelta por las cuatro hectáreas de parque de Ale sirve para descubrir sus mil rincones. “El otoño es uno de sus momentos más lindos, por los colores de los fresnos que plantamos alrededor de la casa”. Como ya no es su residencia permanente, cada llegada a la quinta implica un trabajo incansable para poner a punto el jardín. Así y todo, la magia está intacta. María Eugenia Daneri Equilibrio perfecto A pesar de lo radical del cambio, la intervención en la casa no fue estructural. La pintura en las paredes de ladrillo y la decisión de remover los lustres de las maderas hicieron más cálida la ambientación, que se completó con una selección de elementos únicos. Las alfombras hechas en telar son parte del legado de sus años de trabajo con los artesanos del Norte. María Eugenia Daneri El arte resultó otro elemento fundamental. Criada en una familia de coleccionistas y madre de una galerista, Sly se enfocó en obras de artistas estadounidenses, argentinos e ingleses. Aunque muchos de los muebles en la casa son antiguos, Sly logró darles un aspecto cálido y contemporáneo en la combinación. En el dormitorio principal, la clásica cama de hierro y bronce se actualiza de la mano de acolchados y almohadones hechos con textiles africanos. “Efectivamente, son africanos, pero los compré en locales de Londres”, confiesa la dueña de casa. El baño es de época, aunque renovado. El antiguo lavatorio y el espejo se combinaronccon “azulejos” pintados en índigo sobre un fondo de delicado coral, obra de Ale. María Eugenia Daneri Con muebles lustrados y sillones de cuero, el cuarto en planta alta es el que más conservó la estética original. El baúl de viaje antiguo se forró con distintos géneros, a rayas y a cuadros, que contrastan con los africanos de las cortinas y almohadones. Imposible pasar por alto el cajón forrado con una combinación de rayas y cuadriculado: cien por ciento inglés. María Eugenia Daneri Aprovechando la mocheta de la ventana de arriba, se armó un sillón con almohadones a tono con la cama. A los costados, se hicieron unas bibliotecas. En un rincón, el lavatorio antiguo se acompañó con un espejo de madera pintada, un antiguo placard y un mueble esquinero. María Eugenia Daneri Este lugar fue durante más de treinta años la residencia permanente de los Sly, que ahora reparten sus días entre Portugal, Uruguay y Argentina. La partida de sus hijas cambió muchísimo la vida en la casa familiar, que hoy espera encontrar un nuevo dueño. Parte de la belleza de la casa está en la apreciación de lo naturalmente bello: hojas caídas, muebles rústicos y un parque de cuatro hectáreas lleno de rincones. María Eugenia Daneri

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