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  • Despiden a María Cristina Di Gregori, pionera de la epistemología política

    » Clarin

    Fecha: 29/06/2024 11:48

    El pasado 23 de junio falleció María Cristina Di Gregori, filósofa, profesora universitaria e investigadora del Conicet. Fue una persona profundamente comprometida con la Universidad pública, democrática, gratuita y de calidad. Se había recibido de Profesora en Filosofía en 1980 y más tarde, en 1990, obtuvo el título de doctora en Filosofía con una tesis sobre la concepción de la ciencia de Alfred Schütz. Primero bajo la dirección de Mario Presas, y luego de Ezequiel de Olaso, quien dejaría una huella permanente en su pensamiento, se interesó por desarrollar una comprensión filosófica de la ciencia y del conocimiento en general que reconociera la constitutiva, y a veces conflictiva, relación entre conocimiento y valores, entre ciencia y política. Así, fue una pionera en el ámbito iberoamericano de lo que años después sería denominado epistemología política, una forma de reflexión filosófica sobre el conocimiento que, al tomar como punto de partida la idea de que el conocimiento es fundamentalmente un modo de la acción, pretende echar luz sobre las diversas formas en que lo cognitivo y lo político, en un sentido amplio que incluye también los valores éticos y las emociones, se co-constituyen. Diálogo profundo y crítico En la búsqueda de argumentos que den cuenta de modo riguroso y preciso de esa intuición, Cristina emprendió ya desde mediados de la década de 1980 un derrotero filosófico que hizo del diálogo profundo y crítico, pero también cálido y humano, una forma de vida, un hábito con que supo forjar saberes y amistades. Casi como una declaración de convicciones éticas y políticas, Cristina trabajó sin descanso por fortalecer un espacio de diálogo filosófico iberoamericano que pudiera tomar la palabra sin pedir permiso a nadie. María Cristina Di Gregori fue pionera de la epistemología política. Así, desarrolló una rica y extensa conversación teórica con filósofos y filósofas de México, España y Brasil, entre otros países, también empeñados en el esfuerzo colectivo de reconstruir las categorías filosóficas de conocimiento, verdad, objetividad, realidad, y otras afines, de un modo consistente con el desplome de las viejas dicotomías entre razones y emociones, hechos y valores, teoría y práctica. Ya a mediados de la década de 1990, y siempre en la búsqueda de argumentos más rigurosos para expresar sus puntos de vista, Cristina se encontró con la tradición del pragmatismo clásico norteamericano, convirtiéndose en una de las principales referentes de su recuperación en el ámbito iberoamericano. Retomando primero la teoría del conocimiento de Ch. S. Peirce y C.I. Lewis, y luego la de John Dewey, Cristina mostró que la tradición pragmatista, pese a las malas interpretaciones que habían sesgado su recepción, podía ofrecer un valiosísimo aporte de cara a las discusiones actuales. Fuente de ideas y argumentos En efecto, no encontró en el pragmatismo clásico un objeto de estudio para hacer historia de la filosofía, sino una fuente de ideas y argumentos para abordar filosóficamente algunos de los problemas más urgentes que enfrentamos los seres humanos. Sus publicaciones son muchas y variadas, y al recorrer la lista salta a la vista algo que no es moneda corriente en la investigación en filosofía: la gran cantidad de artículos y libros que publicó en colaboración, con colegas y muchas veces también con sus discípulos y discípulas. Ello es la consecuencia natural no solo de su inmensa generosidad, sino también de su convicción acerca del carácter colectivo y dialógico del trabajo académico y de la reflexión filosófica. Esta vocación por el diálogo internacional, pero también interdisciplinar e intergeneracional, la convirtió en una figura fundamental para la Universidad en general y para la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y el Departamento de Filosofía de La Plata. Aunque dictó clases y conferencias en varias universidades nacionales e internacionales, es allí, en La Plata, donde desarrolló la mayor parte de su actividad y formó a varias generaciones de estudiantes y tesistas que encontramos en su permanente invitación al diálogo humano y filosófico una verdadera fuente de inspiración y una forma de vida.

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