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» Diario Cordoba
Fecha: 28/06/2024 14:02
El autor Javier Castillo se despide de los personajes Miren Triggs y Jim Schmoer, que le han acompañado en los libros 'La chica de nieve' y 'El juego del alma' con la publicación de su último libro. La grieta del silencio se vuelve a centrar en la desaparición de un menor. ¿Ser padre le hace adentrarse en este tipo de temores? Me hace indagar en lo que a mí más me aterra del mundo. Yo creo que algo así a mí me destrozaría. El hecho de saber que tu vida se convierte en una gran pregunta sin respuesta, que es una desaparición, a mí me destrozaría. Hay capítulos que duele leerlos. ¿Le ha ocurrido durante el proceso de escritura? Yo sufro mucho escribiendo. Soy de las personas que suelo tener mucha empatía y, cuando escribo, acabo llorando o me río. Me preocupo y hay muchos capítulos que acabo llorando. ¿Cómo se trabaja para no tener esa obsesión? En mi caso, yo no puedo. Cuando estoy escribiendo siempre estoy pensando en eso. Respondo con monosílabos en mi casa. Mi mujer me pregunta cuándo voy a terminar porque quieren volver a tener a Javi en casa. Es la tercera parte de La chica de nieve, pero se puede entender sin haber leído los otros dos. Sí, la novela está pensada para que la puedes leer sin haber leído los anteriores y, sobre todo, para que sea como una pieza más del puzzle de tres piezas, que son los tres libros. A mí me gusta la sensación de que cada persona entre en la trilogía por el libro que quiera y complete la historia del modo que quiera. ¿Cómo ha sido el primer recibimiento del libro? La verdad es que está siendo muy dulce y muy bonito porque a la mayoría de la gente le está encantando. Es una historia que es poderosísima y, al mismo tiempo, tiene algo que hace que no puedas dejar de leer, que te va atrapando cada vez más y más y te arrolla. Es una novela que a la gente le está gustando mucho y ojalá siga así durante mucho tiempo. ¿Tenía claro que quería despedirse de Miren y Jim de esta manera? Sí, lo planeé así. Desde 2019, que planeé los tres libros, sabía que este iba a ser el final, que iba a ser la última historia del personaje de Miren. Me cuesta muchísimo decirle adiós porque es un personaje que me ha llevado muy lejos a mí como autor. Creo que todos le tenemos muchísimo cariño, sobre todo, al personaje de Miren, que es esta persona que queremos ayudar, pero, al mismo tiempo, queremos saber más de ella. ¿Cómo ha sido despedirse de los personajes? Ha sido muy duro. Es como decir adiós a una relación que sabes que funciona, pero que necesitas explorar el mundo y conocer algo más allá. En este caso, el personaje de Miren para mí es perfecto, pero tengo una historia ahí en mi cabeza que quería contar, que quería alejarme. Creo que es el cierre perfecto de su historia. Miren rompe con el tópico de una mujer sensible porque ella es una persona fuerte que no quiere mostrar sus sentimientos. Está construida con muchas capas y oculta mucho lo que piensa. Como lector sí que lo conoces porque lo cuenta en primera persona. Estás muchas veces queriendo gritarle que hable, que expresa lo que siente… Es un juego muy bueno. ¿Qué tiene el oficio de periodista para que sea un clásico en el ‘thriller’? A mí me gusta mucho el periodismo. Al menos, la figura del buen periodismo, que poco a poco está decayendo. Se está perdiendo esta figura del periodista que busca la verdad por encima de todo, que grita sin importar a quién duele, que alza la voz, que mete el dedo en la herida y esa figura del periodismo me parece importante en el mundo en el que estamos, en el que cada vez la gente está perdiendo la conexión con la verdad. ¿Se hubiera dedicado al periodismo? Me hubiera encantado. Creo que hubiese sido un periodista que dura muy poco en las redacciones porque hubiera estado siempre batallando, pero creo que me encanta lo que significa, lo que simboliza, el poder que tiene para transformar un país... Es lo más importante que tiene cualquier sociedad avanzada. ¿Se considera perfeccionista a la hora de escribir? Siempre estoy dándole vueltas. Tengo una frase que digo que es todo es susceptible de cambiar hasta el último día que va a imprenta. Y mis editores lo sufren un montón porque estoy siempre ahí dándole vueltas al texto hasta la hora antes de que se mande a imprimir. Y, una vez impreso, todavía encontrará algún error. Siempre se escapa una errata. Es mi pesadilla. Cuando la encuentro, me quedo contento porque pienso que ya está la errata que tenía que haber. Fue uno de los primeros autores en España que se adentró en el ‘thriller’. ¿Cuáles fueron sus referentes? Yo he crecido siempre leyendo a muchos autores. Yo crecí leyendo a Agatha Christie, que no es ‘thriller’ al uso, pero usaba las herramientas de ‘thriller’. En serio, a mí me encanta, por ejemplo, Wilkie Collins. Luego están los grandes del género. Mi colega Joël Dicker, que es fascinante. Hay muchos autores nuevos de novela negra, que son muy buenos como Santiago Díaz. Leo también mucho de otros géneros. Me fascinan, por ejemplo, los diálogos de Elísabet Benavent, que es romántica, pero me encanta. La manera que tiene Espido Freire de relatar y de escribir de esa manera tan particular y tan bonita. Intento aprender de todos porque al final uno intenta escribir muchos géneros con la regla del ‘thriller’, pero intento mezclar con muchos estilos. ¿Se vería escribiendo otro género? Yo creo que sí. Estoy escribiendo a modo de ‘hobby’ un libro infantil para mis niños, que no se publicará seguramente nunca, pero lo estoy escribiendo para ellos. Y me divierte muchísimo. Me encanta escribir porque escribir es divertirte. Para mí es como un juego. ¿Habrá dejado ese lado oscuro en este libro? Hay una parte de lado oscuro en ese libro. Las mejores historias de niños tienen un lado oscuro. Caperucita Roja tiene un lobo. Harry Potter tiene a Voldemort. Tras todos estos éxitos, ¿le molesta que le califiquen como autor comercial? Nada, al contrario. Es un piropo. Yo creo que no hay nada más bonito que saber que tus libros conectan con una chica de 14 años y con un anciano de 85. Ser capaz de escribir para un público muy amplio es muy difícil. Ser capaz de levantar o conectar con las preguntas que tenemos todos, que son preguntas universales que nos afectan a todos, es mucho más difícil que escribir una historia que en realidad solo va para un público. ¿Ese abanico de gente se ve en las firmas? En España ocurre mucho que el público, principalmente el lector, es femenino. Suele ser como 70-80 % mujeres y un 20 % hombres. Y entre ese 20 % suele haber un 10 % de parejas de las chicas que vienen. Mis libros llegan a todo el mundo, pero en las firmas se genera este fenómeno. Las mujeres tienen esa capacidad de empatía mucho más fuerte que los hombres y leen sintiendo de verdad lo que se está pasando. Los hombres leen historias más rudas, más históricas, ensayos... Son otro tipo de libros que no tienen esa conexión emocional. Yo escribo personajes con muchas heridas que si tienes mucha empatía, como suele pasar a las mujeres, conectas más con ello. ¿Se ve identificado con el personaje de Jim? Yo soy muy Jim en la novela. Es verdad que de otra manera, pero yo me siento muy Jim en el sentido porque en mis firmas suele haber muchas mujeres y, además, mis historias siempre tienen un componente de un personaje femenino, que habla muy sincero. ¿Y si le propusieran escribir un libro erótico como a él? Yo diría que no. Creo que diría que no, pero creo que sería divertido. Me veo muy incapaz pensando que lo van a leer mis suegros. ¿Cuáles son sus próximos proyectos? Estoy terminando de planificar mi siguiente libro, que voy a empezar a escribir ya. Ojalá salga el año que viene. Es un ‘thriller’, pero va a ser muy distinto a todo lo que he escrito hasta ahora. Va a sorprender un montón porque nunca he escrito algo así y tengo ganas de que la gente se sorprenda. Con esta vorágine, ¿se plantea espaciar sus obras? La gente lee más rápido de lo que yo escribo. Tengo esa suerte de que yo tardo un año en escribir y la gente se lo lee en un día, así que creo que está compensado. Hay libros que, cuando se me solapan proyectos, necesito un poco más de tiempo. Tras la adaptación de La chica de nieve, ¿cuándo escribe un libro piensa en una posible adaptación? El libro tiene que funcionar por sí solo. Es injusto para los lectores pensar en esa adaptación porque se pierde mucho de lo que tiene que ser un libro. El libro tiene que conectar con lo que tú eres, cada lector tiene que rellenar la historia con sus emociones y tienes que escribirlo con la sensación de conectar con los lectores. Si luego ocurre el milagro de que haya una adaptación, será otra cosa muy distinta. El libro es lo primero y único que existe cuando estoy escribiendo y pensando en ese universo lector, que es mucho más completo y poderoso.
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