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  • La historia de la primera nena buscada por Missing Children en Argentina: los parecidos con el caso Loan y un final inquietante

    » Clarin

    Fecha: 28/06/2024 08:54

    “Chicos que ya son mayores y siguen en búsqueda”, reza una de las solapas de la página de Missing Children Argentina. Entre tantas caras de niños, está la de Marina Fernanda Aragunde, que tendría 33 años, pero que desapareció con solo 4 en 1995. Su caso es el más antiguo de la organización y estuvo cargado de pistas, pero todas falsas. Desde la aparición de un cráneo que llevaba un vestido propio, pero no con el que desapareció, hasta una mujer que se hizo pasar por ella durante dos años. “Para mi es muy difícil seguir el caso de Loan, porque tiene muchas similitudes con el de mi hija”, dice al comenzar, la mamá de la niña, María Beatriz Aragunde. Corrían las primeras semanas de 1995. El 4 de enero Marina había cumplido 4 años y lo había festejado en la casa de su papá en Marcos Paz. El 1 de febrero, en ese mismo lugar, la niña estaba jugando en el patio y de un momento a otro desapareció. Beatriz explica a Clarín que ese mismo día vino su hermano a invitarlas a su casa. Ella fue corriendo a buscar a su pequeña que estaba jugando en su hamaca, pero no estaba más. “No me asusté en ese momento. Nunca pensé que podía desaparecer, pensé que estaba en la casa de al lado, o que le fue a dar leche al gatito o que estaba haciendo alguna travesura. En ese momento no se vivía con miedo, los chicos podían jugar en cualquier lado. No era como ahora”, explica Beatriz. A “Culi”, como la llamaban cariñosamente a la nena, la buscaron unos 500 agentes de la Policía bonaerense con perros, buzos tácticos, personal de Infantería e incluso helicópteros. Se rastrilló sin parar y aun así no se llegó a nada. “Los perros marcaban que su rastro se perdía en la esquina”, recuerda y asegura que la Policía no indagó demasiado al momento de tomar testimonios. Sospechas intrafamiliares Las horas pasaban y la niña de rizos rubios no aparecía. Beatriz comenzó a repetir en su cabeza una y otra vez cuáles fueron sus pasos esa tarde, quién pasó, dónde estaba, qué estaba haciendo Marina, pero sus pensamientos la llevaron al día del cumpleaños de “Culi”. “Me había acordado que en el festejo vino un conocido del abuelo paterno de Marina y ese día le había sacado muchísimas fotos que, de hecho, cuando se las pedí me dijo que no las tenía más porque se le había inundado la casa. Nunca entendí por qué vinieron ese día, pero tampoco los interrogaron”, rememora. Las imágenes de Marina, su peluche y su vestido. Algunos testigos habían señalado que a Marina se la había llevado una trafic blanca. Daba la casualidad de que justamente el conocido de su ex suegro tenía un vehículo similar. “En un momento, el abuelo paterno de mi hija le dijo al papá de de ella: ‘Andá a hacer la denuncia, pero tené cuidado porque no sabes la que se nos viene’”, cuenta, y agrega: “Yo estoy convencida de que él y la Policía estaban involucrados en la desaparición de mi hija. Nunca me voy a olvidar de que al abuelo paterno de Marina se encerraba en su bar con la Policía a la noche y por largas horas” Cuando Beatriz llevó el caso de su hija a los medios, comenzaron a llegar las llamadas con amenazas diciendo que iban a matar a sus sobrinos si seguía buscando. Entre tantos llamados uno se trataba de la Policía y le pidieron que se acerque a un lugar “porque habían encontrado restos de su hija”. A la distancia, Marina reconoce que ese día fue caótico y dramático. “Cuando entro había un cráneo con pelo rubio y ropa de Marina, era su ropa, pero no era la ropa con la que había desaparecido. Justamente era la que tenía en la casa del abuelo paterno en Marcos Paz. Y claramente esos restos óseos no eran de ella”, dice. Foto de archivo Clarín. Marina y Fernando Esquivel en la casa donde desapareció Marina. El panorama era cada vez más turbio. Marina continuaba sin aparecer. Entre la desesperanza y la angustia, en septiembre de ese mismo año, Fernando y Horacio Esquivel, el papá de la niña y su abuelo paterno son detenidos por integrar una banda que robaba comercios y traficaba drogas. “Marina era chiquita, pero muy despierta. Por eso sostengo que la persona que se la llevó fue un conocido. Sabía su nombre completo. Era muy despierta”, dice y repite constantemente su mamá a Clarín. La esperanza y un engaño que duró dos años A Marina Beatriz se le quiebra la voz cuando intenta reconstruir y volver a contar la historia. Los años pasaron, pero el dolor sigue intacto. Actualmente, tiene dos hijos. Ambos son su sostén en esta lucha. De hecho, cuenta que su hija mayor, cuando era chiquita e iba al colegio, siempre tenía en el bolsillo de su uniforme una foto de Marina. Con tan corta edad entendía que eso podía ayudar a encontrar a su hermana. La primera imagen es Marina Beatriz a la la edad que tendría actualmente su hija. La segunda es Marina Fernanda cuando desapareció. Con la llegada de las redes sociales Mariana, con ayuda de sus hijos, creó una página de Facebook con el nombre de “Buscamos a Marina Fernanda Aragunde” que tiene más de 15.000 seguidores. En las publicaciones relataba cuando fue la última vez que la vio, sus fotografías de cuando desapareció y una progresión de rostro. Cuando todo estaba perdido, entre tantos mensajes de esperanza y ánimo apareció en la bandeja el de Valeria Ziggiotto. Decía ser su hija y le aseguró que todo fue “por un ajuste de cuentas”. Fue un reencuentro muy emotivo y, durante dos años, para Marina no había dudas de que ella era su hija, que finalmente se habían reencontrado. Página de Facebook con el nombre de “Buscamos a Marina Fernanda Aragunde” que tiene más de 15.000 seguidores. “Un día me preguntó si alguien le decía ‘te voy a robar esos rulos, esos rulos son míos’ . Y sí, se lo decía su madrina. En otra oportunidad estábamos hablando de los juguetes y hubo uno que yo no mencioné nunca, pero que ella sí se acordaba y era el triciclo amarillo. Después me preguntó si una vez se había quemado la mano, pero yo no lo recordaba y un familiar me dijo que eso había pasado y que yo la había curado. Me quedé helada cuando me contó todo eso”, recuerda a Clarín. La desilusión y la farsa duraron dos años. Tuvo su fin cuando ambas se sometieron a dos ADN, uno en Rosario y otro que se envió a Houston, Estados Unidos. “Esto me dio mucha impotencia, me engaño dos años y pensé que había encontrado a mi hija. Cuando hacíamos videollamada el nene más chiquito de ella me decía: ‘Bela cuando te voy a conocer’. O cuando estábamos en el tren rumbo a hacer el ADN se dormía en mis piernas y yo pensando que tenía a mi hija”, dice con la voz casi quebrada. Marina Beatriz con el vestido y el peluche que le quedaron de su hija. Pero Marina se pregunta ¿Valeria de dónde sacó datos tan precisos? ¿Cómo sabe tanto? ¿Conoció en algún momento a Marina? La mujer nunca más se presentó a hacerse otro ADN en la Justicia. Tampoco la citaron a declarar. La causa descansa en el Juzgado de Garantías N° 1 de Mercedes a cargo de Luis Marcelo Giacoia y continúa caratulada como supuesto rapto. “Es muy difícil recordar lo de mi hija, pero es necesario para que no se olviden. Aun tengo conmigo el vestido que le regaló mi mamá y un peluche de ella. Ella está viva y yo voy a seguir buscándola”, dice Marina al terminar.

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