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  • La Vaca Viva mueve los buses de Manhattan

    » Clarin

    Fecha: 28/06/2024 06:08

    En el medio del fervor que genera la escaloneta, en la Copa América, surgió una sorpresa en el banderazo argentino en Times Square, el corazón de Manhattan. Resulta que allá los cientos de fans autoconvocados en la mítica plaza neoyorquina, recordando el protocolo antipiquetes de Pato Bullrich, no cortaron la circulación vehicular. Y entonces veo pasar un “bondi” azul con la leyenda “Clean Energy Bus”. Me dio curiosidad. Lo primero que pensé es que era un ómnibus eléctrico. O con celdas de hidrógeno. Pero no me quedé tranquilo porque ambas opciones son limpias pero hasta ahí nomás, ya que dependen de cómo se generan la electricidad o el hidrógeno que mueven los vehículos. Si la generación es sucia, como sigue siendo mayoritariamente en el mundo desarrollado, no le cabe el adjetivo “clean”. Es cierto, no hay caños de escape emitiendo gases tóxicos que respiran ahí mismo 10 millones de personas. Pero las usinas térmicas queman carbón, fuel oil o gas, así que la contribución a la reducción de emisiones es limitada. Entonces me acordé del amigo Enzo Bauck, un ingeniero argentino que diseñaba buses eléctricos en Los Angeles, con microturbinas que funcionaban con biocombustibles. Seguí la pista, y me encontré con que los de Clean Energy funcionan con biogás. Y que ese biogás viene fundamentalmente de los biodigestores instalados en tambos en todo el país. La iniciativa nació en California hace más de diez años y no paró de crecer y difundirse por todo el país. La promotora es Clean Energy Fuels, una empresa que cotiza en Wall Street y que tiene una valorización de mercado de 600 millones de dólares. Así que los buses de Manhattan funcionan con bosta de tambo. Se valoriza un residuo de la mejor forma, que es sustituir recursos no renovables y contaminantes, contribuyendo a mejorar la huella de carbono. Y esto recién empieza. Hace apenas un mes, Clean Energy Fuels inauguró una nueva instalación de gas natural renovable (RNG) en Victory Farms Dairy en Revillo, Dakota del Sur , tras completar su construcción. Ya inyecta GNR de calidad de gasoducto en la infraestructura interestatal de gas natural. La instalación de dos digestores de Victory Farms está utilizando el estiércol de 6000 vacas jersey, que podrían procesar aproximadamente 500 metros cúbicos de estiércol cada día para producir GNR con intensidad de carbono negativa. Planta de Gas Natural Renovable (RNG) en un tambo ubicado en Dakota del Sur, Estados Unidos. Lo interesante es que los dueños del tambo no tuvieron que hacer la inversión. Clean Energy se hizo cargo de los costos de construcción de la instalación de RNG, incluida la instalación de recolección de estiércol, los digestores y la planta de procesamiento, que totalizaron aproximadamente 26 millones de dólares. Clean Energy está en el proceso de presentar las solicitudes necesarias para generar créditos ambientales federales y estatales. “Estamos comprometidos a trabajar con las lecherías para traer más GNR al mercado. Proyectos como Victory Farms nos proporcionarán el combustible para ayudar a descarbonizar el transporte pesado y, al mismo tiempo, proporcionarán un flujo de ingresos adicional para los propietarios de lecherías y ayudarán con la gestión de residuos. Dado que las flotas aprenden rápidamente que el GNR es una solución comprobada y disponible ahora, es el momento perfecto para que Victory Farms y las otras instalaciones lácteas entren en funcionamiento para satisfacer la creciente demanda”, dijo Clay Corbus , vicepresidente senior de energías renovables de Clean Energy. La agricultura representa casi el 10 por ciento de las emisiones de GEI de Estados Unidos y el sector del transporte representa otro 28 por ciento, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. El GNR, producido a partir del metano capturado y utilizado como combustible para el transporte, reduce significativamente las emisiones de GEI durante el ciclo de vida en comparación con el diésel. Esto permite que el RNG sea uno de los únicos combustibles que recibe una puntuación negativa de intensidad de carbono basada en la reducción de emisiones en la fuente y en el vehículo. El asunto deja mucha tela para cortar. Ayer mismo, un editorial del Washington Post remarcó que el cambio climático está incrementando el costo de los alimentos, provocando la reacción y burlas de parte de nuestra agro inteligencia. Habría que ser más prudentes, porque el mundo ya no discute el origen antropogénico del calentamiento global, sino que está tomando acciones para resolverlo. Esto es una enorme oportunidad para la agricultura de bajo carbono que supimos conseguir. Por otro lado, estas acciones están generando beneficios, porque implican no solo resolver problemas (como el manejo de la bosta de explotaciones intensivas) sino un aumento de la demanda de productos agrícolas. ¿Qué sería del precio del maíz sin el etanol? ¿Cuánto valdrían los aceites sin el biodiesel, y ahora el SAF (combustible de aviación), un verdadero boom en los Estados Unidos y la UE?.

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