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  • De película: la historia del soldado inglés que mataba nazis a flecha y espada

    » Clarin

    Fecha: 27/06/2024 06:10

    En el belicoso mayo de 1940, mientras Winston Churchill asumía el cargo de primer ministro del Reino Unido, otro Churchill, igualmente intrépido y audaz, se encontraba en el campo de batalla en Francia. John Malcolm Thorpe Fleming Churchill, conocido como Jack, comandaba una agrupación de Infantería con la misión de defender el pequeño pueblo de L’Epinette. Fue en este escenario donde protagonizó una de sus hazañas más memorables: se acercó sigilosamente a un granero y, desde 30 metros de distancia, atravesó con una flecha a un sargento alemán, iniciando una feroz batalla que culminó con la victoria de sus hombres. Esta actuación además de ser un preámbulo a su leyenda dio las primeras muestras de su habilidad como arquero y de su espíritu indomable. Nacido el 16 de septiembre de 1906 en Colombo, Ceilán Británico (hoy Sri Lanka), Jack era hijo de Alec Fleming Churchill y Elinor Elizabeth. Su padre, ingeniero, era funcionario de la administración colonial. La educación de Jack tuvo lugar en el King William’s College, en la Isla de Man, y luego se graduó en el Royal Military College de Sandhurst, en 1926. Su primera asignación como soldado fue en Birmania, con el Regimiento de Manchester, donde desarrolló una pasión por la motocicleta que lo llevó a recorrer el subcontinente indio en sus ratos libres. No tuvo, al inicio, una carrera militar destacada. De hecho, su biógrafo, Rex King-Clark, afirma en que le faltaba la concentración requerida para avanzar en el escalafón castrense. Cuenta, por caso, que solía tocar la gaita a horas intempestivas y que, en una ocasión, cuando se entrenaba para un examen que evaluaría su conocimiento de campañas militares, él se enfocó en una campaña diferente a la que tenía que estudiar. Fue así que en 1936 Jack dejó el Ejército y se embarcó en otros proyectos: editar un periódico en Nairobi, Kenia, y probar suerte como modelo masculino. Por su talento con el arco y la gaita consiguió pequeños papeles en películas como Un yanqui en Oxford (1938), El ladrón de Bagdad (1940) e Ivanhoe (1952). Además, fue representante de Gran Bretaña en el Campeonato Mundial de Tiro con Arco, celebrado en Oslo en 1939. Jack decidió armarse con un arco de madera de tejo español, al estilo medieval, que había comprado por 100 libras. Jack Churchill se retiró del Ejército inglés en 1959. Volver a las armas Ese año, el del estallido de la Segunda Guerra Mundial, marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Jack. Se volvió a alistar en el Ejército británico y, en lugar de conformarse con el equipo estándar, Jack decidió armarse con un arco de madera de tejo español, al estilo medieval, que había comprado en Londres por 100 libras. Además de la espada, Churchill consideraba indispensables sus gaitas y su arco con flechas antes de adentrarse en cualquier batalla. Así comenzó a forjarse la leyenda de “El loco Jack” o “El luchador Jack Churchill”. A finales de 1939, frustrado por la inactividad de las tropas aliadas en la Línea Maginot, decidió tomar la iniciativa. Armado con su arco y flechas, se acercó sigilosamente a las trincheras nazis y disparó, causando confusión y terror entre los soldados enemigos. En mayo de 1940, su valentía fue nuevamente puesta a prueba en la batalla de Dunkerque. Mientras las tropas aliadas se retiraban bajo intenso fuego enemigo, Jack marchó por la playa con su arco y flechas y así logró motivar a sus compañeros con su audacia. Sus acciones durante la evacuación fueron registradas en el diario de guerra de la Cuarta Brigada de Infantería, donde se destacaban su coraje y su capacidad de liderazgo. Pero sus hazañas no se limitaron a Francia y, en diciembre de 1941, encabezó una arriesgada incursión en las guarniciones, almacenes y fábricas de aceite de pescado nazis en Vågsøy, Noruega, como parte de la Operación Arquería. Sir John Hammerton, en su voluminosa Historia de la Segunda Guerra Mundial, señaló que, al desembarcar, Churchill saltó de la lancha y apenas antes de lanzar una granada contra posiciones enemigas, tocaba en su gaita March of the Cameron Men, la famosa canción que celebra las hazañas de uno de los clanes más antiguos y respetados de Escocia. Por sus acciones en Dunkerque y Vågsøy, Jack recibió la Cruz Militar, una de las más altas distinciones del Ejército británico. Logró escapar de un campo de concentración, pero a los 14 días lo recapaturaron. Sachsenhausen, el campo de concentración alemán donde estuvo preso Jack Churchill. Foto: AP El guerrero temerario La leyenda de Jack alcanzó su cenit en 1943, durante el ataque nocturno a la localidad italiana de Piegoletti. Al grito de “¡Comando!”, intimidó y capturó a 136 soldados alemanes, infiltrándose en campo enemigo y neutralizando silenciosamente los puestos de guardia con su espada. Por estos motivos, recibió una nueva condecoración y así terminó solidificando su reputación como guerrero temerario. Con todo, su camino en ascenso tuvo momentos de menor intensidad, como ocurrió en 1944 durante una operación en Yugoslavia, en que se encontraba aislado con seis de sus hombres. Su suerte se agotó cuando el sonido de su gaita fue tapado por la explosión de una granada que le produjo heridas severas, y cuando lo capturaron los nazis, quienes lo enviaron al campo de concentración de Sachsenhausen. Allí, entre sufrimientos y privaciones, conoció a prisioneros que habían participado de una famosa evasión y juntos planearon una fuga. Entre todos excavaron un túnel y lograron escapar. Pero la suerte de Jack seguía de malas y terminó recapturado después de 14 días. A pesar de las órdenes de Adolf Hitler de ejecutar a todos los prisioneros, un capitán nazi se negó a hacerlo y esto permitió que Jack sobreviviera y continuara su lucha, aunque recién logró su libertad una vez finalizada la guerra. En 1959, Jack se retiró del Ejército, pero nunca abandonó su excentricidad y pasión por la aventura: fue paracaidista; sorprendía a los pasajeros del tren lanzando su maletín por la ventana para no tener que cargarlo desde la estación hasta su casa; navegaba barcos propulsados por carbón en el Río Támesis y fabricaba modelos de buques de guerra a control remoto. En sus últimos años, Jack se dedicó a la jardinería y a la pesca con arco, una habilidad que había perfeccionado durante su tiempo en el Ejército. Conocido por su sentido del humor , solía decir que “cualquier oficial que no lleve una espada mientras está de servicio está mal vestido”. Esta filosofía de vida, que combinaba la tradición con la modernidad, concentraba perfectamente el vigor de Jack Churchill: un hombre fuera de su tiempo, pero siempre preparado para cualquier batalla de la época. Hay una anécdota que refiere que en ocasión de un ejercicio militar en Escocia, Jack apareció en la cima de una colina, con una alegría contagiosa, vestido con un kilt y tocando la gaita. Su forma de liderazgo sorprendía porque evidenciaba toda vez la misma determinación y valentía que había mostrado en los campos de batalla de Europa. La vida de este personaje del siglo XX, marcada por la valentía y la excentricidad, llega a su fin el 8 de marzo de 1996, en Surrey, a los 89 años. No porque sí una de sus sentencias más ingeniosas y de mayor trascendencia es la que dice que es menos probable que te disparen “si les dedicas una sonrisa”.

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