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  • La odisea de un productor que cruzó el Atlántico con siete aviones hidrantes para combatir incendios forestales en África

    » Clarin

    Fecha: 27/06/2024 06:09

    Omar Díaz es un agricultor y piloto cordobés que desde muy pequeño sintió la pasión por volar. A los 14 años ya comandaba un ultraliviano, a los 15 comenzó el curso de planeador -que pudo rendir oficialmente recién a los 16- y a partir de ahí empezó a pilotear aviones a motor. “Tuve la suerte de unir mis dos pasiones: el campo y los aviones. Cuando iba a la secundaria mi viejo me prestaba las herramientas y a veces faltaba clase para salir a dar servicio de siembra de praderas en la zona y así poder hacer algo de dinero para pagarme mis horas de vuelo”, cuenta. En ese entonces, sus padres se oponían a que volara a tan corta edad. “Fue muy difícil, fue todo un tema familiar”, recuerda Omar. “Hoy, a mis 52, como papá de hijos adolescentes comprendo a mis viejos, imaginate a un chico de 14 años volando…”, reconoce. Al momento de recibirse de Agrónomo Nacional en la Escuela Agrotécnica de Monte Buey, la ciudad donde nació y vive, con tan solo 17 años, ya era piloto privado y contaba con 250 horas de vuelo, suficientes para acceder al curso de piloto comercial. Desde entonces, nunca dejó de capacitarse en todas las carreras aéreas posibles. Hoy es piloto comercial e instructor de vuelo tanto de avión como de helicóptero, aeroaplicador y piloto de combate de incendios forestales. Para Omar volar es “absolutamente placentero y una fuente de adrenalina”. Por eso, como si todo esto fuera poco, desde los 19 años realiza exhibiciones de acrobacias aéreas. “Lo hago los fines de semana, es como un cable a tierra”, cuenta. Omar Díaz haciendo acrobacias aéreas. Paralelamente, Omar trabajaba en el campo. En 1993 comenzó a dedicarse a la aeroaplicación de fitosanitarios, en un principio en sociedad y luego se abrió camino solo. Como productor, se ha dedicado a la agricultura en campos propios y alquilados, sembrando trigo, soja, maíz, algo de sorgo y cultivos de servicios en un radio de 120 kilómetros alrededor de su localidad, e integra el grupo CREA Monte Buey-Inriville desde hace años, enfocado en la producción sustentable y el cuidado del ambiente. Desde 1998, también se desempeñó como voluntario para combatir los incendios que ocurrían en la región. A raíz de esto, en 2002 tuvo su primera experiencia de lucha contra incendios forestales en Chile y fue allí cuando empezó a interesarse e involucrarse en este negocio que nunca abandonó. Actualmente, es un experto en la lucha aérea contra incendios forestales y presta servicios tanto en el ámbito público como el privado. “Hemos trabajado en incendios de gran magnitud para la provincia de Córdoba, más de 15 años para una forestal privada a la cual le armamos todo el sistema de protección, en el año 2017 comenzamos a trabajar en el Servicio Nacional de Manejo Nacional del Fuego de Argentina hasta la fecha y desde hace varios años en la temporada de verano en Chile”, repasa el piloto. En su empresa, AAXOD, emplea a unas 60 personas y cuenta con una flota de 11 aviones hidrantes y uno para pulverización agrícola, actividad que hace unos años decidió mantener en su mínima expresión. “Tenía varias bases de operaciones de aplicaciones aéreas y las fui cerrando, fui vendiendo esos aviones, me quedé solo con uno de última generación y fui comprando aviones grandes”, relata el productor. Parte del equipo de pilotos de AAXOD. Omar fue partícipe de la implementación de la reglamentación y estandarización de la licencia de piloto para la lucha contra incendios forestales local. “Yo ya tenía experiencia en Chile y se la aporté a la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) argentina; traje gente de Chile especializada para que nos cuente lo que se hacía allá y a partir de eso se hizo la licencia acá”, detalla. El largo camino a Argelia El negocio y su renombre se fue expandiendo y traspasó el continente. “El año pasado hicimos una prueba con dos aviones a través de una empresa que nos llevó a trabajar a Argelia. Y este año ya estamos operando con 12 aviones: siete propios y cinco que compraron ellos, porque no tenían gente qué sepa cómo hacerlo”, cuenta Omar. Es que en el norte de ese país, sobre la costa del Mediterráneo, donde predominan los pinares y el paisaje se asemeja a las sierras cordobesas, vienen sufriendo voraces incendios forestales que han afectado a las personas que habitan las laderas de la montaña y que provocaron numerosas muertes en los últimos años. Omar Díaz y su equipo de AAXOD en Argelia. En 2023, hicieron base en Annaba y gracias a la calidad de su trabajo, lo convocaron para que participe en forma directa y ofrezca sus propios servicios. Para la lucha contra los incendios forestales se utilizan aeronaves especiales, los Air Tractor AT-802 que tienen una capacidad de carga de 3.000 litros de agua o retardante, según lo requiera el incendio, y cuentan con una puerta computarizada en la que se programa qué tipo de lanzamiento se hará de acuerdo con el caso. “Este tipo de avión es el número uno en el mundo, es la estrella para este tipo de trabajo, se utiliza en todos los países, Canadá, Estados Unidos, Chile, Europa, España, Portugal, Alemania, Argelia”, destaca Omar. Omar Díaz junto a su equipo de pilotos en África. La única fabricante de estas aeronaves es la empresa estadounidense Air Tractor que, al momento, arrastrando aún secuelas de la pandemia de Covid, presenta retrasos en las entregas. “Indudablemente, por el cambio climático o por lo que sea, la demanda está aumentando cada vez más a nivel mundial. Hoy la demanda está superándonos”, señala el piloto cordobés. En Argelia, el servicio de AAXOD dispone de un avión y de pilotos activos en guardia permanente, siempre listos para salir al campo de acción. Normalmente los contratos se extienden desde mediados de junio a fines de septiembre aproximadamente, época de verano en aquel continente, cuando ocurre el mayor número de incendios forestales. Durante ese período, los pilotos cumplen una rutina que alterna 30 días en África y 15 en Argentina. El equipo estudiando la estrategia de trabajo para la lucha de incendios forestales. “Toda la operación la estamos haciendo con gente de Argentina. Se arma todo un esquema de rotación y tenemos pilotos en backup. Los aviones en guardia hoy están distribuidos en tres ciudades: Annaba, Bugía y Mostaganem”, puntualiza Omar. La odisea de cruzar el océano Lo más estresante de la actividad en Argelia es, según Omar, es la organización y la logística. Llevar sus aviones hidrantes, que no están preparados para cruzar el océano, volando hasta allá fue una verdadera odisea. Para atravesar el Atlántico, las aeronaves deben prepararse especialmente: en el tanque de agua o retardante se carga combustible, lo cual aumenta notablemente la autonomía de vuelo. Además, como no son aviones presurizados y tienen que volar a mucha mayor altura, a unos 4.500 a 5.000 metros, para ahorrar la mitad del combustible y poder llegar a la otra orilla, los pilotos se ven obligados a llevar tubos de oxígeno. La flota de aviones Air Tractor AT-802 de AXXOD. El itinerario que hizo la flota de Omar tuvo varias postas. Los aviones mono y biplaza salieron de Córdoba, hicieron exportación temporaria en Rosario, luego partieron hacia Natal, el punto más occidental de Brasil. A partir de allí, la peor parte: entre 10 y 14 horas dependiendo de los vientos, volando sobre el océano Atlántico en dirección a Isla de Sal en Cabo Verde, de ahí a Islas Canarias y finalmente sobrevolar el Mar Mediterráneo para aterrizar en el destino final. “Fueron cinco días, cinco piernas diferentes, para poder llegar a Argelia, aproximadamente 40 horas de vuelo total. Es un desafío grande, hay que ser muy cautos con la meteorología, no son aviones capacitados para lo que es vuelo instrumental de mucho tiempo sino para vuelos parciales, no tiene el equipamiento que tiene un avión de línea”, indica el piloto. Omar y sus colegas listos para entrar en acción en Argelia. En el mundo, son muy pocas las empresas que prestan el servicio de lucha contra incendios forestales con aviones hidrantes, una tarea de riesgo que requiere de mucha capacitación, experiencia y pericia. Por eso, Omar es solicitado desde distintos países. Sabiendo de su labor en África, la Embajada Argentina en Argelia lo convocó para conocer sobre su trabajo y ponerse a disposición ante cualquier necesidad. “Esa invitación fue muy importante para nosotros”, agradece el piloto. En la tierra como en el cielo Omar pudo combinar sus dos pasiones, en el campo y en el aire, y allí encuentra el equilibrio entre la paz y la adrenalina. “Toda mi vida, desde chico, mi sueño fue volar, pude hacerlo desde muy joven y creo que lo voy a hacer hasta que pueda”, sostiene. “El campo es sumamente relajado, realmente uno lo disfruta en la tranquilidad; y ser piloto de lucha contra incendios forestales es extremadamente estresante, especialmente la organización, tu teléfono es como el de una ambulancia del 101, suena a cualquier hora, cualquier día y en cualquier momento para solucionar problemas diferentes”, explica el productor. Él y su equipo no sienten miedo. Toman todas las medidas y recaudos necesarios, respetando protocolos y una labor conjunta estandarizada entre los aviadores y los brigadistas que están en tierra. “Lo importante es trabajar a conciencia, mientras el piloto trabaje con un protocolo se minimizan todos los riesgos”, asegura.

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