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  • María Fernanda Ampuero: “Quisiera no tener temas para escribir terror”

    » Clarin

    Fecha: 23/06/2024 08:11

    A veces el azar tiene coincidencias hermosas como ocurre con los dos libros que se publican, casi al mismo tiempo, de la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero. Mientras conversa, no se nota que tuvo un vuelo turbulento, tampoco que recién llega a Buenos Aires para una maratón de charlas y presentaciones. Ella habla con calma y pasión sobre Dantescas, la antología que reúne los cuentos de terror, clásicos y contemporáneos escritos por las mujeres que ella más admira; y también acerca del más íntimo Visceral, una serie de textos personales que van del ensayo a las memoria, y conforman, en su conjunto una suerte de autobiografía furiosa. En verdad, un libro se vuelve la contracara del otro, ya que en la antología de cuentos aparece la Ampuero lectora, con un recorrido de historias espeluznantes que conforman la vida invisible, que de múltiples maneras alimentan su propia escritura; mientras que en Visceral pueden leerse esas marcas de la experiencia social, familiar, como migrante y mujer que revelan una mirada sobre el mundo. En conjunto, la sensación al leerlos es descubrir el núcleo que late detrás de sus ficciones reunidas en Pelea de gallos y Sacrificios humanos: una escritura feroz, descarnada y llena de sentido. –¿Podría decirse que Dantescas y Visceral conforman los dos lados de la cocina de tu escritura? –No lo había pensado porque son muy distintos, vienen de diferentes embriones, pero es muy bonito como lo pones porque es verdad que las mujeres que nos dedicamos a este género híbrido, que puede ser policía o terror, tenemos que hacernos nuestra propia genealogía. Hay una tendencia a pensar que el terror es un género que fue desarrollado magistralmente por los hombres. Desde que salió Pelea de gallos en el 2018 la pregunta recurrente era por qué ahora tantas mujeres escriben terror. Y bueno, a mí me parecía un poco extraño porque yo conocía a otras autoras anteriores, la propia Mary Shelley escribió uno de personajes míticos de terror, entre las momias, los vampiros y el monstruo de la laguna está Frankenstein y lo escribió una señora. Entonces, era importante para mí construir una genealogía clásica y contemporánea. A veces, hay mucho egoísmo al decir me han formado las clásicas, y no es verdad. En distintas regiones, sobre todo de Latinoamérica, está apareciendo la voz de la furia en escrituras que hablan de todo lo que nos ha atravesado a las mujeres en la región. –¿En qué medida Visceral muestra tus terrores del mundo real? –Me interesa particularmente como lectora un zeitgeist, los espíritus de las épocas. La frivolidad de unos tiempos, la supuesta paz de otros tiempos. Desde hace algunos años hay un espíritu peligroso irreversible, el del terror a perder la tierra, lo que tenemos, o sea, perder los recursos, el aire, el agua. Si nos pusiéramos a hablar verdaderamente de ecología, pues yo creo que no pararíamos de gritar. La escritora María Fernanda Ampuero en la Argentina. Foto: Fernando de la Orden. –De hecho, en “Terror” mencionas tres argumentos centrales, entre ellos la contaminación del agua. –Imaginate que estás en el lugar que parece más puro del mundo y empieza a llover y el agua no es pura, o que las niñas están naciendo con micro plásticos en el cuerpo. Ese tipo de cosas que los científicos dicen a mí me llena de oscuridad. Son como el gran Apocalipsis a poquita escala. Yo no hablo de una oscuridad mía, hablo de la que hay dentro de toda la gente que nos gobierna y toma las decisiones y que permite que siga habiendo explotación masiva de la tierra, monocultivos, glifosato. No tomar una decisión política al respecto, eso es lo oscuro, yo no. –Es una época especialmente crítica. –Quisiera no tener temas para escribir terror, pero basta con asomarte levemente a un periódico a una noticia a lo que está pasando en Gaza que me tiene especialmente mal porque pensar que un pueblo que vivió la oscuridad más macabra de la historia sea capaz de hacerle a otro pueblo vivir esa oscuridad, ¿sabes? Me hace perder la fe en la compasión y en la empatía y en la capacidad que tenemos para no ser egoístas. Entonces la mía sí es una escritura desde la rabia. –¿Y de qué modo trabajas tus experiencias para que puedan encarnar una furia que grita nosotros? –Todo está tan increíblemente interconectado, la intersección entre los poderes y las formas de violentar a una mujer. Ahora que estamos conversando con gente inteligente, que hacen las preguntas adecuadas, y hacemos las conexiones adecuadas; me doy cuenta de que Visceral es un libro sobre lo que me hicieron, que paralelamente, en este momento se lo están empezando a hacer a niñas y adolescentes. Todo el tiempo esa niña que fui está siendo violentada, hay que pararlo de algún modo. Todo lo que hicieron no tenía nada que ver ni conmigo, ni con mi salud, ni con mis capacidades. Tiene que ver con el mandato de la buena mujer, cómo debe ser una inmigrante, cómo debe ser una adolescente. Y eso me ha traído hasta aquí hasta una adultez en la que quisiera volver el tiempo y decirle a la niña y a la adolescente que fui que todo eso no es importante, aunque todo el mundo le dijera que sí, que no le dé tanto valor a que una mujer gorda vale menos que una mujer que está en su peso ideal, y que todo lo que le pase o no le pase es culpa de eso. Imagínate cargar con la idea de que tú tienes en tus manos la solución. La máquina es tan perfecta que ya empieza a autoproducirse en autosabotearse, –Muchos de los textos hablan de la distorsión de la imagen y de la identidad. –Todas las mujeres del planeta vivimos una cierta agresión estética, ya sea en la televisión, en las revistas, por boca de nuestras abuelas, madres. La agresión estética está por todos lados. En España, por ejemplo, que no es una sociedad particularmente vanidosa, digamos entre comillas ya empieza a verse en todos los escaparates de las farmacias cintas métricas. –¿Y en qué medida muchos de esas imposiciones vienen desde el discurso del amor, de la familia? –Es como las estafas piramidales, una mujer va agarrando a otras y cuando te das cuenta, pues tienes estafada a la mitad de la población. Yo solo he hablado con mi mamá porque es protagonista directa de muchas violencias corporales, químicas y estéticas sobre mi cuerpo cuando no le pertenece, ni le perteneció nunca. Los hombres tendrán sus movidas, pero he hablado con cientos de mujeres a lo largo de mi vida, incluso mujeres que sería imposible que tuvieran una inseguridad porque están en el mega peso ideal y parecen top models, pero te empiezan a decir cosas como mira mi mandíbula es muy masculina. Están hablando como muñecas de ventrílocua de sus madres y sus madres están hablando con muñecas de sus madres. Habría que ver el mal primigenio de dónde salió. Es muy interseccional el machismo, pero también hay algo en el pelo, en ciertos tipos de cuerpo, que al menos en Ecuador, tienen que ver con el racismo. Ninguna de nosotras nace con la idea de soy menos porque soy negra, soy menos porque soy indígena, soy menos porque soy gorda. Ningún ser se autopercibe como un menos. –Tus libros anteriores son ficciones de terror, ¿A qué se debe tu giro en la escritura hacia lo autobiográfico? –Mucha gente me ha dicho que había imaginado que iba a enfrentarse a un libro más ensayístico sobre el género, y claro, luego se encontraron con lo que yo soy, con lo que yo escribo. Esto es agarrar Pelea de gallos, Sacrificios humanos y ponerle un dos puntos y sacar Visceral. Simplemente lo que he hecho es quitar todo el artificio o la construcción de personajes para hablar de esos mismos terrores. –De hecho, en el cuento “Biografía” está la misma interpelación que aparece en alguno de los textos de este libro. –Era necesario que hubiera una cosa de lo general a lo particular para que no se quede en algo simplemente de una mujer que hace un desfile de monstruos o un freak show de lo que le ha pasado a ella. No quería ir por el regodeo personal. Lo escribí porque siento tanta rabia de que no se me permitiera ser la mujer que yo pude haber sido. Ninguna de nosotras nace con la idea de soy menos porque soy negra, soy menos porque soy indígena, soy menos porque soy gorda. Ningún ser se autopercibe como un menos. Nos quitan los superpoderes con espejos, claro, porque esa niña que entró al probador o que se miró en el espejo de la casa al darse la vuelta le dio al espejo un montón de cosas que iba a necesitar en el camino en su vida. La escritora María Fernanda Ampuero en la Argentina. Foto: Fernando de la Orden. –¿De alguna manera también hay algo vampiresa en los hombres mayores que seducen a niñas, como ocurre en “Centro” y también en el cuento de Emília Pardo Bazán que elegiste para Dantescas? –Me encanta. Ahí se ven las obsesiones, esas cosas del hombre mayor que busca que lo vean con la chiquilla que lo mira con fascinación. Se siente superior porque está con una mujer 20 años menor a él y ha logrado un poco corromper o quiere corromperla. Y es un vampiro, me encanta que lo leas así porque es así como funciona el terror: le subes el volumen a ciertos comportamientos y los conviertes en una cosa, ya no metafórica, digamos, si no directamente el hombre se alimenta de la juventud. Todo está interconectado. –¿En qué sentido? –El tema que las niñas no se sientan seguras de sí mismas respecto a sus cuerpos las hace vulnerables a las violencias porque creen que lo que les hacen es merecido, creen que si se hubieran esforzado un poco más, si hubieran hecho una dieta más, si hubieran tenido la piel más bonita o lo que sea. Condicionada por las inseguridades le perdono al mundo que me haga esto este hombre porque yo no merezco otra cosa. Claro, mira lo bien bien pensado que está hacer a las mujeres temerosas de una báscula, por ejemplo temerosas de un espejo, o sea, sería interesante hacer como una especie de cuento de terror como de La bella y la bestia, pero en vez de la tacita y el no sé qué que sea la báscula y el espejo. O que la comida te hable, yo sé que quieres esto, pero no, tú tienes que castigarte. Tú tienes que pedir siempre algo que no te guste porque tú no puedes gozar. –¿Y a qué pensás que se debe esa imposición? –En el fondo, le tienen terror a una mujer que goza. En las marchas del 8M, por ejemplo, salimos furiosas, y que con toda la razón del mundo. Hablamos de feminicidios y hablamos de desapariciones y hablamos de violaciones, pero al salir nutrida de toda esa energía sales gozosa. Sí, es muy paradójico. Hemos convertido esa energía, la hemos canalizado en una hermandad. Y cómo no le van a tener terror a eso, claro. –En contraposición, aparece en “Neblina” la posibilidad de una esperanza de construir un vínculo diferente entre un hombre y una mujer. –Bueno, sí, pero mira lo que tuvo que pasar, ser yo la única mujer del planeta posible para esta persona y ser él el único ser del planeta para mí. Fue como estar en una isla desierta. Me gusta que lo veas esperanzador porque fue una especie de salvación del uno al otro, dos seres humanos que se salvan en lugar de destruirse. María Fernanda Ampuero básico La escritora María Fernanda Ampuero en la Argentina. Foto: Fernando de la Orden. Nació en Guayaquil (Ecuador), en1976 y reside entre España, Ecuador y México. En 2016 recibió el premio Cosecha Eñe por el relato Nam, que habla de las primeras experiencias sexuales y el amor lésbico. Entre sus publicaciones están Lo que aprendí en la peluquería, Permiso de residencia y la aclamada recopilación de relatos Pelea de gallos, libro recomendado como uno de los mejores del año por The New York Times en español.

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