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  • “El balance deja sinsabores”

    » La Prensa

    Fecha: 16/06/2024 11:14

    Mucho se discute si el Gobierno tiene un plan para poner en marcha la economía argentina. Al menos en los primeros seis meses de gestión el equipo económico buscó ordenar el caos que le dejó el kirchnerismo y para eso apeló a un movimiento de pinzas bautizado como Motosierra y Licuadora. Con la Motosierra comenzó a recortar el gasto público como pocas veces se ha visto en la historia nacional, habida cuenta que su programa tiene claramente como eje el ajuste fiscal. De allí la baja de empleados contratados por el Estado y el cierre de numerosas reparticiones públicas. Con la licuadora de la inflación terminó por limar los ingresos en pesos ante la escalada del dólar post devaluación, en un primer semestre donde los salarios aun no logran acomodarse al nuevo escenario. Así las cosas, el primer semestre de mandato desde lo económico ofrece en su valoración lecturas diversas. Fabio Rodríguez, economista socio director en M&R Asociados, considera que el Gobierno tuvo éxito en calmar algunas variables, pero no brinda señales de cómo se encenderán los motores del crecimiento. BALANCE -¿Qué le quedó de este semestre en términos de análisis económico? -Fue una evolución de más a menos, de mayor a menor, que hoy a mi criterio deja más puntos negativos que positivos. Se están cumpliendo los seis meses en un empantanamiento de la gestión en lo político, en el manejo del sector público y en lo económico. Estamos en una suerte de mini crisis de mercado. Se interrumpió la confianza o la euforia de los mercados financieros. Entonces uno puede decir que para el gobierno era un desafío muy importante, tenía una curva de aprendizaje desafiante porque Milei era un outsider, sin experiencia política, sin equipo y en minoría en el Congreso. Y con una situación, esto es muy importante, heredada complicadísima. En el arranque tuvo cosas positivas como implementar un shock que fue duro y difícil, la devaluación, el ajuste fiscal y monetario, y empezar a tener cierto impacto en anclar la inflación y que no se desborde del todo. Eso se fue consiguiendo. Pero empezaron a aparecer límites para esa estrategia. -¿Cuáles son esos límites? -Básicamente son los que están hoy en la superficie. Cómo se consolida el ajuste fiscal, algo que todavía no sabemos. Hay mucha relación con la capacidad de sacar leyes y mayor maniobra política. Segundo tema, la regla monetaria y cambiaria no convence prácticamente a nadie. Es cepo más tablita. ¿Y cómo seguimos? Otra, en la política de tasas de interés pareciera que se le fue la mano en el tobogán descendente y generó cierta inestabilidad financiera. Y el sector real, el más importante y castigado, donde no hay síntomas de un rebote en V ni nada parecido. Me da la sensación que esos logros del comienzo en esa curva de aprendizaje tenían que ir combinando los aciertos económicos, aciertos en la gestión y aciertos políticos. Bueno, la curva no fue creciendo y llegó un momento en que fue decreciendo y generó ruidos. Hoy estamos justamente cumpliendo seis meses en pleno ruido tanto de errores económicos como de problemones de gestión, y con la debilidad política de las enormes idas y vueltas que existen para pasar una ley. El balance deja sinsabores. Cuando uno lo ve completo rueda toda la película, está el arranque positivo y luego se fue empobreciendo en términos de resultados. El factor positivo de la convicción por lo fiscal está. Es un Gobierno que logra transmitir que lo fiscal lo ataca en serio. Pero eso solo no alcanza. EL FUTURO -La fase 1 es el ajuste, la motosierra y la licuadora. ¿Cómo debería implementarse la fase 2 para que arranque la economía? -El Gobierno tiene que ir mostrando. No es bajo una perilla y subo otra. Tiene que insinuar cómo vamos a ir pasando de la parte de estabilización donde reaccionó lo financiero pero no lo real, a ver cómo la empalma para consolidar el avance. Eso no se vio. Lo que se vio fue cada vez más enredos. El ministro (Luis Caputo) tuvo que escribir en Twitter que no va a devaluar, que es falso el rumor de diversas versiones. Eso revela por sí solo las debilidades con las que llegaron a estos seis meses. Y hay otra muy importante, adicional: el Banco Central está vendiendo reservas en plena temporada alta de liquidación del agro. Esto hay que tomarlo en cuenta y va ligado a otros aspectos como la regla de cepo y tablita, con brecha otra vez en 40%, que es perjudicial para el exportador e incentiva a retener. No se pudieron consolidar las mejoras y llegamos a los seis meses con muchas dudas de cómo seguir adelante, qué hay para la segunda etapa. -¿Por qué el gobierno no habla de industria y producción? -Eso es plan y acá de plan no hay nada. Nada de actividad productiva y real. Eso está en lo negativo. El Gobierno dice “sabía que le iba a pegar”, pero ahora tiene que decir cómo lo va a recuperar. Uno ve las cifras en serio y no hay rebote. A lo sumo se está discutiendo si se deja de caer, que es algo muy distinto al rebote. CAMBIOS -Milei promueve un cambio de matriz, al menos desde la lógica, la manera de pensar la economía. ¿Podrá plasmarlo? -En eso, hábilmente, el presidente perfecciona cada vez más el personaje. En el sentido de los grandes discursos de raíz cultural y su gran posicionamiento internacional con la derecha extrema y la proyección que tiene en el mundo. Eso acrecienta y perfila su personaje. Pero a la vez que hacía eso, desperfilaba cada vez más la gestión con reclamos crecientes para que se ocupara de los líos que estamos teniendo. Me parece que eso también muestra una brecha donde la sociedad no está muy convencida de que este es el discurso y el método para salir de los problemas que tenemos. Otra manifestación es lo de romper el Estado desde adentro. Bueno, puede funcionar un poquito como marketing pero la gente va a demandar que desde adentro el Estado solucione los problemas que existen en la economía. Con el Estado que quieran, chiquito, mínimo, eficiente, pero que lo gestione. Para eso lo eligieron. Igual tiene el soporte de haber llegado bien desde el punto de vista de la popularidad. Llegó con el famoso 50 y 50 y no es malo para seis meses y con las medidas que tomó. Creo que atrás de eso hay dos cosas: la inflación bajó y la gente no se pregunta si es consistente o inconsistente; si hay puntos de inflación escondidos debajo de la alfombra. Ven el dato concreto. Se basan en que la inflación bajó y que dicen: “Este presidente cumple la promesa del ajuste. Dijo que iba a ajustar y está ajustando”. Hay una contradicción entre eso y los resultados. No sé para dónde ajusta eso pero mucho tiempo más no puede seguir. -En esta curva de aprendizaje, ¿ganó en pragmatismo? Llegó al poder prometiendo dinamitar el Banco Central y dolarizar, pero no ocurrió. -Ahí ha sido errático pero oportuno. Ha apelado al pragmatismo cuando la cuestión era complicada. Por ejemplo, quería un tobogán bien contundente en la inflación que iba a ser inconsistente con lo que dijo sobre la actualización de tarifas. Bueno, postergaron la suba de tarifas en algunos componentes. Lo mismo con la salud y con el combustible. Ahí hay una muestra clara. No lo pregona a eso, se hace y no se habla más. Es un presidente al que no lo deja cómodo eso, igual que el gradualismo cambiario o el cepo intacto, como se lo dejó Massa. De eso no se habla. El cepo es el punto más claro del pragmatismo, con el dólar blend 80-20 porque necesito divisas. Tiene esos raptos de pragmatismo pero claramente no lo declama, al contrario. Ahí aparece el personaje hablando del fantasma del comunismo y esas cosas.

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