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  • Tips básicos para entender al ministro Caputo cuando dice que “no”

    » La voz

    Fecha: 23/05/2024 07:40

    En un momento de fuerte tensión con las empresas generadoras de electricidad y productoras de gas por las deudas acumuladas desde el año pasado, el ministro de Economía, Luis Caputo, dio por primera vez su versión de la situación. La explicación del funcionario puede alcanzar a otros frentes en los que su cartera recibe, también, fuertes demandas de recursos, una especie de manual básico o de tips para entender a Caputo, alguien a quien el propio presidente Javier Milei bautizó como “Chanchito de Yeso”, porque, dijo, hay que romperlo para sacarle una moneda. El ministro abordó, precisamente, la necesidad de comprender que el gasto público requiere de un “equilibrio general” basado, a su criterio, en el dato de que el actual gobierno recibió “un país quebrado”. Consideró entonces, durante un panel en el congreso del Iaef, que en ese contexto lo primero es “explicar”. Y allí incluyó: “Tuve discusiones y charlas con todos. Con los gobernadores, con importadores, con energéticas. Algunos lo entienden más, otros menos”. Qué hacer con el contrato “Tienen que entender la situación que recibimos y hay ciertas cosas con las que no podés lidiar”, planteó el funcionario, inclusive cuando se trata del cumplimiento de contratos firmados por el Estado. “Vos me decís: no, bueno, es que el contrato. Si está, bien, el Banco central le debía U$S 60 mil millones a los importadores y es un contrato también”, dijo con relación a ese frente exigible para el pago de deudas con los proveedores del exterior por parte de las empresas. Ni los encajes estaban Se preguntó, entonces, “¿ahora cómo les doy U$S 60 mil millones, si recibimos 11.500 millones de reservas negativas?”. Y agregó: “No estaban ni los encajes de los bancos”, dinero que en realidad pertenece a los ahorristas del sistema financiero y reviste carácter de intangible. Caputo volvió a las preguntas: “¿Qué hago? ¿Vendemos la Patagonia? Eso es lo que recibimos. Se hace lo que se puede. Nada hicimos compulsivo”, afirmó, concepto que también repite el presidente Milei. Recordó que, a punto de producirse la salida del gobierno anterior de Alberto Fernández, algunos analistas pronosticaban la llegada de un “plan Bonex” porque lo consideraban “inevitable”. Pero, “nada se hizo de manera compulsiva”, agregó. Mencionó allí que a los importadores les ofreció bonos: “Te sentás y charlás, les decís: miren, hay un Bopreal, es lo que les podemos dar. Es algo muy razonable”. Deuda vieja, presupuesto nuevo Y abordó entonces el conflicto con las energéticas, en el que “pasó algo parecido”. Estas empresas generadoras de electricidad reclaman una deuda de Cammesa por U$S 1.200 millones, pero Caputo ofreció pagar en parte con bonos y sólo las acreencias finales, desde febrero en adelante, con pesos. “Tuvimos que pagar con el Presupuesto 2024, que tenía que ajustar cinco puntos, la deuda de 2023; pagamos la energía generada en agosto y en septiembre, que implicaban las facturas de octubre y de noviembre”, indicó. “Eso lo pagamos nosotros con el presupuesto de este año. Además, les solucionamos todo el problema del flujo, les bajamos la tasa de financiamiento en pesos y en dólares”, subrayó. Explicó que, entonces, apareció el “debate sobre las facturas de diciembre y de enero, equivalentes a la energía generada en octubre y en noviembre”, por el que las energéticas le reclamaban al Gobierno una actualización por la devaluación del peso. “Ahora en esos meses no hubo devaluación; ahora, como la factura es en dólares y cae en diciembre y en enero, ellos decían: respetame esto”, mencionó. Minuto y medio Caputo volvió entonces al punto inicial: “Está bien, pero, muchachos, recibimos un país quebrado. O sea, te solucioné todas estas cosas y le querés cobrar a la gente. A mí me es fácil pagarlo, estoy peleando por los pesos de la gente. Le querés cobrar una devaluación que no existió a la gente, una devaluación que no existió en octubre y en noviembre. ¿En serio?”, se preguntó. Relató entonces que, con algunas compañías acreedoras, “este diálogo duró un minuto y medio y a los dos minutos me dijeron dónde hay que firmar. Y otros no. Hay diferentes comportamientos”.

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