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» El Norte
Fecha: 19/05/2024 15:05
“Oh, Dios mío, aleja de mí la idea de que todo lo puedo”, oración de Maimónides Por Dr. Alejandro Spagnolo Secretario general del Círculo Médico de San Nicolás La antigua Grecia personificó en Asclepio, hijo de Apolo y Corónide, el arte de la medicina, habiendo dejado su educación a cargo de un célebre centauro llamado Quirón. Asclepio adquirió notoriedad no solo por su capacidad de curación, sino por resucitar a los muertos. El asunto era que Zeus, como buen guardián de las leyes, fulminó a Asclepio con un rayo para que no altere el orden natural del mundo. Este mito nos muestra cómo los griegos admiten lo inevitable de la muerte y cualquier intento de desviar el destino merecía una terrible sanción como fue el rayo de Zeus. Los médicos en la actualidad recordamos el citado rayo que mató a Asclepio por ostentar tan significativa soberbia cuando trazamos la típica raya sobre Rp que encabeza un recetario. Los profesionales médicos, particularmente cuando nos encontramos estudiando en la Facultad de Medicina, pensamos que todo lo podremos con las armas que se nos brindan a través de los conocimiento basados en los importantes avances científicos actuales. Sin embargo, a poco de andar en la profesión, nos encontramos con grandes dificultades como son la variabilidad biológica entre los individuos y la caprichosa dirección que a veces puede tomar una enfermedad. Todo esto demuestra que la medicina es incierta, siendo a menudo algo que, médicos y pacientes, no entendemos acabadamente. Por ello debemos recordar que no tratamos enfermedades, tan bien explicadas en los libros, sino que tratamos enfermos con todo su bagaje de cuestiones psicológicas, sociales y culturales. Sin dudas, un obstáculo con el que nos encontramos asiduamente es nuestra propia creencia de que todo lo podemos sin demasiada ayuda, es decir, la soberbia. Ella estará siempre allí empecinada en invadir nuestras mentes. Está en nosotros los médicos aprender de la mitología griega con sus sabias lecciones y despojarnos de ciertas conductas, inherentes a la condición humana, que pueden entorpecer la relación con los pacientes e influir negativamente en el proceso de curación de una enfermedad.
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