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» Diario Cordoba
Fecha: 16/05/2024 01:22
Creo que hay acentos de las personas y acentos de los sitios. Hay quien sale de una tierra y pierde el acento de inmediato, porque a lo mejor no era suyo, sino de la tierra. Hay quien conserva su acento en cualquier lugar, porque era suyo. Las apologías de los acentos no me entusiasman. Soy de los andaluces a los que educaron en el colegio para distinguir perfectamente entre nuestra pronunciación (o sea, una de nuestras muchas pronunciaciones) y la ortografía ordinaria. Era una operación sencilla de aprender: se puede hablar de una manera, pero se escribe de otra y lo que se lee se ha de leer como está escrito. Creo que nos daba cierta preparación para elegir variedades del lenguaje. Últimamente leo u oigo en publicidad algunas palabras sin una ese o sin una de, o acortadas para que el sonido recuerde al andaluz. ¿Pero quién habla así? Ya no es la imposibilidad de reconocerse en el habla de los anuncios que quieren parecer muy andaluces o cordobeses, es el estupor ante el intento de simplificarnos: precisamente nosotros, al leer, sabemos cómo tiene que sonar cada cosa. Tampoco la transcripción de nuestro acento (cosa intentada por más de un autor contemporáneo haciéndose el graciosete, allá cada uno con las hemiplejias de su prosa) suena igual: no es cosa de quitar o poner letras, es cosa del habla. No sé. En esto del acento ni consiento la ofensa ni admito los engañabobos. Yo sé perfectamente cómo se habla andaluz y cómo suena en una lengua andaluza. No necesito que me lo explique nadie, ni de dentro ni de fuera. Abogado Suscríbete para seguir leyendo
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