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  • Delirante candidez en Mildred Burton

    » Clarin

    Fecha: 10/05/2024 13:46

    Lo que le permitió esa metamorfosis de celebridad del pasado a artista de culto es que, mucho antes de asumirse artista, en su Paraná natal, a Mildred Burton su familia la llamaba Pelusa”. La hipótesis del pintor Alberto Passolini, amigo de la artista, explica el título de la exposición que en estos días se puede visitar en la galería Calvaresi, en San Telmo. Estrategia de la Pelusa. Algunas obras de Mildred Burton, tiene a Passolini de curador, que entra en detalles. “Conservó del apodo familiar la estrategia de una pelusa que, antes de posarse opacando aquello que debería relucir, atrapa entre sus filamentos las partículas de lo indeseable, como el polvo”. Con un diseño de montaje escenográfico, la muestra reúne 25 obras realizadas en distintas épocas y con diversas técnicas, inspiradas en la literatura fantástica, los cuentos populares, la flora y la fauna de su tierra: achiras, ceibos, yaguaretés y curiyús que, así como los conflictos familiares, Mildred llevó al borde de la fábula y el espanto. Como en un decorado, las obras elegidas por Passolini la “La estrategia de la Pelusa”. De abuela alemana y madre de origen inglés, ojos rasgados y corte carré a lo Louise Brooks, Mildred Burton cruzó colaboraciones con el mundo del teatro y la música. Deliciosamente delirante y mujer de armas tomar –tal como la describe Passolini– su vida y su obra parecen realismo mágico, producto de una profusa imaginación y una vida llevada al límite. Si bien su hija Clara se remite al 28 de diciembre de 1936 como fecha de nacimiento de la artista, fuentes diversas señalan el año 23, el 31, el 41 o el 42, que la artista acomodaba de acuerdo a las circunstancias. Con una carrera de más de 40 años, sus obras fueron exhibidas en salones, museos y galerías de Latinoamérica, Europa y EEUU. Artista multipremiada, obtuvo en 1974 el Premio Marcelo de Ridder por su obra “Abuelita, donde está michifuz”, sin embargo su obra mejor cotizada se vendió el año pasado al Malba en 12.000 dólares. Sobre el final de la dictadura colaboró con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo pintando murales para recaudar fondos. Entre 1979 y 1983 integró el grupo Postfiguración a instancias de Jorge Glusberg, junto a Norberto Gómez, Alberto Heredia, Jorge Alvaro, Elsa Soibelman y su gran amiga Diana Dowek. "Caperucita Roja", de Mildred Burton. En la sala de Calvaresi, se destaca “Caperucita Roja”, una robusta y poco femenina heroína que aparece aquí despojada de su ingenuidad que recorre el bosque a toda velocidad en una moto termina por matar al lobo, cuyo esqueleto arrastra a modo de trofeo. En “Las imprudencias de Jane Jarrow”, pinta un vaso antiguo con incrustaciones de oro y una escena con personajes del siglo XIX. El brazo de la dama se sale de cuadro para sostener a un perro con una correa. “Retrato áurico de Graciela Borges” muestra a la actriz sonriente y con su pelo vaporoso. Un libro abierto que emana humo o un auto fantástico con bigotes y cola de león dan cuenta del imaginario de la artista, cuya obra fluctuaba entre el kitsch, el pop, el art decó, el realismo pictórico y el fotográfico, la imaginería proveniente de las historietas y las reminiscencia europeas o americanas. Un bebé en el piso flanqueado por un amenazante revólver del que sale una flor, realizado en 1972, parece aludir flower power, slogan de los hippies como símbolo de la no violencia frente a la Guerra de Vietnam. El retrato algo tenebroso de su madre, con una máscara plateada y un sapo en el hombro, fue seleccionado para la portada de la novela La mano del amo, de Tomás Eloy Martínez. Sobre esta “artista de culto”, que conserva el respeto y la admiración del medio a pesar de los esfuerzos por dejarla al margen, Passolini tiene más para contar. Huída a las 10 y 15 P.M. Serie The Burton´s book, 1996. Técnica mixta, 22 x 16 cm. Una diva del cine mudo Mildred Burton y Alberto Passolini se conocieron en 1988, cuando él tenía 20 años. “Fue en una fiesta en lo de unos amigos en común del ambiente teatral. Yo estaba parado al lado de un retrato de su madre que se exhibe en la muestra, en la casa de mis amigos el director Carlos Mathus y el actor Antonio Leiva”, recrea Passolini. “Mildred entró vestida como una diva del cine mudo. Apenas me vio cruzó la sala hasta plantarse frente a mí y, desde su metro y medio de estatura, me dijo: ‘Oíme, che, yo soy Mildred. ¿Vos quién sos?’”. En diálogo con Ñ, amplía: “Eximia pianista, Mildred tenía un guardarropas conformado a lo largo de los años donde había adquirido unos vestiditos parecidos a las nenas de Renoir, que usaba para tocar el piano y cantar canciones pavorosas. Ya tenía una voz gastada pero afinada y tocaba además muy bien la guitarra. Fue muy amiga de la escritora Luisa Mercedes Levinson, a quien conocí ese 1988. Cuando las invitaban a ambas a reuniones sociales, el placer consistía en impactar a la burguesía cantando canciones a las que agregaban frases de doble sentido o disparates. Mildred era muy divertida, odiaba la solemnidad del artista”. La preferida de Gianni Vattimo “Un sábado llegamos temprano con Mildred al encuentro de artistas en el Florida Garden y había un revuelo”, relata Passolini. “Había salido una nota Gianni Vattimo en La Nación donde el critico italiano –de visita para participar de las Jornadas de la Crítica organizadas por Jorge Glusberg–, ponderaba la muestra de Mildred, cuya obra veía como una combinación del surrealismo europeo con algo de la región. Frente a los elogios de sus colegas y el giro de 180 grados provocado por la canonización de Vattimo, Mildred fue entrando en personaje y comenzó a relatar su propia versión de la historia. “Con este muchacho Gianni mantenemos correspondencia. Pasa que yo una vez en Europa hace muchos años, le regalé un dibujo mío”. Finalizada la reunión, salimos para tomar el colectivo cada uno a su casa y Mildred me dice: “Nene, me tenés que averiguar quién es el Vattimo éste por que no tengo ni idea”. Mildred Burton, Un falso Pettoruti “En ocasiones hacíamos trabajos para un viejito marchand de apellido Eliaschev, quien solía comprar obra en bazares, cotolengos o demoliciones. Cada tanto aparecía con un falso Koek Koek o un Quinquela, que mejorábamos para luego venderlos a clientes que soñaban con tener la alcurnia de los 90, época de la pizza con champagne. A un cliente muy desprevenido, cuya esposa había hecho un curso de arte, le vendimos un Pettoruti que a simple vista te dabas cuenta que había sido pintado por nosotros. Al módico precio de 500 dólares y sin que hubiera en nosotros una intención de estafa, le dábamos a la obra una pátina del tiempo con goma arábiga y betún de judea para su venta. Adjudicábamos que si bien la obra era buena, no había sido firmada por el artista”. “Muy acompañada de sus hijos, sus nieto y Marcelo, su última pareja, la artista falleció un 30 de agosto de 2008, víctima de un cáncer de hígado. Aún hoy por momentos la sigo sintiendo viva a través de sus anécdotas y su obra”. Estrategia de la Pelusa - Mildred Burton Lugar: Calvaresi, Defensa 1136 Calvaresi, Defensa 1136 Horario: mar a vie de 12 a 18; sáb y dom de 13 a 18 mar a vie de 12 a 18; sáb y dom de 13 a 18 Fecha: hasta el 18 de mayo Mirá también Mirá también arteba 2023: los museos y fundaciones salieron a engrosar su patrimonio

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