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    Fecha: 10/05/2024 11:06

    viernes, 10 de mayo de 2024 01:02 Plan de lucha Se cumplió ayer el segundo paro general en cinco meses de gestión presidencial de Javier Milei, una medida de fuerza que no mostró el despliegue de una movilización masiva, pero que se sintió en todo el país. El acatamiento fue transversal y elevado en todos los sectores del trabajo y la producción, aunque no total: hubo funcionamiento parcial del transporte y comercios abiertos. El impacto fue medido con distintas varas por el universo mediático. Como es costumbre, los portales y canales más afines al gobierno buscaron minimizarlo y los más opositores magnificaron la protesta. En términos funcionales, la huelga convocada por la Confederación General del Trabajo difícilmente provoque algún efecto inmediato. El gobierno no acusa recibo de la realidad, menos lo hará de una movida sindical. Pero tiene su significado. ***** El paro al que se sumaron millones de argentinos revela por ejemplo que la mayoría no se creyó el anuncio del superávit fiscal dibujado a fuerza de postergar pagos, ni comparte la euforia por los imaginarios triunfos de Milei. Probablemente eso suceda porque la mayoría de los argentinos vive en el mundo real, y no en la nube de sueños que el mandatario y su aparato de comunicación intentan describir. Quizás porque cuando el presidente habla de caída de la inflación y recuperación del salario, no toda su audiencia es analfabeta ni amnésica, y puede evaluar el rumbo del país por sí misma. Tal vez porque sabe que los índices inflacionarios que hoy se propone celebrar son superiores a los que ayer horrorizaban, o a lo mejor porque tienen claro que la devaluación del 120 por ciento con la cual debutó Milei requerirá años para recuperar de verdad el poder adquisitivo que se tenía el año pasado. ***** El Gobierno, que ejerce la soberbia, la prepotencia y la necedad con pasión, elegirá muy probablemente no escuchar el mensaje de este segundo paro general. Pero el testimonio está claro, y demuestra que la vida cotidiana marcha por carriles bastante diferentes a los de la marea de gritos construida por el ejército de tuiteros a sueldo que reeditan en versión digital el “diario de Yrigoyen” para el liberal libertario. Si se apura una conclusión tras el paro, queda claro que la política oficial recién empieza, y el plan de lucha también. El Esquiú.com

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